Opinión

¿Y si nos ganamos el mundial?

Diógenes Armando Pino Ávila

27/06/2014 - 11:10

 

A través de la historia, Colombia ha sufrido tantas y tan variadas desilusiones en todos los aspectos de la vida social, política, económica, histórica y deportiva, por solo mencionar algunas, que ya parece imposible que nos sorprendamos ante cualquier desilusión.

No obstante, los colombianos mantenemos intacta la esperanza, nunca caemos en la desesperación de no creer en nada. Por eso cada cuatro años creemos en el político de turno que va a sacar el país adelante, por eso creemos que este candidato a la gobernación nos va a hacer el puente, que este candidato a la alcaldía sí va a pavimentar la cuadra donde vivo. Por eso, cada cuatro años hacemos campaña y participamos en política y dejamos la camisa vuelta girones en la plaza convenciendo a los vecinos para que voten por nuestro candidato.

Por eso, cada año, desde el mes de octubre hasta mediados de noviembre, nuestras mujeres hacen cábalas, critican la celulitis, descubren cirugías estéticas en los esculturales cuerpos de las candidatas al reinado de Cartagena y se desesperan cuando sus pronósticos no aciertan con la que se lleva la corona y pasan el año entero diciendo que la señorita tal era más hermosa y más inteligente que esa tonta que ganó.

Todos los años tenemos que soportar a los amigos, aficionados al futbol, hablar mal de los equipos contrarios y alabar al de sus preferencias, todo el año escuchamos «Es que Junior es tu papá» «Santafecito lindo» o «El Nacho es el Nacho» y cada cual con sus predilecciones futbolísticas alabando a «su equipo del alma» cuando no, despotricando de tal o cual jugador por haber votado el penalti o haber cometido la falta dentro del «área chica»

En fin, ésa es la cotidianidad de nosotros los colombianos, los que no perdemos las esperanzas, los que soñamos con un mundo mejor. En estos días, olvidamos las rencillas electorales, nos importa un pito los trinos de Uribe en contra de la paz, nos importa un bledo lo que digan los guerrilleros en la Habana, ignoramos que el señor Procurador enfila baterías de nuevo contra Petro, nos interesa un sieso que María del Pilar Hurtado ande como una conejita asustada pagando escondederos a peso en ciudad de Panamá, no nos importa que Uribe de pronto no se posesione en el senado por temor a perder su inmunidad como expresidente. Es decir vivimos en un mundo de mentiras, donde nada nos importa, nada nos interesa.

Esto ocurre porque un grupo de muchachos talentosos se encuentran en Brasil dándole «el toque toque» a la pelota con esa gracia artística que llena de alegría a un pueblo escéptico. Es que todos los días estamos frente al televisor viendo los partidos, cuando no escuchando los comentarios de Valdano o Chilaver y cuando estos terminan pasamos a los canales deportivos para escuchar los análisis y comentarios. El hincha furibundo del futbol escucha con atención religiosa a estos entendidos, aprende de memoria los análisis, y mientras se baña los deconstruye para reconstruirlos con sus propias palabras, practica en el espejo y sale a buscar a sus amigos para al calor de unos tragos generar la discusión del día sobre los resultados, y hace las cábalas del mundial para poder lucirse con sus análisis y comentarios plagiados. Hay algunos que ya en temple y emocionado por la discusión hablan con acento argentino y no le dicen poncho, lucho o chepe a sus amigos, sino que cariñosamente le dicen «Mirá Pibe, vos sos un boludo, no distinguís una pelota de futból de una de beisból, mejor calláte, no sigás diciendo boludeces»

Cada vez que juega Colombia nos invade el patrioterismo tropical que pone a vibrar nuestros corazones al unísono, nos pone a vestirnos de amarillo y a enarbolar la tricolor en el frente de nuestras casas. Es que estos muchachos en tan pocos días nos han devuelto la alegría perdida y nos han puesto a creer en Colombia. Estos muchachos han hecho posible la alegría colectiva y ese fervor que comparten jóvenes y ancianos, uribistas y santistas, izquierdosos y derechistas, farianos, elenos y militares, policías y paramilitares, es decir somos hipotéticamente un pueblo en paz. Lástima que, después del triunfo de nuestra selección, retomamos el rol de pueblo sufrido y violento y en el festejo nos emborrachamos, cometemos vandalismo, peleamos, nos agredimos, nos matamos, y sacamos a relucir del sub fondo calloso de nuestras conciencias al hombre primitivo en que nos ha convertido los más de 50 años de guerra fratricida.

¡Qué tal que nos ganáramos el mundial? ¿Qué tal que nos trajéramos la copa de Brasil? Les cuento, esa posibilidad no es remota, es posible que se cumpla ese sueño colectivo, pero ¿qué pasará en el festejo? Me imagino la parranda larga, las semanas de trancones por las caravanas de todos los días de la semana, los muertos, los heridos. Me imagino a los políticos celosos ya que los hinchas furibundos lanzaron a Pekermán de candidato para todas las alcaldías y concejos de Colombia y como el tipo ganará las elecciones, entonces tendremos un solo alcalde nacional que reemplazará a Santos y los diálogos de paz se trasladarán de la habana al estadio Maracaná donde por primer vez los dos equipos en juego y los jueces vestirán el mismo color de camisetas pues todos absolutamente todos irán de los pies a la cabeza vestidos de blanco. Imagínenos a Santos y Uribe cogidos de la mano gritando coros para animar a la selección y a Pachito Santos de porrista haciendo gimnasia acrobática cada vez que James haga gol. Ojalá Dios juegue del lado de Colombia y nos ganemos el mundial. Repito, ser los campeones del mundo es posible, como también es posible la paz.

 

Diógenes Armando Pino Ávila

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Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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