Opinión
Esencia del hombre Caribe
Hoy un poco más objetivo, con menos pasión y soberbia puedo responder a muchos interrogantes planteados por ciertas personas en la última semana, pero no quiero hacerlo de forma individual, sino por medio de este ensayo, lo que yo considero y llamaría la Esencia del hombre Caribe.
Me apasiona este tema, aunque no soy experto en antropología, ni pretendo que mi análisis recoja axiomáticamente lo que cada quien considere el ser Caribe, son solo ideas sueltas e irresponsables que se me vienen a la cabeza, pero considero oportuno esbozarlas hoy.
Creo que hay una confusión entre el ser caribe y la región caribe. Puedo partir de la base que el concepto de región está circunscrito a un tema geográfico y político, mientras que el ser es un tema antropológico y ontológico, áreas vedadas para mí, pues muchos de los lectores conocen más el tema que yo, conocen a profundidad de los rasgos morfológicos del hombre caribe, sus antecedentes históricos, etc.
Para mí, simplemente, el hombre caribe está fuera de las barreras y limitantes geográficas impuestas por las leyes del Estado, y arropa un modo de pensar y actuar, es decir es una filosofía de vida y una cultura ancestral, representada en un conglomerado de hombres que la viven.
Desde este punto de vista, podemos manifestar que la esencia del hombre caribe está representada primero que todo en su cultura, es la alegría pura, pero responsable, el hombre caribe, grita mucho, alza la voz en escenarios públicos, siempre con comentarios adornados de humor; su esencia folclórica está marcada por los tambores negroides, funcionados con la danza indígena desde las épocas memoriales de la colonia. El ser caribe está marcado a lo largo y ancho de la depresión momposina por los sonidos bajeros de las tamboras de Barranco, Hatillo de Loba, Tamalameque, San Martin y de todos esos pueblos y caseríos donde el hombre hace del baile cantado su modo de vida.
El ser caribe, el son de negro de santa Lucia y sus alrededores, es la cultura impregnada alrededor del carnaval de barranquilla, es el vivir del negro cartagenero espontaneo y dicharachero, es el dejao´ del hombre de los sures, el cantado de los guajiros y de los cesarenses del norte; es la albarca y el sombrero vueltiao del sabanero y su porro con sabor a toros. Es el colorín del San Andresano; es el acordeón, es la gaita del sanjacintero, la música Champeta de Cartagena.
El ser caribe va envuelto en la despreocupación de su gente, el concepto de la vida como un buen chiste que hay que reírlo, que disfrutarlo y que sus pesares y angustian pasan con jolgorio. El ser caribe no está circunscrito en hombres, pero muchas veces estos son la representación viva de nuestra esencia, caso palpable de Toto la Momposina, Petrona Martínez, Etelvina Maldonado, los juglares Vallenatos, el Checo Acosta, juan Carlós Coronel, Joe Arroyo y muchos que hacen del arte caribe la esencia y que lo dignifican ante los nuestros y el mundo.
El ser caribe es el personaje garciamarquiano de vida espontánea y de mágico vivir. Es un modo de actuar y de pensar que se vive en clases distinguidas y costeños humildes, pero que se mantiene como una condición que identifica tu esencia desde que caminas o abres los labios para musitar palabras. Tratar de identificar un patrón común desde el punto de vista dialectico y folclórico no es fácil y creo que imposible, el Caribe es un país dentro de Colombia, caracterizado esencialmente por la alegría y la despreocupación.
Alegría que se vive en diversidad de música y folclor, desde los caseríos del viejo sur de Bolívar, hasta donde la piel clara de los colonizadores santandereanos nos marcan la limitación racial, partiendo de ahí hasta la alta Guajira, y cruzando hasta el archipiélago de San Andrés, sin que esto nos indique que en Barrancabermeja y muchos pueblos de Santander no se viva la esencia del hombre caribe desde el punto de vista cultural y que dentro de los sures del Cesar y Bolívar no existan genotipos propios de culturas andinas, que, por cuestiones geográficas y políticas, están inmersos dentro de los departamentos que componen la región Caribe.
Es aquí en donde yo puedo decir que no es la barrera limítrofe de la geografía, sino el modo de pensar del pueblo envuelto con su cultura, lo que define el patrón del hombre Caribe.
Wladimir Senegoid Pino Sanjur
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