Opinión

Mirando a Brasil en el contexto de la identidad latinoamericana

Antonio Ureña García

09/07/2014 - 12:10

 

Por obra y gracia del Tratado de Tordesillas, firmado en 1494 en la ciudad del mismo nombre de la provincia española de Valladolid entre los Reyes Católicos y Juan II de Portugal, con objeto de evitar conflictos sobre la posesión de las tierras recién descubiertas, el continente sudamericano quedó dividido en dos partes: una bajo dominio portugués y otro bajo dominio castellano.

En cualquier caso, la división introducida por dicho tratado es artificial, mientras que la presencia cultural del sustrato aborigen y la situación de los indígenas en la actualidad es similar a lo largo del subcontinente. También lo ha sido la realidad económica, social y política que han vivido las diversas partes de la región a lo largo de la historia. Además de la colonia con el correspondiente exterminio indígena y la introducción del mercado negrero y la importancia de la presencia afrodescendiente en la actualidad, ambas partes de la región han vivido etapas de dictadura militar, que en Brasil comenzaron en el año 64 y se extendieron hasta 1985.

Similares son la situación de crisis económica, desigualdad endémicas y hegemonía de las políticas neoliberales, así como la crisis social reflejada en las ciudades, con sus paisajes de favelas, barrios o villas miseria, donde campa la violencia.

Estos elementos son los que componen unas señas de identidad, más allá de si la misma se exprese en portugués o español; sin embargo cuando se habla de Latinoamérica como reflejo de una identidad colonial y neocolonial, es frecuente que el gigante brasileño, con sus más de 190 millones de habitantes, quede excluido.

La crítica a la economía neoliberal como elemento identitario

Como dice Adolfo Colombres (América como civilización emergente), "los pobres de la tierra, en vez de intercambiar valores y experiencias de vida, rivalizan entre sí por quedarse con los mendrugos que posibilitarán su subsistencia. Algo así sucede con la rivalidad entre Brasil y el resto de la región en cuanto a su pertenencia o no al constructo ideológico e identitario que se ha llamado Latinoamérica".

A lo largo de las líneas siguientes veremos que diversos proyectos de resistencia a lo que Bordieu denomina"invasión neoliberal" han sido puestos en marcha en Brasil. Rechazar la hermandad identitaria supone de alguna forma rechazar, o al menos desconocer, la importancia de las conquistas de Brasil como elemento fundamental para la crítica al neoliberalismo y la consideración de Latinoamérica, ya no como laboratorio de experimentos neoliberales, sino precisamente al contrario, como laboratorio de experiencias de crítica al neoliberalismo; por otra parte generalizables al resto de la región.

Otro mundo es posible

Hablar de iniciativas de resistencia frente al neoliberalismo supone hablar de Brasil y concretamente de Porto Alegre, capital del estado de Rio Grande do Sul, donde se han desarrollado importantes experiencias de democracia participativa

Una de las experiencias más importantes es el denominado Presupuesto Participativo, calificado por Andrea C.M. de freitas (La Experiencia de Democracia Participativa de Porto Alegre"como proyecto político-social que privilegia la participación ciudadana en la gestión del municipio; como modelo de gestión de los recursos públicos y de las necesidades de la sociedad civil; y como una actividad de vocación eminentemente comunicativa y pedagógica volcada al compromiso social con la participación".

Hablar de Porto Alegre supone hablar del Foro Social Mundial; plataforma desde la cual los diversos grupos contrarios a la hegemonía y globalización neoliberales plantearon objetivos globales y cohesionaron sus acciones locales en un movimiento llamado altermundismo. En este foro internacional, que se reunió en Porto Alegre desde el año 2001 hasta el 2007, nació la frase “otro mundo es posible” y en él se plantearon experiencias y se definieron líneas de acción para su construcción.

Por último, hablar de Porto Alegre es hablar de Dilma Roussef, la mandataria del país, cuyos orígenes y desarrollo político se encuentra vinculado a esta ciudad y a las experiencias políticas en pro de la democracia participativa aquí desarrolladas.

A todo ello habría que sumar la de la propia experiencia de Lula que, pese a las amenazas o presiones de los mercados y a diferencia -por ejemplo del presidente español José Luis Rodríguez Zapatero- supo desarrollar una política de marcado corte social y lograr una solidez económica mayor que la de su antecesor Cardoso, pese a la metódica aplicación del consenso de Washington por parte de este último.

 

Antonio Ureña García

naantees@gmail.com

Acerca del autor: Antonio Ureña García es Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Licenciado en Historia (Especialidad Historia del Arte). Profesor de Música. Investigador en Ciencias Sociales, especialista en Latinoamérica; región donde ha realizado diversos trabajos de investigación así como actividades de Cooperación para el desarrollo como Asesor en el municipio de Páez, Edo. Miranda, Venezuela.

Sobre el autor

Antonio Ureña García

Antonio Ureña García

Contrapunteo cultural

Antonio Ureña García (Madrid, España). Doctor (PHD) en Filosofía y Ciencias de la Educación; Licenciado en Historia y Profesor de Música. Como Investigador en Ciencias Sociales es especialista en Latinoamérica, región donde ha realizado diversos trabajos de investigación así como actividades de Cooperación para el Desarrollo, siendo distinguido por este motivo con la Orden General José Antonio Páez en su Primera Categoría (Venezuela). En su columna “Contrapunteo Cultural” persigue hacer una reflexión sobre la cultura y la sociedad latinoamericanas desde una perspectiva antropológica.

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