Opinión
Hablando del diablo y aparece su rabo
Si hay algo que resaltar en la política colombiana, es que en el siglo XXI han descollado originales personajes que con su actuar han cimentado y dinamizado el desarrollo de la conducta social y política del Estado, hasta instituir paradigmas que la gente evalúa con el respeto inspirado en el sensible resultado de sus comportamientos.
Temerariamente, el mismo pueblo enjuicia a estos afamados protagonistas, permitiendo recoger descuidadamente del vulgo dicharachero, conceptos resumidos de algunos, que no por nada han llegado a destacarse en el país y en una u otra forma contribuyen al ejercicio comprometido de la democracia, exhortando al ciudadano a fijarse en sus calidades que finalmente influencian el buen o mal desempeño comunitario, al fin y al cabo es el pueblo elector el que se merece a los gobernantes que elije.
Álvaro Uribe Vélez, innovó la política desde finales del siglo anterior, irrumpió a la nueva centuria como presidente reeligiéndose cuando ha querido, insubordinadamente tri-reelegido en cuerpo ajeno, ahora es el senador re-electo que ya fue re-presidente, algo estrenado en la política colombiana, considerado fenómeno virtuoso y avieso por seguidores y detractores por su habilidad estratégica, desafiante y habilidosa en el manejo político y de medios, ahora capacitado para disparar insolentes trinos desde la A hasta la Z, polariza la opinión pública, desbalancea cualquier formalidad política y mangonea a los sediciosos.
Juan Manuel Santos, quebró unos huevitos, ahora como presidente con ventoleras de reelección atosigada por propaganda negra, asesores doble J, dólares volando, promueve debates con altura que enaltezcan la falsía, traspapela la legítima coacción con la represión, avivando propensiones al odio y repulsión por lo que se cree es el obrar de un judas conduciendo a la nación hacia el fracasado castro-chavismo, pero que tiene el poder y la mermelada con la que engolosina a sus zalameros seguidores.
Gustavo Petro es el destacado desmovilizado rebelde, que logró permear el sistema político, partícipe de la Constituyente de 1991, notorio por su soberbia actividad política en el Senado que lo catapultó al balcón de la alcaldía de Bogotá, ha puesto en jaque al sistema reglamentario y administrativo del Estado, trascendiendo con insurrectas actuaciones y hábil manipulación de preceptos jurídicos, apandillando y pervirtiendo lo que el pueblo consideraba intocable en la democracia y la justicia, las altas cortes nacionales y del otro lado.
German Vargas Lleras, sobresaliente senador en la primera década del siglo, con ascendente político y furibundo líder de la bancada uribista, quiso hacer política y llegar a la presidencia con estos lineamientos pero sin la presencia Uribe, hoy aliado de la reelección y locuaz renunciante de cualquier otra actividad proselitista a futuro, pues sus encontronazos sociales le marginarán por su inclinación a la gamíneria.
Francisco Santos Calderón, ex-vicepresidente uribista, errático a más no poder con su hablar, necesario para amenizar el contexto político por sus comunicativas e insensatas reacciones que tocarán su familia, desea fervientemente no volver a ver ni dejar entrar a la casa de Nariño a miembro alguno de su parentela, de todas maneras siempre podrá recular sobre sus pasos y regresar a tiempo.
Como a cualquier ciudadano, prorrumpe aquí el indicio, si el emotivo fiscal Montealegre imputa el delito de creación de rumores, signado de presunto hacker o del inquisidor procurador Ordoñez, competente para inhabilitar políticamente al ciudadano que no saque la basura.
Qué miedo cuando se habla del diablo y se le alcanza a ver el rabo.
Alfonso Suárez Ariaz
@SuarezAlfonso
Sobre el autor
Alfonso Suárez Arias
Aguijón social
Alfonso Suárez Arias (Charalá, 1956). Abogado en formación (Fundación Universitaria del Área Andina en Valledupar). Suscrito a la investigación y análisis de problemas sociológicos y jurídicos. Sus escritos pretenden generar crítica y análisis en el lector sobre temas muy habituales relacionados con la dinámica social, el entendimiento del Derecho y la participación del individuo en la Política como condicionamiento para el desarrollo integral.
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