Opinión

Anticolombianismo (primera parte)

María Jimena Padilla Berrío

25/11/2014 - 06:10

 

Antes, cuando me preguntaban sobre alguna “hazaña” que hubiera hecho, buscaba metódicamente cualquier aprieto y lo narraba, pero para mí no eran gran cosa, bobadas de última hora que, con un poco de afán y tenacidad, salían. No las consideraba proezas, pero había que decir cualquier cosa, lo que cambió radicalmente desde un domingo 27 de Julio que pintaba ser normal, salvo que madrugué un poco más a comprar mi tiquete ida y vuelta a San José de Costa Rica, viaje previsto para el lunes 4 de Agosto.

En realidad, pendiente de algunas cosas y esperando que se definieran otras, postergué tanto la compra del tiquete hasta el punto que terminé comprándolo casi faltando una semana. Pagué mi tiquete en línea, revisé mi correo para corroborar que me había llegado la confirmación del pago y, cuando me disponía a abandonar el correo, llegó uno con un encabezado que me dejó casi en shock: “requisitos visado Costa Rica”.

¡Tiene que ser una maldita broma!, me dije de golpe, mientras el pánico y la rabia contra mí misma se apoderaban de mí… Abrí el correo vacilante y me fui a la página del Ministerio de Relaciones Exteriores. Efectivamente, no era una broma, a una semana de emprender el viaje parece que había olvidado lo más importante. ¡La visa! Llamé a la agencia y cancelé el tiquete, desbaraté la página de la Embajada de Costa Rica y envié correos a diestra y siniestra… A Dios y al diablo debieron haberle llegado unos cuantos.

Entre resignación y determinación transcurrió mi domingo, terminé sin uñas, y a la espera de un “de pronto”… Pues bien, el lunes temprano pedí la cita siguiendo las indicaciones de la página de Costa Rica, según el protocolo, después de pedir la cita me la asignaban a los 10 días hábiles. ¡Hábiles! Tenía a lo sumo 5 días hábiles para surtir todo el trámite, y me decían que apenas eran 10 días para asignarme la cita y empezar a recoger documentación.

Ese lunes me contestaron correos de toda parte y yo envié como el doble a todos lados. El mensaje de “asignación de cita” seguía sin llegar y ya empezaba a resignarme, pero la lucharía hasta el final. Salí de la oficina a las 5, me fui a hacer un par de cosas y, al regreso a casa, como a las 9, me digné a mirar el correo y ahí estaba: “asignación de cita para viernes 1 de Agosto”. ¡Lo logré! Ahora “solamente” faltaba reunir las mil y una cosas que pedían, pero eso también lo logré después de mucho correr.

El jueves por la noche, en el último vuelo, salí con rumbo a Bogotá para presentarme a la Embajada el viernes, lo que me dejó apenas con tres días para reunir la documentación, que por cierto, como nunca falta, pidieron papales burocráticos, de esos que también después de solicitados demoran 4 o 10 días hábiles para entregar. Al día siguiente, después de otros 4 o 5 impases, tenía visa. Todavía me pregunto cómo lo logré, fue una semana intensa, hubo momentos en los que me provocaba sentarme en un andén, tirar los papeles y ponerme a llorar, de esas niñadas en las que uno quiere que llegue la mamá y se encargue de todo, pero me acordaba que ya estaba grandecita y me tocaba tragarme mis sapos y continuar…

Sí, la rabia que sentía por momentos era hacia mí… ¿Cómo rayos no se me ocurrió consultar antes? Y la respuesta, muy folclórica pero nada justificante: ¿Nos piden Visa… En serio, ¿los ticos nos piden Visa? ¡Visa para Costa Rica! ¡Impensable! No era que estuviera subestimando el país destino, simplemente… ¿Costa Rica? Y sí, por ratos me reía, por ratos me desesperaba, pero sí, haga la fila…

Yo no entendía por qué nos pedían visa, se supone que es una manera de controlar quién ingresa a un país, pero ello obedece a unas circunstancias, no a la imaginación y el capricho de un papel. Pues bien, lo entendí cuando llegué a Costa Rica, donde compartí con ticos, y los colombianos que se me atravesaron, mi chocoaventura de la Visa. En realidad nunca me imaginé que la situación hubiera sido así, pero quién lo creería, terminé defendiendo a los ticos en su exigencia del visado… (Continuará).

 

María Jimena Padilla 

@MaJiPaBe

 

Sobre el autor

María Jimena Padilla Berrío

María Jimena Padilla Berrío

Palabras Rodantes

Economista de la Universidad Nacional de Colombia, cuasiabogada de la Universidad de Antioquia. Soñadora incorregible, aventurera innata, errante. Guajira de cuna, crianza y corazón, ama su cultura como al coctel de camarón. Investigadora, melómana, cinéfila y bibliófila. Su mayor placer es deslizar un lápiz sobre un papel.

@MaJiPaBe

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

La paz no es una palabra

La paz no es una palabra

La palabra Paz se ha vuelto tan común al oído de todos, que poco entendemos lo que realmente significa y su poder transformador. Se...

La plata vuelve inteligente a la gente

La plata vuelve inteligente a la gente

Mucho se ha escrito sobre la eterna parranda costeña, sobre la parranda de música de acordeón, esa parranda eterna que los marimbero...

Maestro Palmera, quedé esperándolo en sucesiones

Maestro Palmera, quedé esperándolo en sucesiones

  Hablar de Jesús Alberto “El Chuni” Palmera, es hablar de un hombre vertical, de convicciones claras, es hablar de academia, ...

Los 109 de Rita Contreras: bendito 31 de octubre que la vio nacer

Los 109 de Rita Contreras: bendito 31 de octubre que la vio nacer

Las mujeres históricamente han logrado abrir muchos de los caminos que en la actualidad transitamos las mujeres; caminos que aún tien...

“Bailen con letra”, dice Juan Bautista Madera

“Bailen con letra”, dice Juan Bautista Madera

  A riesgo de que los más expertos vallenatologos me tilden de hereje, me atrevo afirmar que una de las más importantes diferencias...

Lo más leído

El origen de la deliciosa tres leches

Verónica Machado | Gastronomía

Las tuquecas de cualquier lugar

Rodrigo Rieder | Medio ambiente

Un paseo por el cementerio San Miguel de Santa Marta

Joaquín A. Zúñiga Ceballos | Turismo

La narratividad en las canciones de Luis Enrique Martínez Argote

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Música y folclor

Poética de Carlos Vives en el Canto vallenato

José Atuesta Mindiola | Música y folclor

Contiendas en la música vallenata

Luis Carlos Guerra Ávila | Música y folclor

La crónica en el Caribe colombiano

Lina Vega-Estarita y Marta-Milena Barrios | Periodismo

Aquella “Sombra perdida” que encontró El Binomio de Oro

Juan Rincón Vanegas | Música y folclor

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados