Opinión

Carta abierta a un gobierno despiadado

Gloria Gaitán Jaramillo

20/08/2014 - 11:20

 

Carta abierta a un gobierno despiadado

Monumento a Jorge Eliecer Gaitán / Pueblo Bello (Cesar)Señor Presidente,

Bañada en lágrimas y con el alma destrozada he leído la carta cruel, con sabor burocrático e indolente que, con membrete del “Alto Comisionado para la Paz” de la Presidencia de la República, recibí anoche como respuesta a mi petición a la Mesa de Paz, para que se me incluya en una de las delegaciones que están invitadas a La Habana para exponer, frente a frente a mis victimarios, las atrocidades a las que el Gobierno Nacional y Distrital y la Universidad Nacional nos han  sometido a mis hijas y a mí, por ser las herederas directas de Jorge Eliécer Gaitán, pidiendo que cese la persecución con el silencio cómplice de los grandes medios de comunicación y que se nos haga justicia y reparación.

El propósito del gobierno ha sido, como lo han manifestado por escrito y con toda claridad, la de sepultar la memoria de mi padre, teniendo como efecto y daño colateral la búsqueda de mi destrucción moral e incluso física, amenazándome si persisto en conservar su memoria. No les bastó asesinarlo, ahora se empeñan en enterrar su memoria y para ello buscan aniquilar a sus descendientes.

Y que no se me diga que el gobierno no busca hacer extirpar el recuerdo de mi padre de la memoria popular. Lo dijo el mismísimo profesor Alejo Vargas, uno de los encargados de escoger a las víctimas que, según esa comisión, “merecen ser escuchadas” en La Habana. En efecto, el diario ADN, que informó sobre el abandono en el que está el monumento anexo a la Casa-Museo, llamado El Exploratorio, anotó:  “El Centro que se haría alrededor de la casa donde vivió el Caudillo y que hoy es un museo, no es más que un edificio abandonado. Es así como, 25 años después, la visionaria idea de la heredera de Gaitán para que su padre no fuera confinado a un museo está en el limbo. “No quiero una estatua, las estatuas son sarcófagos ideológicos, lo que quiero es un edificio que construya una nueva cultura. El Exploratorio es un complejo arquitectónico para forjar una cultura participativa, el diseño hace que la gente se apropie de los espacios”, explica Gloria Gaitán. Para ella, las diferentes gestiones y líderes políticos vienen sepultando la memoria de su padre, y muestra de ello es el edificio inconcluso”.

Y añade el diario: “Concuerda con este planteamiento el profesor de Ciencia Política de la Universidad Nacional, Alejo Vargas. “El Centro que se pensaba construir es un reflejo de cómo para las élites políticas posteriores no es una prioridad guardar la memoria de Gaitán…” (Ver artículo completo en anexo).

Varios informes señalan que la Universidad Nacional está dejando que se caiga lo ya construido de este monumento, que va en un 85 % de su primera etapa con dineros de los contribuyentes, para cambiarle su destino a ese espacio público dedicado a continuar el propósito de mi padre de preparar la cultura popular para poner en marcha una democracia directa, modificando este objetivo por el de un centro de altos estudios a los que no tendrá acceso el pueblo humilde por el que entregó su vida mi padre.

La carta a que me estoy refiriendo  afirma textualmente “que estas delegaciones (las que viajarán a La Habana) no pretenden representar a los millones de víctimas que nos ha dejado el conflicto armado” (sic). Entonces, pregunto yo ¿nos quedaremos sin representación quienes, por ser gaitanistas y, además, familiares directos del líder popular, hemos padecido sucesivamente y a lo largo de siete décadas el Genocidio, el Magnicidio y ahora el Memoricidio? Ha sido un viacrucis interminable, mientras se nos niega, sistemáticamente y con descaro, la verdad, la justicia y la reparación.

Mis denuncias por los efectos colaterales que mis hijas y yo hemos sufrido en desarrollo de las políticas gubernamentales de MEMORICIDIO, encomendadas en su ejecución a la Universidad Nacional, las han tergiversado por medio de la Unidad de Víctimas, convirtiéndolas en limitada victimización de “amenazas de los paramilitares”, para eludir la responsabilidad directa y actuante del Estado, en la misma forma en que han pretendido, a lo largo de los años, encubrir su culpabilidad en el origen del conflicto que viene padeciendo Colombia. Pero, a pesar de que mi reclamación como víctima colateral del memoricidio infligido a la herencia ideológica e histórica de mi padre ha sido mutilada, el hecho mismo de estar incluida por amenazas en el Registro Único de Víctimas mediante resolución No 2012-40215 del 16-11-12 me hace merecedora, junto con el pueblo gaitanista, a la justicia, la reparación y la no repetición, de que habla la Ley 3448 de 2011.

Han quedado en la impunidad tanto el asesinato de mi padre como los asesinatos de sus seguidores, que se cuentan por millares. Hicieron desaparecer el expediente original del juzgado penal que llevaba el caso de mi padre para que no quedaran huellas de los deliberados subterfugios a que apelaron para esconder el complot que llevó a cabo el crimen. De mil maneras se han propuesto – y lo han logrado en parte -  hacer desaparecer el Archivo Gaitán que guarda los originales probatorios del genocidio a los seguidores de mi padre, ejecutado por el Estado en forma sistemática, generalizada y premeditada.

El gobierno oficialmente decretó en el año 2003 la anulación de TODAS las normas expedidas para honrar la memoria de mi padre y, en forma ilegal, le entregó a la Universidad Nacional un bien que no era suyo, ni nunca lo ha sido: la Casa-Museo Jorge Eliécer Gaitán, donde el Estado y la Universidad Nacional han protagonizado toda clase de infamias contra el líder popular y su familia, así como la confiscación de los bienes que heredé de mis padres (como lo comprobó la Fiscalía 200) y mis pertenencias personales que, sin éxito, ordenó devolverme el Juzgado 65.

En el caso del gaitanismo y de la familia del líder popular, quienes deciden si somos víctimas merecedoras de ser escuchadas o no, son los mismos que nos han victimizado. Son  jueces y parte de la victimización, por lo tanto es lógico, pero no justo, que se nos margine.

Si nos atenemos a las comprobaciones hechas por la neurociencia, que nos han demostrado mediante investigaciones de punta, que los seres humanos actuamos movidos por nuestra herencia mental subconsciente, parece ser que el Presidente Juan Manuel Santos – y sobra la documentación que lo demuestra – lo que está gestando en la Mesa de Paz de La Habana, al negarnos la posibilidad de que se haga justicia y reparación con el gaitanismo y con la familia del líder asesinado, es tomar revancha por el hecho de que en 1947 su tío abuelo, el doctor Eduardo Santos, hubiera sido derrotado contundentemente por mi padre y el Movimiento Gaitanista en las elecciones de Asambleas, Senado y Cámara, lo que, sintiéndose “destronado” y humillado,  lo llevó a autoexiliarse en París, esperando – como él mismo lo dijera – mejores momentos para regresar a Colombia. Lo que hizo inmediatamente después del asesinato de mi padre el 9 de abril de 1948, cuando quedó abierto el campo para que regresaran a la dirección oligárquica y reaccionaria del Partido Liberal, una vez desaparecido el obstáculo que representaba mi padre, razón por la cual ahora pretenden sepultar su memoria.

¿Cree Ud., Señor Presidente, que el Estado y la Universidad Nacional reparan la pérdida familiar y política de mi padre exhibiendo a manera de escarmiento y con gesto amarillista, en el sitio mismo donde yo recuerdo a mi padre cuando le echaba discursos a mis muñecas, el traje ensangrentado de mi padre que llevaba puesto el día en que lo asesinaron, crimen que aún ha quedado en la impunidad y que el actual Fiscal General de la Nación y los que lo antecedieron se han negado a declararlo “crimen de lesa humanidad”, como lo señalan ellos mismos en las cartas que me han enviado?

¿Cree Ud., Señor Presidente y miembros de las Mesas de Paz de La Habana: Gobierno y FARC, que están reparando mi honda e indeleble pena, que no me han permitido cicatrizar, como tampoco ha podido hacerlo el país, razón por la cual lleva siete décadas el conflicto, prohibiéndonos a mi familia y a mí entrar a la Casa-Museo e impidiéndonos depositar flores en la tumba de mi progenitor y que, cuando hemos intentado hacerlo, la Universidad Nacional ha llamado a la policía que se ha presentado con gases lacrimógenos para expulsarnos? La escena está filmada, además de que escondieron y destruyeron los libros y documentales que una hija mía y yo elaboramos para conservar la memoria de nuestro respectivo padre y abuelo.

Ante esa actitud hostil, victimizante, humillante y agresiva no me queda más que repetir lo que mi padre le dijera al presidente genocida Mariano Ospina Pérez, que se aplica hoy como ayer: “Malaventurados los que tras la bondad de las palabras esconden el rencor contra su pueblo, porque ellos serán señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la historia”.

Compatriota maltratada,

 

Gloria Gaitán Jaramillo

gaitanjaramillogloria@yahoo.es

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