Opinión

¿Si los buenos somos más por qué ganan los malos?

Diógenes Armando Pino Ávila

15/05/2015 - 07:10

 

Abuelo, si los buenos somos más, ¿por qué siempre ganan los malos? Esta pregunta surge en un desayuno familiar donde se habla de política local se analiza el nutrido y variopinto abanico de candidatos a la alcaldía del pueblo. Desde entonces, ronda en mi cabeza este interrogante y en la tarea de desenredar el ovillo me he planteado varias hipótesis que hoy quiero compartir.

1-. ¿Será cierto que los buenos somos más? Quiero pensar que sí, me aterra pensar lo contrario, pues ese sería el punto de quiebre en que la sociedad claudicaría para que los malos gobernaran sin antifaces, pues ahora lo hacen guardando apariencias democráticas y con algo de temor a la justicia, ya no le temen al pueblo, pues descubrieron que éste tiene precio.

Prefiero pensar que los buenos somos más, pero entre esos buenos hay una mayoría de “pendejos” que por unos cuantos pesos, unas botellas de ron barato, unos tamales, unas láminas de cinc y una camiseta que reciben “una sola vez” en cuatro años, se prestan para que con su voto esa minoría de malos gobiernen estos pueblos.

2-. La proliferación de candidatos, muchas veces sin ninguna opción de ganar, que amparados en resultados de elecciones pasadas, asoman sus nombres solo con el interés de figurar con la esperanza de que en la subasta vergonzosa que hacen los de arriba, le tasen con unos cuantos millones, su retiro y lo alineen en una coalición apoyando al candidato que goza de las simpatías de los que por su peso económico se convierten en empresarios políticos. Estos “empresarios” que invierten altas sumas de dinero por las alcaldías de nuestros pueblos, lo hacen con el compromiso de que cuando salga electo el alcalde financiado, devolverá ´peso a peso la inversión mediante contratos y coimas.

Es ahí donde “los pendejos” que hacen parte de “los buenos” no caen en la cuenta de que su acción propicia el descalabro presupuestal de su pueblo y después pasan cuatro años pidiendo empleos (candados y escobas) pues siempre quieren ser celadores o aseadoras y después de varios meses en que les bailan al indio se van derrotados y hablando negruras de quienes los han engañado. Pero al cabo de cuatro años lo olvidan, y vuelve y juega el cinc, el pastel, el ron, la camiseta y los pesitos, en un círculo vergonzoso y de degradación electoral que nos condena irremediablemente a la miseria.

3-. No podemos ser tan ingenuos y castos y desconocer que la política se hace con dinero. Sí, la política requiere de recursos económicos para pagar transportes, alojamientos, propaganda, alimentación y manutención de los que se ocupan por tres o cuatro meses de visitar los pueblos, corregimientos y veredas y que estos recursos salen de la reposición de votos y los aportes que particulares hacen a los partidos.

No desconocemos tampoco, que cuando los particulares, grandes empresarios (Ardila Lule, Sarmiento, por solo mencionar dos de los mayores aportantes) entregan esas altas sumas, no lo hacen por altruismo. Ellos lo hacen con un doble propósito, buscar exenciones de impuestos, pues estas sumas se contabilizan como donaciones y por el otro lado, buscan apoyo en el congreso para sus negocios particulares.

4. Veamos cómo actúan los buenos en política, el candidato de los buenos, que no tiene la malicia ni está untado de maldad, recibe desprevenidamente esos recursos de parte del partido que le dio el aval (es la única manera de financiar su campaña), toma el dinero y busca líderes honestos como él y redistribuye el poco recurso recibido, estos a su vez buscan a personas honestas en los pueblos, corregimientos y veredas para que le hagan la campaña, le presenten y reúnan amigos para que escuchen sus planteamientos. Los días previos a las elecciones reparten el resto de recursos a estos líderes, prontamente la invierten en lo acordado, transporte y pasteles y, además, ingenuamente reservan una plata para el festejo de un triunfo improbable y esquivo.

5. ¿Cómo lo hace el político tradicional, el que siempre gana, el triunfador, el que hace parte de los malos? Éste toma el dinero, invierte la mitad, se guarda la otra mitad para él -¿se la roba? (no sabría responder a esta pregunta)-, la otra mitad la reparte entre sus líderes que siempre son personas astutas, vivos, inescrupulosos, mentirosos que siempre han vivido de la política y del voto de “los pendejos”, estos toman el dinero para ellos, pero como no pueden quedar mal, entonces, despliegan su arte de politiqueros, y tejen una red de artimañas y mentiras, hablando mal del contrario, sembrando dudas, propalando calumnias, engaños, prometiendo puestos, y ofreciendo al sol y la luna. “Los pendejos” que en el fondo son gente del grupo de los buenos caen en sus redes y le hacen el juego permitiendo que se roben el dinero y eligiendo al  candidato de los malos.

Es por eso mi querida nieta que siempre ganan los malos.

 

Diógenes Armando Pino Ávila

 

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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