Opinión
Los estragos del terrorismo
“Nadie puede aterrorizar a toda una nación, a menos que seamos sus cómplices”.
Al mismo tiempo que accidentes o desastres naturales causan innumerables víctimas humanas en períodos relativamente cortos, los ataques sistemáticos, irracionales y temerarios de los terroristas surgidos por la permisividad de un gobierno legitimado en la mermelada que compró conciencias populares para asegurar su permanencia y la necia intención de obligar a la nación a transitar al sistema socialista, del que se conoce su fracaso y las consecuencias de miseria a las que conlleva, no sólo frenan y desvían el desarrollo industrial, económico, político y social de todo el país.
La vida política y social está continuamente amenazada. Si, ayer, epidemias, huracanes, terremotos, inundaciones, sequias fustigaban la población, hoy aparece el flagelo terrorista ávido de sangre inocente para infundir el temor que subyugue a la población y se someta a sus intenciones crueles y degradantes de cambiar el orden social por el impuesto en el cambio de valores éticos que se apuntalan en la corrupción, la violencia, el delito y la riqueza mal habida.
Colombia, un denominado paraíso ambiental, hoy está expuesto al abandono de inversionistas, productividad y la seguridad física a todo lo largo y ancho de la geografía, un lugar peligroso y difícil para el desarrollo y crecimiento de la vida misma, en el que se está incubando una peste social producto del letargo, habituación e indiferencia de los ciudadanos sobrevivientes que solo favorece el interés propio del grupo en el poder.
Se critica y desaprueba abiertamente por dirigentes políticos de diferentes corrientes y la misma población, los crímenes brutales que se tienen noticias por motivos religiosos, sin embargo esa misma cultura en nuestro medio, legitima la violencia por motivos políticos o económicos, justificando ataques a la población civil, a las instituciones militares o a la infraestructura del Estado en un irracional juego con doble moral de las Farc.
Las comunicaciones en el mundo globalizado, por tratarse de un mundo sin fronteras, tanto informa como da oportunidades a los terroristas desde latitudes diferentes, para que interactúen en tiempo real utilizándolas sin medir distancias, ni horarios, ordenando cruentos y crueles ataques extremistas contra los colombianos desde un cómodo sillón en La Habana y profiriendo afrentas en directo mediante los canales informativos a su orden.
Es degradante para la sociedad, aceptar este modelo criminal bajo la óptica permisiva del gobernante legitimado, y tal vez , es el acto de traición más grande que se le haya hecho a la patria y que deberá juzgar implacablemente la historia y redimir la injusticia social a la que se expuso al pueblo desde el momento en que dejó de cumplir con el mandato constitucional de defender la vida y honra de los colombianos, y haber entregado la institucionalidad del país irresponsablemente a un grupo delincuencial que ninguna formación ni característica de estadistas o humanistas tienen más que la connotación de avezados narcoterroristas.
Los riesgos de caer en la perjudicial tendencia de justificar las acciones degeneradas de la guerrilla por estos enturnados gobernantes escudando resultados, el actuar demente e irracional de estos depredadores del pueblo colombiano convencidos que “matan a la gente para que la gente viva mejor”, o de hechos consecuentes de políticas mal aplicadas no dan la solución dogmática a la multitud de problemas nacidos de la ingobernabilidad y corrupción.
Solo resta que el ciudadano común despierte del letargo y utilice el arma que neutralizaría el terrorismo permitido, la participación consciente y democrática, en los venideros comicios electorales, es el muro que tenemos para detener la ignominia.
¡Dios salve a Colombia!
Alfonso Suarez Arias
@SuarezAlfonso
Sobre el autor
Alfonso Suárez Arias
Aguijón social
Alfonso Suárez Arias (Charalá, 1956). Abogado en formación (Fundación Universitaria del Área Andina en Valledupar). Suscrito a la investigación y análisis de problemas sociológicos y jurídicos. Sus escritos pretenden generar crítica y análisis en el lector sobre temas muy habituales relacionados con la dinámica social, el entendimiento del Derecho y la participación del individuo en la Política como condicionamiento para el desarrollo integral.
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