Opinión
Mientras tanto, dejemos que el vallenato siga

Definitivamente, somos un país impredecible. Apenas salimos del festival vallenato, con sus protagonistas anteriores, y el anuncio de Los Zuleta, con Poncho y Emiliano como líderes para el próximo, y aparece la naturaleza causando estragos en Antioquia y los mineros de Caldas con su tragedia de décadas.
Pensábamos en una semana, entre vallenatos, y terminamos con al alma triste por muertes inesperadas, pero prevenibles; un país topográficamente difícil, es siempre impredecible. Pero aquí seguimos, éste es el país vallenato, tan distinto y parecido en todo, que hasta en los momentos tristes sigue con su canto.
La diferencia de la Dinastía López, es que son casi todos mudos, hacedores de cuentos y de historias. La risa es su canto. La de los Zuleta, es bien distinta, aquí los cuentos muchas veces sirven para tapar tragedias, algunas familiares (la muerte de Héctor, por ejemplo) y otras de amistades políticas no tan santas, pero a decir la verdad nos toca seguir la parte musical y bohemia que tanta alegría produce esa familia, lo demás hacen parte de la historia, pero no se puede olvidar. Mientras en Los Zuleta hay ríos musicales, historias nostálgicas, como los viajes de Escalona a El Plan, con El Viejo Mile, y la Vieja Sara, las canciones de Poncho, Emilianito, el acordeón de Héctor, la muerte solitaria de Mario, el reclamo callejero de la Vieja Carmen Díaz, en fin, una novela casi como la de Diomedes, que, a propósito, siempre fue seguidor de Poncho. Diomedes sin Poncho, hubiera vivido menos, en eso hay que ser claros, fue su consejero, mientras pudo.
De otra parte, mientras el gobierno departamental inaugura canchas de futbol con el Pibe Valderrama a bordo, el equipo Valledupar Futbol Club hace tiempo no gana partidos, y la vida se nos pasa. Alegre o triste. Parece que la novela del “Cacique” tiende a perder interés, al menos por esta región, los turistas de patios y ollas siguen la ruta a La Junta y Patillal, en busca de historias y romances. La Guajira cautiva, coquetea, al menos ya no asusta tanto, pues sus asustadores están tras las rejas, pero siguen dando instrucciones, pues cuando el diablo descansa, mata moscas con el rabo.
En política las cosas siguen en la parrilla, pero nada quiere poner toda la carne al asadero, mientras la Casa Gnecco, prepara su candidato, los otros esperan y avivan sus llamas. Se siente fuerza liberal innegable, se hacen publicidad con libros, para mantener nombres vivos. Miguel Morales entregó sus fuerzas al “tutismo”, es decir que ahora “Ape” Uhía es religioso y moralista en serio.
Olvidamos a Darling, la señorita de Armas se escapó, Evelio y Rodolfo andan divorciados, alguien de El Pilón, se lavó las manos, como Pilatos, la arquitecta Yarime Lobo Baute, se fue al bosque con su manta, en La Jagua de Ibirico, Didier, siendo Lobo, se dejó asustar por un palacio florecido. En fin ese plato político sigue cocinándose, pero ya causa indigestión.
Es mejor entonces volver al vallenato. La Universidad Popular del Cesar, prepara del 27 al 30 de Mayo, el IV Encuentro de Investigación de Música Vallenata, un homenaje a Lisandro Mesa, cuyo aporte al vallenato y a otros ritmos es innegable. Allí, el Dr. Jaime Maestre Aponte, y el grupo “La piedra en el zapato”, realizan investigaciones, foros, conversatorios, es decir cultura vallenata, sin política electorera.
Total, mientras pasa la tragedia de la naturaleza, mientras se acerca la tragedia política, mientras el futbol anima, alegra y entorpece, solo el vallenato, nos alegra y ya eso es bastante en estos tiempos actuales.
Edgardo Mendoza Guerra
Tiro de Chorro
Sobre el autor

Edgardo Mendoza
Tiro de chorro
Edgardo Mendoza Guerra es Guajiro-Vallenato. Locutor de radio, comunicador social y abogado. Escritor de cuentos y poesías, profesor universitario, autor del libro Crónicas Vallenatas y tiene en impresión "50 Tiros de Chorro y siguen vivos", una selección de sus columnas en distintos medios. Trata de ser buena gente. Soltero. Creador de Alejo, una caricatura que apenas nace. Optimista, sentimental, poco iglesiero. Conversador vinícola.
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