Opinión
Un aroma de paz nos llega desde La Habana
Entre los abrojos espinosos del rencor y el odio, que por más de cincuenta años se ha sembrado en los campos y ciudades colombianas, precedidas de una espiral de muertes, desplazamientos, despojos, miseria y mil males más, que los agentes del conflicto armado han instaurado en nuestra patria y que, desafortunadamente, han querido perpetuar, hoy asoma un sol de nuevo brillo, un sol de esperanza que hace que los colombianos, muy a pesar del escepticismo, sintamos en nuestro interior un pálpito esperanzador de que pronto tendremos, Dios mediante, un clima de paz y concordia, que permita que nuestros hijos y nietos crezcan sin la zozobra de la violencia.
El día miércoles 23 de septiembre de 2015 es un día histórico. Se firma lo pertinente al sometimiento a la justicia de la insurgencia de la FARC y se estipulan las penas restrictivas de la libertad para quienes cometieron crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y otros. Se habla de penas entre los cinco y ocho años de prisión para quienes confiesen sus crímenes y reparen a sus víctimas y se establece además hasta 20 años de prisión para los que no se sometan, de todas maneras para tener acceso a esos beneficios es menester abandonar las armas. No es el propósito de esta nota explicar el alcance de los acuerdos, eso lo harán los entendidos y en Colombia hay muchos.
Lo que me llamó poderosamente la atención de este caso es que, apenas estaban anunciado a través de la televisión cubana que en pocos minutos hablaría el presidente Santos y Timochenko, se escuchaba a comentaristas y periodistas colombianos que hacían cábalas pesimistas sobre lo que apenas iban a anunciar. Se nota en esa intención la mala leche de los medios masivos de comunicación de nuestro país en el sentido de atravesarse como vacas muertas en el camino de la paz, pues las torvas intenciones demostradas en todos los episodios que se han vivido dentro del proceso de paz han estado signados por esa estela de descrédito de los medios de comunicación.
Es de resaltar la valentía del señor presidente Juan Manuel Santos que, empeñado como está en conseguir la paz, no le ha importado su baja popularidad, no lo ha inquietado la crítica malsana del sector de la ultraderecha retardataria encabezado por Uribe, no lo ha conmovido el veneno de Andrés Pastrana que movido por la envidia le critica todos los movimientos del proceso de paz, no lo ha desviado de su meta los ácidos y peligrosos comentarios y criticas de ese grupo de ancianos conformado por los generales en retiro que apelando a glorias inexistentes de su pasado de uniformes y medallas, hoy cuando ya no portan los camuflados, se creen los machomanes capaces de derrotar militarmente a una guerrilla que ha resistido 50 años de guerra.
El presidente Juan Manuel Santos, con su palabra empeñada en la consecución de la paz ha marchado incólume por la ruta con que se postuló en su segundo mandato, ha persistido en ella, ha sido coherente y con serenidad ha sorteado todos los obstáculos, que no han sido pocos, y rodeado de una nómina de lujo que integra la comisión negociadora del gobierno y con la aplicación de una metodología apropiada han andado el camino tortuoso de una negociación plagada de espinas y de intereses de todo tipo. Esa persistencia comienza a rendir sus frutos, uno de ellos y el más visible es que desde que se llegó al acuerdo de no agresión, de no bombardeos, el país ha sentido ese ambiente de paz y por supuesto esa ausencia de violencia ha tenido sus réditos en que gracias a Dios no ha habido muertes causadas por parte del grupo guerrillero de la FARC.
Sin lugar a equivocarme puedo decir que nuestro presidente es un valiente, un hombre que se ha jugado su prestigio político y de hombre de Estado haciendo una apuesta fuerte por la paz, un hombre que, en cuanto al tema de la paz, ha cumplido cabalmente su palabra. Creo que los que votamos por Santos en el segundo periodo y que en verdad votamos por la paz, no hemos perdido el voto. Ojalá la guerrilla de la FARC entienda que esta oportunidad histórica de resolver el conflicto armado en Colombia es única y hay que aprovecharla. Ojalá las guerrillas del ELN sientan en su interior la necesidad de avanzar en los mismos términos para pactar la paz y que todos los violentos que pululan en el territorio nacional sientan que la historia cambió, que no hay necesidad de empuñar las armas para defender las ideas. Que las fuerzas militares entiendan que ser de oposición no es ser enemigo de la democracia y que todos absolutamente todos seamos capaces de respetar la otredad como una manera justa y legal de reafirmar la mismidad. Viva Colombia. Viva la paz.
Diógenes Armando Pino Ávila
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Ávila
Caletreando
Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).
2 Comentarios
Diógenes Armando Pino Ávila No encontrarás en toda Colombia un solo hombre que no desee la paz. !No lo hay! Evidentemente hay una gran cantidad de hombres que la aceptan como sea (yo les llamo los chambones, admitiendo que puedo estar equivocado) y otro grupo grande que la desea bien hecha, como corresponde para evitar las posteriores demandas al estado y la viveza de esos colombianos agazapados que la aceptan como sea para sacar ventajas luego, (Delfin Sierra Tejada les llamas los uribistas) pero la paz la deseamos todos compadre Diógenes Armando Pino Ávila. ¿En cual de los dos grupos te alineas hermano?
Los enemigos de la paz y amantes de la guerra siempre tienen una excusa para aupar a los violentos a continuar el desangre del país. Generalmente lo hacen desde las redes, de los salones de clubes elitistas u otros lugares de comodidad aburguesada. De seguro nunca han oído el aullido tenebroso de las balas ni el ladrar siniestro de los fusiles y él y su familia están resguardados por escoltas pagados por el Estado. Los otros, los que no pertenecen a esta élite, participan con el sentimiento de la inercia del que cree que piensa con el pensamiento del “líder” que lo avasalla. ¡La paz es un derecho del pueblo. La paz es posible y está cerca!
Le puede interesar
Liderazgo administrativo y pedagógico en la educación
En el informe final de una visita de tres inspectores del Ministerio de Educación al Instpecam en 1978, uno de ellos, dijo estas palab...
Las letras del nuevo vallenato
“Me gusta andar soltera y esta buena la cosa como Ana del Castillo numeral la voa hace boja A mí me gusta es beber A...
Entre la guerra y la paz
Esta semana vi la entrevista que Vicky Dávila y su equipo le hizo a Iván Roberto Duque Gaviria, más conocido como Ernesto Báe...
La casa de mi abuela
El fallecimiento de la abuela Isabel es de los primeros recuerdos de los inicios de mi vida. Murió en Barranquilla, y yo, que ten...
Oro olímpico para Colombia
La historia da cuentas que los juegos olímpicos se inspiran en los intercambios deportivos de la antigüedad celebrados en el Siglo ...