Opinión

Como gallina mirando sal

Fabio Fernando Meza

04/11/2015 - 03:40

 

Desde hace mucho tiempo algunas empresas vetan a los grandes profesionales, genios en sus respectivas áreas sólo porque sus directivos no comulgan con su sexo, raza, religión o cultura. Pero las pocas veces que estas empresas han sido elásticas y han abierto sus puertas a una nueva ráfaga de aire se han visto beneficiadas por la creatividad y la genialidad de estos seres para ellos tan exóticos.

Sentirse uno en un lugar equivocado, donde lo ven “como gallina mirando sal”, donde no lo miden por su capacidad sino por su camisa tropical; donde sus logros son opacados por el color de su piel; donde su creatividad es coartada por su tendencia sexual, es bastante incómodo y absurdo.

Muchas veces, los empleados de gustos y costumbres particulares han tenido que adoptar posturas ajenas a su personalidad, esas que siguen el común denominador de los demás compañeros, solamente por conservar su puesto. Otros, simplemente renuncian para no tener que doblegar sus convicciones sabiendo que capacidad intelectual es lo que le sobra.

Las empresas que están cerradas herméticamente en sus códigos anacrónicos, que no permiten que entren aires de esperanzas, están condenadas a quedarse estáticas en el tiempo y en el espacio ya que el mundo empresarial está continuamente evolucionando.

Muchas veces, esa persona de dicción caribe, que le gusta escuchar música vallenata, que viste de una manera fresca, que ríe a carcajadas, cuyo único bien material es su capacidad y su amistad para regalar, es la que alguna empresa estaba esperando para salir de su aburrido círculo vicioso.

Muchas veces, esa persona con piel requemada por el sol y por la historia, de ojos grandes, de hablar pacito, taciturno, de cabello apretado, que conservan de su tribu africana el apellido, puede ser el genio que saque de apuros a alguna empresa agonizante.

Muchas veces, esa mujer que habla con voz grave, que le gusta la música rock, que anda cuasi desnuda, bohemia y en contra vía, es la mujer indicada para dirigir.

Muchas veces, esa persona tan especial que es tan listo e inteligente que carga en sus hombros una fama injusta, que se siente orgulloso de ser de donde termina Colombia, de cómo habla, que le resbalan los chistes que le achacan, es la persona indicada de hacer el milagro de la resurrección empresarial.

Cuando los directivos sean condescendientes con la manera de ser de sus trabajadores y les respeten su personalidad, sin duda habrá armonía y ambiente laboral favorable para que cada uno desarrolle sus proyectos  y creatividad en pro del progreso de la empresa.  

No siempre el profesional que viste de luto, con gomina en su pelo, de gestos predeterminados, un reloj de marca en su muñeca y una sonrisa calcada, es el ideal. Pero aquel que lleva su espíritu aventurero cargado de alegría, no importa que adore a diferentes dioses de sus antepasados indígenas en sus ratos libres, y que vista de guayuco, puede ser el candidato indicado.

La idea no es tener en la empresa un mercado persa, no. Es tratar de equilibrar las diferentes culturas y costumbres de tal modo, que todos se puedan soportar, que nadie por sus costumbres sea un cabo suelto, que se sienta la comunidad trabajando en beneficio de la empresa.

Respetar los gustos personales, no solo de parte de las directivas sino entre compañeros, debe ser el norte a seguir. La diversidad cultural, racial y religiosa no tiene porqué ser un palo en la rueda del progreso de una empresa.

Al contrario, debe ser el aliento para cada día ser el mejor, no solo para satisfacción propia, sino para seguir honrando a todas y cada una de nuestras raíces.

 

Fabio Fernando Meza

fafermezdel@gmail.com

Sobre el autor

Fabio Fernando Meza

Fabio Fernando Meza

Folclor y color

Cronista colombiano originario de San Fernando (Santa Ana, Magdalena). En esta columna encontrar textos sobre la música vallenata, su historia y sus protagonistas, así como relatos cortos que han sido premiados a nivel nacional e internacional.

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