Opinión
Del perenne festival y otros convites
"Cuando la vida te presenta razones para llorar, aparecen festivales que te dan mil y una razones para gozar."
¿Qué sería de la vida social si no fuese porque existen los festivales populares que traen a la comunidad cada año y en determinado momento un espacio en el tiempo para relax y esparcimiento de sus gentes y con ello de paso se neutraliza momentáneamente el pensamiento y hasta acciones sobre la situación real que se está viviendo, fantaseando en un universo de abundancia, jolgorio, alegría que produce la música, los disfraces, las flores, la belleza, el sentimiento patrio, estimulados por unas cuantas copas de licor o jarras de cerveza suficientes para crear ese ambiente fiestero que se transmite aun a quienes no ingieren néctares embriagantes pero que sí estimula una economía aparente, nacida en el consumo impulsado de comestibles, líquidos, artesanías, cacharros y todo aquello susceptible de traer al jaranero esa sensación que quiere obtener de un festival: Regocijo y despreocupación, así el mundo a su alrededor esté a punto de colapsar?
Colombia tiene a lo largo de todo el año sus particulares fiestas, festivales, carnavales, ferias, aguinaldos, torneos, desfiles, días de…, y reinados en cada región que esperanzadoramente producen en la clase emergente la idea de mejoramientos sociales y económicos pero que, más que eso, dan oportunidades de obtener utilidades desde los recicladores hasta grandes empresas que satisfacen su razón de ser, indiferentes si la lata de cerveza, el aguardientico o Whisky se toma en Valledupar en abril, en Pasto o Manizales en enero, agosto en Medellín, el que más en febrero, por toda la costa Caribe derivándose de Barranquilla o en la feria de Cali de diciembre.
Lo interesante es que cualquier manifestación de alegría que involucre a la comunidad en sí, nace y se reproduce en su misma esencia popular con anuencia o no de los gobiernos de turno, quienes solo tienen la capacidad de prohibirlos o limitarlos en ejercicio de su poder cuando de su conveniencia se trata, o mediante partidas especiales contribuir con el gasto a incentivar políticas de consumo beneficiadoras de la economía regional. Lo cierto es que el resultado final solo es posible de ser evaluado por cada uno de los que directa o indirectamente participan del jolgorio resumidos en la conocida premisa filosófica, “solo el que lo goza es el que lo vive.”
A todo esto y con tanto festín aun por venir, así la sociedad, economía, política de la nación tengan partes de su cuerpo integral con adoloridos y enfermos elementos en cuidados intensivos, lo único que gobiernos desafortunados o legitimados nunca podrán hacer es quitarle al pueblo los sueños de vivir en un país libre de alimañas usurpadoras del poder soberano y bajo el imperio de la corrupción y el crimen.
Solo que con tanto festival, que da para iniciar el año en un parrandón y continuarlo día a día en diferentes regiones del territorio nacional hasta finalizar el año bailoteando, toreando, cabalgando y libando para reiniciar el periplo, falta en Colombia el festival más importante que integraría toda la soberanía en un solo tiempo y bajo un mismo propósito. El Festejo permanente de la paz… Paz.
Un Festejo nacional que comience un día y continúe intermitentemente sin alusiones a treguas mentirosas, declaraciones de altos funcionarios favoreciendo delincuentes y delitos, con elecciones armónicas de políticos serios, cumplidos y los indeseables narcoterroristas expatriados proscritos y alejados de toda injerencia social, política y económica.
La paz sería una rumba y el festival vallenato su inspiración. Ay hombe´…
Alfonso Suárez Arias
@suarezalfonso
Sobre el autor
Alfonso Suárez Arias
Aguijón social
Alfonso Suárez Arias (Charalá, 1956). Abogado en formación (Fundación Universitaria del Área Andina en Valledupar). Suscrito a la investigación y análisis de problemas sociológicos y jurídicos. Sus escritos pretenden generar crítica y análisis en el lector sobre temas muy habituales relacionados con la dinámica social, el entendimiento del Derecho y la participación del individuo en la Política como condicionamiento para el desarrollo integral.
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