Opinión

Yo tenía un amigo

Fabio Fernando Meza

04/03/2015 - 06:30

 

Campeón, un abrazo de amigo, un abrazo de hermano, donde quiera que estés. Hoy decidí escribirte para decirte todo lo que se me está pudriendo en el corazón y que, cuando tuve la oportunidad de hacerlo, no lo hice pensando siempre en el mañana. Sí, ese mañana que un día no llegó para ti.

Nunca me gustó el nombre que llevabas y menos el signo zodiacal bajo el cual naciste, ni el elemento cósmico regente de tu vida. Por eso no te llamé nunca por él, entre otras cosas, porque me recordabas a un asesino alemán famoso por defender su raza aria a base de crímenes y no sé qué más bajezas.

Siempre creí que nuestra amistad estaría más allá de todo y lo sigo creyendo a pesar de que hay todo un universo de por medio entre nosotros.

Todo ha cambiado desde tu partida. En el pueblo amanece más temprano, ya no hay esas masas de arenas por las calles que sólo ese detalle las comparaba con el desierto, porque ahora están casi convertidas en desiertos de pocas arenas requemadas por el inmenso calor.

Ya no se quieren ni se respetan los compadres con las comadres y a veces dicen: “pongamos a un ladito por un ratico nuestro sacramento y hagamos lo que nos está pidiendo la pasión”; y falta poco para no saber cuál es el padre o cuál es el hijo entre quienes pelean a puño limpio o discuten en la cantina.

Si estuvieras aquí, ya no nos tiraríamos en cualquier parte a dormir la siesta sagrada de las 2 de la tarde porque quizás no hay dónde. Yo prefería el pretil de la escuela y tú la arena de la calle.

Campeón, la luz en el pueblo ahora es artificial y no como aquella noche que me enamoré y canté al compás de una guitarra. Tú estabas ahí. Lo recuerdo bien. También te enamoraste aunque en cuestiones de amores cuando yo apenas iba ya tú venías, y mi abuela te espantaba con la escoba a todas tus enamoradas hasta sacarlas de la casa inmensa de patio grande.

Era la época de bailar lambada, vallenatos sabrosos con letra y melodía que se podían dedicar a la novia, la salsa del Joe Arroyo, del cabello largo y de Café con aroma de mujer.

Tú no le temías a los fines de semana ni a los días de fiesta en el pueblo, al contrario, creo que los añorabas para lucirte. En cambio yo no dormía pensando que los borrachos se fueran a robar una gallina en el patio para el sancocho

Recuerdo mi primera cita amorosa y estaba tan nervioso que esa vez olvidé hacer algo que todavía olvido y me lo recordaste: péinate, me dijiste

No has estado cuando me gradué de bachiller, tampoco cuando fui soldado de Colombia en la II Brigada del Ejército Nacional. Pero sí cuando tomé la primera comunión y la vez que me negué con todo y obispo a bordo a hacer el sacramento de la confirmación porque no le encontraba ningún sentido. Todos se resintieron conmigo menos tú.

A veces cierro los ojos y vuelvo a vivir la escena cruel y dantesca cuando el carro fantasma te pasó sus llantas por encima. Descansabas como era tu costumbre, tirado en la arena frente a la puerta de nuestra casa que en aquellos tiempos felices era de palma y bahareque. Agonizaste algunos días y luego te fuiste sin resentimientos, sin tus nueve noches de interminables rezos, sin una misa de caridad, sin nadie guardándote luto. ¡Qué falta haces, Campeón!.

Lloré cuando alguien dijo “tu amigo se fue”, y vagué por ahí con la cabeza gacha y las manos metidas en los bolsillos del pantalón buscando por todos los rincones razones a tu partida.

En mis noches de nostalgia me pregunto si habrá un cielo para ti sin importar tu raza, tu credo o tu inclinación política.

Campeón, siempre recordaré tu nariz pegada al suelo buscándome sin consuelo. También llevaré por siempre en mi mente que cuando me encontrabas, brincabas, saltabas y sonreías contento. Te extraño, Káiser.

Tu siempre amigo, tu siempre hermano,

 

Fabio Fernando Meza 

Sobre el autor

Fabio Fernando Meza

Fabio Fernando Meza

Folclor y color

Cronista colombiano originario de San Fernando (Santa Ana, Magdalena). En esta columna encontrar textos sobre la música vallenata, su historia y sus protagonistas, así como relatos cortos que han sido premiados a nivel nacional e internacional.

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

El poder

El poder

La palabra poder, para bien o para mal, ha movido el mundo desde los tiempos de la creación hasta nuestros días. Primero fue el poder...

La escoba para barrer

La escoba para barrer

  Crecí viéndola, pese a su pequeñez existencial, pues aparecía de y por cualquier lado. Representaba el moverse sin parar en pro...

Que el polvorín electoral no siga opacando la oscura justicia

Que el polvorín electoral no siga opacando la oscura justicia

  El revuelo causado por el caso del empresario  cesarense, Carlos Mattos, quien se encuentra privado de la libertad en la penitenci...

Siguiendo mi carcoma: buscando melodía

Siguiendo mi carcoma: buscando melodía

  Las Sabanas de Sucre, Colombia, amanecieron con un alba brumosa, el astro rey se desperezaba, tímidamente, dando a entender que aq...

Un reencuentro en Rivera

Un reencuentro en Rivera

  Es posible que algunos de mis compañeros seminaristas aún  recuerden aquel remoto día en que en pleno salón de clases y  en u...

Lo más leído

La historia de la pizza

Verónica Salas | Gastronomía

Los secretos de la caja vallenata

Redacción | Música y folclor

La fiesta de Halloween y su significado

Redacción | Ocio y sociedad

Vallenato: un lenguaje musical en constante evolución

Héctor Manuel González Cabrera | Música y folclor

Edilberto Daza Gutiérrez: el orgulloso patillalero de La conquista

Eddie José Dániels García | Música y folclor

Pepe Castro, el cronista de la Plaza Mayor

José Atuesta Mindiola | Patrimonio

Barranquilla y la Farándula

José Antonio Nieto Ibáñez | Literatura

Petrona Martínez, las penas que nunca fueron tristes

Guillermo Valencia Hernández | Música y folclor

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados