Opinión
Editorial: Esas rupturas que dan vida a la música vallenata

Cada dos o tres años, estalla en el folclor vallenato una serie de implosiones que alteran seriamente el rostro de sus máximas agrupaciones. Convulsiones insospechadas, pero a la vez anheladas y temidas, de consecuencias imprevisibles y espectaculares.
Lo que ocurrió estos primeros días de noviembre en el grupo de Martín Elías y Juancho de la Espriella suscitó en la opinión pública lo que suele pasar cada vez que se presenta un cambio significativo en los escenarios: unas desaforadas ganas de expresarse, opinar y pronosticar sobre el futuro del folclor o el devenir de uno de los cantantes, sin que necesariamente ninguno de los dos se vean expuestos a un peligro inminente.
Las grandes rupturas del folclor provocan un efecto dominó en las agrupaciones conexas, al igual que una ola en un estadio de futbol, y terminan en una catarsis generalizada donde hasta el más renuente espectador expresa sus sentimientos.
Y así es como la escena vallenata se anima de repente con los pronósticos y premoniciones de los más dados a la palabra. Este momento se equipara a otra imagen futbolística: ese preciso instante en el que los mercados hablan y los fichajes acaban con un equipo o dan cabida a otro más competitivo.
El acordeonero de uno puede irse con otro, y las recientes uniones verse truncadas por unos intereses o sentimientos espontáneos. Martín regresa con Rolando, Rolando deja al Mono, Juancho saluda a Silvestre. Silvestre sigue con Luca. Franco contacta con el Mono. Elías responde al Mono. Sergio desmiente al rumor de una radio, así sucesivamente hasta que todas las agrupaciones se ven envueltas en una serie de deslices inconfesables.
Las rupturas se han convertido en un espectáculo –casi en vivo gracias a las redes sociales– en el que muchos artistas se expresan con vehemencia y sueltan las declaraciones más ponzoñosas, muchas veces incentivados por las personas de su alrededor o los mismos managers, esas figuras que sugieren o apuntan a aventuras con un simple fin económico.
Pero, más allá de esas rupturas que entretienen al público y dan vida al folclor, que permiten que el chisme se exprese con toda naturalidad, es recomendable pensar en uniones fuertes y poderosas, donde reine la confianza y el respeto, el gusto por la excelencia musical y el deseo de trascender con disciplina y novedad, para primero responder al gusto del público y, luego, proyectarse a nivel nacional e internacional.
Las nuevas parejas musicales no solo deben regirse por el capricho de un instante, el rechazo de un cantante o la perspectivas de ganancias en una temporada, sino también por la manera de concebir el trabajo diario, el fruto de una inspiración y el amor por una expresión de carácter cultural.
PanoramaCultural.com.co
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