Opinión
Juan Flavio Díaz González
“Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío que no los puede llenar, la llegada de otro amigo”.
Tuve la fortuna de ser alumno del Dr. Juan Flavio Díaz González en la cátedra de Derecho civil Bienes. Hace poco más de un año y días previos a su partida a Bogotá, tropezamos en el pasillo del tercer piso de la Universidad del Areandina de Valledupar, caminando pesada y pausadamente con su peculiar arrastre rítmico, emperifollado casi que ritualmente de traje blanco, símil de un liquilique adaptado a lo costeño o guayabera cuatro puertas caribeña con el sombrero de ala ancha antioqueñizado, que jugaba con su mochila o remedo de carriel colgado de su hombro derecho.
Recorría lento pero seguro la distancia al salón y me comentó su inquietud por alejarse temporalmente de las lecciones mientras saldría a la cita médica en Bogotá. No era fácil para el profesor Flavio admitir que obligatoriamente tendría que alejarse del paraninfo, así fuese por breves periodos que en éste caso fueron para siempre, muy a nuestro pesar.
Sus clases de derecho civil siempre tendrán la caracterización magistral de la sapiencia y pragmatismo de sus comparaciones y ejemplos ensamblados en esa memoria prodigiosa sobre los articulados del derecho sustancial, que invocaba sin soberbia, ni ostentación como resultado del estudio responsable y perseverante del Derecho. Para el Dr. Juan Flavio, y eso lo teníamos muy claro sus discípulos, promulgar su cátedra, era el compromiso serio de quien amaba por encima de muchas cosas pretender enseñar y transmitir la ciencia, sobreponiéndose a los quebrantos de salud y al cansancio acumulado de todo un día en las Universidades, en su oficina y en el palacio de Justicia. Comparecía puntual a las 6 de la mañana y a las 8 de la noche con los saberes a flor de piel, expeditos para entregarlos a quienes quisieron aprovecharlo.
Asimilé del maestro que es más importante el hecho de interpretar con diligencia y sentido común la ley, que manosearla especulativamente para querer decir lo que solo conviene al argumentador. El Dr. Flavio simplemente proyectaba que las cosas y situaciones correspondientes a hechos relevantes solo se dilucidaban cuando el estudiante abriera su mente y permitiera que la cognición llegara a ella de manera inteligente y única... Estudiando.
Sus exámenes orales a los que quiso acostumbrarnos para permitir esa expresión perceptiva del estudiante, estaban plagados de una riqueza doctrinaria y jurisprudencial que con la inconfundible serenidad y talante pedagógico de solo de un erudito, preñaba al recinto e invitaba al novicio leguleyo a concluir en el repaso más formal e interpretativo del código civil, pretendiendo emular en parte su forma de discernir sobre el conocimiento adquirido.
En esa época gloriosa para mí de conocerle y ser su discípulo, viaje a Argentina para la cumbre mundial de comunicación política y me encargó un buen vino de esa región y un disco de tangos, tenía su preferencia por esa música vernácula como buen paisa que seguramente alternaría con la guasca y como él mismo me contaba, gustaba de la buena comida rioplatense, ahhh, “un buen churrasco argentino con arepita y frisolitos paisas”.
Un año después de su partida, le recordamos mi estimado profesor Juan Flavio, Ud. ejerció tenencia en ésta tierra vallenata por más de 25 años, espontáneo y recatadamente como ese personaje sencillo, con ánimo de señor y dueño, inteligente y letrado. El Derecho de seguro fue una de sus más grandes posesiones que dejó huella en ésta tierra de acordeones y en los recintos universitarios locales, en los que más que instruir a traditado a los estudiantes esa gran lección de amor y dedicación a una profesión.
Cierto, paisita…
Alfonso Suárez Arias
@SuarezAlfonso
Sobre el autor
Alfonso Suárez Arias
Aguijón social
Alfonso Suárez Arias (Charalá, 1956). Abogado en formación (Fundación Universitaria del Área Andina en Valledupar). Suscrito a la investigación y análisis de problemas sociológicos y jurídicos. Sus escritos pretenden generar crítica y análisis en el lector sobre temas muy habituales relacionados con la dinámica social, el entendimiento del Derecho y la participación del individuo en la Política como condicionamiento para el desarrollo integral.
0 Comentarios
Le puede interesar
Piropo sexista, acoso Callejero
“La violencia y el acoso contra las mujeres y niñas en espacio públicos remiten a un tema largamente ignorado, con sólo una...
Editorial: Cómo convivir con los seísmos
Los últimos 3 temblores acaecidos en Valledupar han hecho saltar las alarmas. Pese a que los expertos consideren que la capital del Ce...
La novela de Leandro Díaz, un éxito rotundo
No quise apresurarme a calificar o analizar la novela biográfica de Leandro Díaz en esta columna y solo lo hago después de más ...
Petro: fácil de entender, difícil de criticar
“Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído.” Creo que esta frase atribuida al porteño José Luis Bor...
Los crucigramas del señor Google
Alguna vez en la vida hemos intentado resolver un crucigrama o acertijo de los que con frecuencia se encuentran en revistas y diari...