Opinión

La que pasó y la que se avecina

Diógenes Armando Pino Ávila

30/05/2014 - 10:45

 

Elecciones presidenciales en Valledupar / Archivo: PanoramaCultural.com.coLos resultados de las elecciones del 25 de mayo han sido estudiados bajo la lupa de los más connotados analistas políticos que hay en el país, y son muchos los que ostentan este título. Por mi afición al periodismo y mi pasión por la paz he estado atento a los análisis que a cada momento hacen en los noticieros, revistas, periódicos y programas de opinión, en la observación atenta de estos análisis encuentra uno que siempre hay el sesgo malicioso, la pugnacidad, la inquina y la pasión de quienes emiten estas opiniones, claro, uno entiende que este tipo de tema son de por sí difíciles de tratar en una forma objetiva absoluta, pues siempre estará presente la predilección política del analista, por eso, apelando al pragmatismo y la sabiduría popular prefiero matizar mi concepto entre el decir de esos entendidos y el sentir del pueblo.

La mayoría de los colombianos son indiferentes a lo que ocurre en la política, esta franja de población compuesta por el 60 por ciento de los ciudadanos con capacidad de elegir piensan que de nada sirve hacerlo, desencantados sienten que su voto no cambiará el país, esta franja dice: «votar para qué», «los mismos con las mismas». Esto hace posible la abstención más alta de la historia.

Hay los que se identifican con los partidos tradicionales «liberal y conservador» son impulsados por  la tradición política, salen a votar con la esperanza de que su partido obtenga la presidencia, siempre con la esperanza de ganarle las elecciones al partido contrario, votan por su partido, por los candidatos de su afiliación política, son los votos amarrados.

Con el nacimiento de nuevos partidos ha operado un fenómeno en que el elector transita de un partido a otro sin que pase nada es el caso de La U, el Partido Verde, Cambio Radical, Opción ciudadana, El Polo, etcétera. Este elector tiene un voto coyuntural, los electores de derecha siguen el vaivén de sus jefes políticos, no siguen una tradición y muchas veces votan por votar. Los de izquierda en algunos casos hacen lo mismo, votan por donde digan sus líderes y repiten milimétricamente un discurso que viene desde arriba.

Hay una franja dispersa en el espectro electoral de los partidos y sin partidos que participan en las elecciones por distintas motivaciones, aquí están los que votan por dinero, los que votan por agradecer un favor, los que sufragan por una promesa de empleo, auxilio o ayuda de cualquier naturaleza, a estos no les importa el candidato, su interés es ajeno a la política y cercano a los vicios de la mima.

Hay un sector democrático no inserto en las franjas anteriores, estos tienen una visión política más allá de los partidos, más allá de la tradición, más allá de los mezquinos intereses de quien vende su voto por dinero o prebendas, esta franja cada día más grande es la del llamado «voto de opinión»  Estas personas tienen una mirada diferente de la política, son de pensamiento independiente y libre, actúan por motivaciones superiores, siempre mirando la conveniencia del colectivo, están despojados del interés personal.

En estas justas electorales, la participación fue muy baja. Por encima se debatía la conveniencia de la paz o de la guerra, pero por debajo se daba, al calor del debate, las mañas de siempre: Lo que diga el jefe, tenemos que ganarle al contrario, yo no voto por godos, no voto por cachiporros, no voto por la derecha, no voto por la izquierda, todo esto resumido a dos expresiones motivadas por el odio: no voto por guerrilleros o no voto por paracos.

Pasó el 25 de mayo, se dieron los resultados con algunas sorpresas. Esta semana se ajustan las cargas, los partidos de la derecha siguen inamovibles en sus posturas: guerra y paz. Los demócratas y de opinión se han movilizado por la paz en un claro rechazo a la guerra y los violentos, los de la izquierda moderada se inclinan por la paz pero los de izquierda radical, dogmáticos prefieren votar en blanco.

Pareciera que la derecha moderada tuviera una mejor visión de país, pues propenden por la paz, por acabar el conflicto. Votan por un interés superior, cual es terminar la guerra. No les interesa el candidato Juan Manuel Santos, le interesa más su tenacidad por conseguir la paz. En este pensamiento coinciden los izquierdistas moderados, los intelectuales, los progresistas y algún amplio sector de los verdes y el Polo.

Hay un sector verde que no es ni chicha ni limoná. Hay un sector del Polo que prefiere votar en blanco que es lo mismo que votar por la guerra y hay los uribistas pura sangre que intransigentes corren detrás del senador Uribe cantando coros de guerra sin importar el candidato ni la conveniencia del país, solo les importa lo que diga Uribe y punto.

Reflexionemos, pensemos en las nuevas generaciones y las que están por venir, acabemos con la guerra, permitamos y hagamos posible una Colombia en paz.

 

Diógenes Armando Pino Ávila


Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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