Opinión
Pasaporte para el hambre
“El hambre hace ladrón a cualquier hombre”. Pearl Buck
Todavía, hasta la pasada década de los años 80, se consideraba que las últimas causas del hambre a nivel mundial provenían de catástrofes climáticas, del alto crecimiento demográfico, por atraso tecnológico en la agricultura de los países subdesarrollados, la guerra o la concentración de las tierras.
El socialismo incursionó en la Rusia de 1932 aportando a la humanidad una catastrófica situación de hambre, Stalin con el poder y el fracaso de su política de agricultura colectiva replicó en la Ucrania de aquella entonces también conocida como el “silo de la URSS”, el suceso llamado holodomor (matar de hambre), que refería cerca de 25000 seres humanos muertos diariamente por inanición hasta una cifra de casi 10 millones.
La arcaica agricultura Etíope en la década de los 70 propiciada por un régimen monárquico inestable y reticente a aceptar políticas de relocalización y mejoramiento social mataron de física hambre a cerca de un millón de personas. La hambruna que sufrió España después de la guerra civil entre 1939 y 1945 fue directamente la consecuencia del fracaso de la política autárquica del gobierno de Franco, quien pretendió someterla a un sistema de autosuficiencia económica sin intercambios comerciales con el exterior. Francia y Holanda sufrieron hambre por culpa de los nazis que usurparon su economía.
Son muchas las situaciones políticas que han generado, como consecuencia de su aplicación, hambre en la población. Es un problema globalizado que garantiza por lo menos a una de cada seis personas la posibilidad de sufrir el flagelo y coexistir bajo la incertidumbre de no tener expreso para mañana el alimento básico y suficiente para vivir en el concepto de felicidad auspiciada por el Estado.
Actualmente, aunque parezca lacónico, lo real es que las causas de éste sufrimiento en la mayoría de la población, provienen de las actuaciones del régimen político que impera en un Estado, la imposición del malogrado socialismo siglo XXI, ha mostrado incapacidad para adquirir alimentos, bien sea comprándolos o produciéndolos, derivándose esta situación en establecer radicalmente que el segundo paso será la pobreza a costa del escandaloso enriquecimiento de estos presidentes.
Nada difícil entonces contextualizar, que el hambre es la herramienta política que un gobierno puede utilizar para subyugar a un pueblo, si no, ¿cómo se explica ver a una de las naciones más ricas de América Latina padeciendo el desabastecimiento de alimentos, y su impuesta política castro-chavista pretenda atribuir la condición ciudadana, al uso de cupones y tarjetas de control alimentario?
Es la injusticia de malas políticas sociales y hasta de la insensatez del mismo ciudadano elector, la causante de tanta infelicidad, pues un hambreado no tiene más tiempo que el que le puede disponer a ese instinto de supervivencia, coadyuvando al sistema con su abnegación y sumisión mientras se enfila ordenadamente para recibir los mendrugos que el arbitrario gobierno le solventa.
La inseguridad alimentaria afecta a corto plazo las expectativas de vida, salud, educación, desarrollo económico y social de un país, no hay que ir muy lejos para visualizar como vive oprimida Cuba y ahora Venezuela, expidiendo pasaportes para el hambre, que si los consiente el pueblo colombiano reeligiendo la ignominia para pensarlo dos veces, harán parecer que la coyuntura de hambruna en los indígenas Wayuu, sea simplemente una insignificancia en el desarrollo del Estado social por debajo de las consecuencias climáticas y ambientales.
Alfonso Suárez Arias
alfonsosuarezarias@gmail.com
Sobre el autor

Alfonso Suárez Arias
Aguijón social
Alfonso Suárez Arias (Charalá, 1956). Abogado en formación (Fundación Universitaria del Área Andina en Valledupar). Suscrito a la investigación y análisis de problemas sociológicos y jurídicos. Sus escritos pretenden generar crítica y análisis en el lector sobre temas muy habituales relacionados con la dinámica social, el entendimiento del Derecho y la participación del individuo en la Política como condicionamiento para el desarrollo integral.
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