Opinión
Editorial: La Paz, una cuestión de voluntad
La Primera Escuela Vallenata para la formación de gestores de Paz nos brindó el fin de semana del 22 de agosto una de las imágenes más emotivas de los últimos meses.
Dos grandes líderes y defensores internacionales de la Paz, el palestino Izzeldin Abulaish, autor del libro “I shall not hate” (No debo odiar) y el israelí Yariv Oppenheimer, director de la mayor Plataforma por la defensa de la Paz en Israel (Peace Now), protagonizaron un gesto de diálogo y de amistad poco frecuente en una mañana de un sábado dedicado al tema de la “Justicia y la negociación”.
Por un lado, el pacifista israelí habló de los conflictos internos que impiden un consenso para la paz en Israel. El miedo y la falta de confianza fueron dos grandes argumentos a la hora de explicar los tropiezos de la paz. Pero también se mencionó el fanatismo religioso (de ambos lados) como enorme obstáculo para emprender el camino de la reconciliación: ante las verdades absolutas que imponen las religiones, la razón no encuentra espacio para la expresión.
En su intervención, Yariv Oppenheimer expuso claramente los elementos que favorecen el miedo de la población israelí, pero también la seria y violenta oposición de un gran número de israelíes a toda iniciativa a favor de la paz. Esa oposición ha llegado a afectarle personalmente hasta el punto de ser considerado un enemigo de su país.
Sin embargo, Yariv Oppenheimer insistió en su presentación: “Soy un israelí patriota pero también un ser humano y, por eso, quiero la paz”. Este grito abierto por la paz es el fruto de un gran compromiso y voluntad. Yariv es consciente que, en los momentos de mayor oscuridad, cuando los odios se multiplican y no queda espacio para el diálogo, es cuando más se necesita salir a la calle y defender la paz.
Por su lado, Izzeldin Abulaish intervino con un discurso conmovedor, nacido de la experiencia personal, para dar a conocer la perspectiva del pueblo palestino. Así es cómo pintó un retrato triste en el que rezuma el aislamiento, la incomprensión y el dolor de sus familiares, vecinos y conciudadanos.
Izzeldine Abulaish perdió a sus 3 hijas en uno de los bombardeos israelí (2012), y es cada día testigo de la humillación en la que está sumida miles y miles de otros palestinos, sin embargo, pese a toda la angustia, el desconsuelo y la impotencia, no dejará nunca de perseverar y defender el camino de la paz. Es su compromiso y la única vía de superar el estado actual de sufrimiento.
Estos dos testimonios fueron el ejemplo de que la paz y la reconciliación se construyen sobre la base de la voluntad y la esperanza, y que existen escenarios mucho más complejos que el de Colombia.
Defender la paz es una decisión, a veces muy difícil, pero es la única solución sostenible para que una sociedad sane y progrese.
PanoramaCultural.com.co
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