Opinión
Colombia, un país sin justicia
El artículo 1 de nuestra constitución política reza que Colombia es un estado social de derecho, lo que nos plantea la búsqueda de la convivencia a partir del respeto y garantía de los derechos humanos.
Pero, a pesar de esta disposición constitucional, la realidad es otra. Encontramos que desde el 9 de octubre los empleados de la rama judicial se encuentran en paro, debido al incumplimiento del gobierno nacional en la nivelación salarial, la mejora en las condiciones laborales y las denuncias sobre la burocracia existente en la fiscalía general de la nación.
Debido a esta parálisis más de 30 mil procesos se encuentran estancados, más de 3 mil audiencias no se han podido realizar, lo que conlleva a la vulneración de derechos fundamentales a muchas personas que esperan que la justicia les defina su situación, circunstancias que preocupan y se dificulta cada día más si analizamos que se acerca el mes de diciembre y la rama judicial entrara en su famosa vacancia judicial.
Es injusto que se presente ésta situación en un estado de derecho, pues se establece que el Estado está sujeto al derecho, toda vez que es un gobierno de leyes, que no gobiernan los individuos, sino que se está bajo la directriz de las normas del estado, pero: ¿qué directriz pueden establecer las normas si los responsables de hacerlas valer, respetar y garantizar se encuentran en un cese indefinido de actividades?
En nuestro país todos los habitantes soñamos y demandamos alcanzar la tan anhelada paz, debido esto, decidimos renovar la confianza en el gobierno del presidente Santos, a diario exigimos el cese de las acciones armadas y la construcción de una sociedad en paz que nos garantice un mejor futuro para las nuevas generaciones. Pero es insólito y absurdo pensar en un país en paz y armonía si no contamos con un sistema de justicia transparente, consolidado, firme y en pleno funcionamiento.
Debemos tener claro que la justicia es el mecanismo que nos permitirá resolver nuestros conflictos y reparar a las víctimas de más de 50 años de guerra injusta; por ello se convierte en la pieza indispensable e imprescindible para que gocemos de un país lleno de desarrollo, progreso, mejoramiento de las condiciones de vida de sus habitantes y podamos convivir en paz.
Por ello se hace necesario que el gobierno nacional y nuestros queridos congresistas tomen cartas en el asunto y mancomunadamente con las altas cortes, fiscalía, procuraduría, la rama judicial, las facultades y los profesionales de derechos trabajen en una verdadera reforma que garantice un verdadero pacto nacional por la justicia, que permita la modernización de los procesos judiciales, la descongestión de procesos y la contratación de más jueces para acabar con la escasez de estos en más de 350 municipios del país.
Si el país no trabaja mancomunadamente en una verdadera reforma a la justicia desafortunadamente los anhelos de paz en Colombia los veremos más como una utopía que en una realidad, porque un país donde reine la injusticia y la desigualdad social no puede construir la paz y armonía entre sus habitantes.
Diógenes Armando Pino Sanjur
Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Sanjur
Tamalamequeando
Diógenes Armando Pino Sanjur, más conocido como May Francisco, nació el 24 de junio de 1976 en un pueblo mágico lleno de historia, cultura y leyendas situado en la margen derecha del Río Magdalena llamado Tamalameque. Hijo de los docentes Diógenes Armando Pino Ávila y Petrona Sanjur De Pino, tiene 2 hijos, May Francisco y Diógenes Miguel, los cuales son su gran amor, alegría, motor y mayor orgullo. Abogado de Profesión, despertó su interés con la escritura de su padre quien es escritor e historiador, se declara un enamorado de su pueblo, de su cultura (la tambora) y apasionado por la política como arte de servir.
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