Opinión
¿Represión o coacción?
“Es peligroso tener la razón cuando el gobierno está equivocado”. Pancarta en el paro
Entre los valiosos aportes del socialismo al mundo y al pueblo ruso está la base teórica de la represión desde la óptica marxista, utilizada como herramienta radical para imponer la colectivización de la agricultura mediante la dictadura del proletariado, aplicando una fuerza reaccionaria despiadada para eliminar la resistencia de las clases sociales.
Diez millones de campesinos rusos opositores a la socialización de sus granjas fueron cruelmente reprimidos por los agentes rojos, bajo prácticas de tortura, ejecución sumaria, concentración de personas en reasentamientos forzados, condenación de todo el grupo familiar incluidos los niños junto al despojo de los derechos civiles, que contenía el dictamen de traidores a la patria.
Esta ruinosa enseñanza transmitida a occidente después de la segunda guerra mundial, mediante los adoctrinamientos y quimeras revolucionarias, ha sido retomada por erráticos dirigentes empeñados en imponer y acoger un régimen político cuya evolución y resultado malogrado, no pudo ser visto ni por su propio fundador quien murió sin disfrutar del fracaso.
El gran riesgo que se asume en la democracia es desdibujar intencionalmente las acciones de coacción que representa el uso legal de la fuerza, en cabeza únicamente del Estado, para constreñir o sancionar una transgresión de la ley con la represión física y violenta al grupo que esté manifestando inconformidad, por la situación desatinada que cuestiona, rebasando la operación al abuso de poder, así cualquier gobierno esgrime la estigmatización mediática de las manifestaciones como signo de disidencia o protesta pública.
El Estado hace uso del poder legítimo de coacción para reprimir acciones criminales, del narcotráfico o de los grupos armados ilegales, es ortodoxo que un gobierno declare la guerra a las bandas criminales, pero ¿cómo justificar que cinco policías persigan, atrapen, golpeen a palos, detengan y procesen judicialmente a un individuo que portaba una pancarta pidiendo al gobierno oportunidades para obtener la comida de su familia?
La gente reclama al gobierno de turno por la pobreza, políticas agrarias, corrupción, falta de vías, seguridad, desempleo y la violencia, factores que crean la incertidumbre del progreso individual y comunal, todo porque el gobernante es inepto para instituir soluciones de carácter inmediato, no de emergencia, sino congruentes con las promesas electorales y por las que cantó victoria.
La construcción del presente para la comunidad es de carácter urgente para que exista una buena posibilidad de futuro, pero prometer soluciones a mediano-largo plazo para conjurar un paro, es lo mismo que no hacer nada, por eso, el pueblo protesta gritando “queremos hechos, no palabras!”, argumento abominable para que el gobernante, ahí sí, tome la decisión de reprimir cuanto antes a la población disconforme mediante actos de fuerza.
Si bien un delito en derecho penal, incurren personas en su consideración individual no colectiva y así se señale la responsabilidad grupal, ésta recae punitivamente en sujetos con nombres y apellidos, que hace defendible al Estado por extraer del contexto social a ese sujeto, así tenga que aplicar el derecho legal de disciplinar.
Bajo ningún esquema se puede justificar, que de la concurrencia de protestantes emerjan individuos que pongan en riesgo las propiedades estatales, instalaciones destinadas a la prestación de servicios públicos, la libertad de movilidad, tránsito de personas y bienes, que si justifican para el Estado desplegar la fuerza pública en su afán legítimo de preservar los principios de soberanía, integridad territorial y el aseguramiento de la convivencia pacífica dentro de un orden justo.
Alfonso Suárez Arias
@SuarezAlfonso
Sobre el autor
Alfonso Suárez Arias
Aguijón social
Alfonso Suárez Arias (Charalá, 1956). Abogado en formación (Fundación Universitaria del Área Andina en Valledupar). Suscrito a la investigación y análisis de problemas sociológicos y jurídicos. Sus escritos pretenden generar crítica y análisis en el lector sobre temas muy habituales relacionados con la dinámica social, el entendimiento del Derecho y la participación del individuo en la Política como condicionamiento para el desarrollo integral.
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