Opinión

A propósito de Rafael Escalona

Lolita Acosta

29/05/2012 - 10:40

 

Rafael Escalona / Foto: El CorreoPaz en su tumba y alegría en el corazón por haberlo conocido. No esperen encontrarme en sus cantos porque no fui una de sus musas, ni en sus parrandas yo le seguí, aunque, si coincidimos en el fragor de los acordeones abrileños fue él por su lado y yo por el mío.

No le pude decir nunca compadre porque no me bautizó un pelao ni yo tampoco a él, no le acolité sus parrandas con Jaime Molina, ni le llevé recados a La Maye, ni pasé hambre en el Liceo al lado suyo porque cuando eso los hombres estudiaban por un lado y las mujeres por el otro.
Dicen que era pantallero, que buscaba la prensa para aparecer siempre diciendo algo inobjetable porque salía de su loca y exuberante mente creadora, pero yo nunca pude sacarle una entrevista.

Cuando él inventó el Festival Vallenato al lado de López y "La Cacica" y con la ayuda de Myriam Pupo de Lacouture, yo era lo que soy: una india rasa. Cuando se fue con los López, Zuleta y Pedro García a Estocolmo para acompañar a Gabo a recibir el Premio Nobel de Literatura, yo estaba en mi propio debut como mamá esperando a mi primer hijo varón.
Pero, cuando la Bolaño lo puso al borde de la muerte yo estaba ahí, rodeándolo en su cama de recuperación postoperatoria con muchos amigos que en vez de un calmante le llevaban botellas de whisky.

Cuando algún familiar o amigo necesitaba que él les mandara de donde estuviera un antojo o un remedio, ahí estaba yo haciendo de puente de su mano generosa extendida. Cuando la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata estaba en pañales, él tocaba las puertas y todas se nos abrieron hasta llegar a la posición que esta entidad tiene y no hubo empresa que en nombre de Escalona se negara a dar un apoyo, una donación, un contrato de publicidad. De eso yo puedo dar testimonio.
Rafa, como era su costumbre, estuvo pendiente de la realización feliz del amor secreto de sus amistades. Era una práctica que compartía con el doctor López. Gozaban ellos con la sacralidad oculta de los amores prohibidos.

Presto estaba a crear las situaciones de encuentro y una vez logrado el objetivo ponía la prudente distancia. Ese es el Escalona que yo conocí.
Hoy, lo que más añoro, es su pícara sonrisa.

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Dos festivales exitosos

Dos festivales exitosos

  El fin de semana pasado se efectuaron dos festivales vallenatos importantes, de los que tengo noticias, el primero de los cuales fu...

Los cuatro fantasmas de la oligarquía

Los cuatro fantasmas de la oligarquía

  Desde que se produjo la oportuna y certera caída del desprestigiado régimen conservador en 1930, después de permanecer en el G...

Re-humanizar el centro de la ciudad

Re-humanizar el centro de la ciudad

Mucha agua ha pasado, bajo los puentes, desde el feliz momento en que el querido y recordado compositor, cantante y narrador, Rafael ...

Quítate tú pa ponerme yo

Quítate tú pa ponerme yo

Durante los años de la década del 60, irrumpió, con fuerza y para quedarse, un concepto musical -rítmico y alegre- conocido como Sa...

Descaro, cinismo e insolencia

Descaro, cinismo e insolencia

“En el siglo XXI no se necesita ideología, todo es por dinero”. Con cierta informalidad comparecen vivamente en el desarrollo s...

Lo más leído

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados