Opinión
Editorial: El Fantasma del crecimiento sin desarrollo
En estos últimos 3 años, hemos visto que la Costa Caribe de Colombia –y en especial la ciudad de Valledupar- han entrado en una etapa de crecimiento sostenido, con grandes inversiones inmobiliarias y anuncios importantes de empresas nacionales.
Los proyectos de vivienda y los centros comerciales representan el grueso de este boom rejuvenecedor, que aporta vitalidad a las ciudades, y sobre todo, proyección para encarar grandes retos sociales.
Sin embargo, algunos indicadores muestran con contundencia que este crecimiento es un avance meramente económico. A un lado han quedado aspectos tan importantes como el civismo, la educación y la convivencia.
Un ejemplo destacado de las últimas semanas: la cancelación definitiva en Valledupar de los ciclo-paseos organizados cada jueves en la noche. Esta cita destacada en la Agenda de Valledupar -que llegó a reunir a cerca de mil personas entorno a una afición tan saludable y noble como la bicicleta- terminó siendo víctima del vandalismo de una minoría de jóvenes.
Descaros, enfrentamientos con las autoridades y actos irresponsables que ponen la vida de personas en peligro han hecho reflexionar a los líderes de este evento y optar por su anulación.
Pero éste no es el único ejemplo. El Carnaval de Valledupar también ha padecido el asedio de bandas juveniles dedicadas al sabotaje y la intimidación, de tal forma que la misma alcaldía ha preferido discontinuar su apoyo.
El aumento de la inseguridad -relacionado con la impunidad de numerosos delitos callejeros- ha aislado diferentes sectores de la ciudad y atrofiado muchos proyectos sociales y culturales.
Lo inquietante es que el vandalismo no se limita a ciertos eventos. El vandalismo es expansivo, desafiante y codicioso, y, como bien fue expuesto en las tertulias matutinas de Radio Guatapuri el pasado viernes 28 de noviembre: si no se actúa contundentemente, es muy posible que esta espiral termine contagiando a todo, inclusive el Festival Vallenato.
En un artículo titulado “La violencia como paisaje cotidiano”, del Dr en Ciencias de la Educación Antonio Ureña García, se detallan los pasos seguidos por la administración de Antanas Mockhus en Bogotá para reducir el incivismo y el irrespeto hacia las autoridades.
Como bien lo explica el autor, los resultados de la administración bogotana se debieron al diseño de una política pública integral de seguridad basada en la convivencia ciudadana, en la educación, e introduciendo el sentido de corresponsabilidad en las instituciones. Y no solamente por vía de recompensas a delaciones o incrementando el control policial (medidas cortoplacistas que se han mostrado ineficaces en muchas ciudades del litoral caribeño).
No podemos seguir cancelando eventos, refugiándonos en el interior de nuestras casas, a la espera de que la ola de incivismo se apacigüe. Es preciso salir con una nueva actitud y nuevos proyectos para transformar este crecimiento económico en desarrollo para todos.
PanoramaCultural.com.co
0 Comentarios
Le puede interesar
Lo bueno y lo malo del cd de Elder Dayán
Como lo anunciamos la semana pasada, y convencidos de que realmente vale la pena realizar un análisis sobre el reciente trabajo mu...
En defensa de Silvestre
No necesito la extensión que empleó en su columna de Soho el señor Alberto Salcedo Ramos para agraviar, ofender, calumniar, juzg...
El Cesar tiene sed
La semana pasada salió un diagnóstico que desnuda la situación del Cesar frente al alcance de los diecisiete ODS que están inte...
Timoratos y sexualidad
Viendo el programa «Pregunta Yamith», donde entrevistaba al doctor y director del DANE, Mauricio Perfetti del Corral, y después en...
Bits y microchips de guerra
Dilma Rousseff en su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York el 24 de septiembre de 2013 manifestó su rec...