Opinión
Lo que indigna a los colombianos
Como colombiano una inmensa alegrÃa y satisfacción recorrió mi ser cuando anunciaron en Miss Universo a nuestra candidata Ariadna Gutiérrez como la mujer más bella del planeta. Esa alegrÃa contrastó con la indignación y el coraje al escuchar al presentador Steve Harvey manifestando que se trató de un error y que la Miss Universo realmente era Miss Filipinas.
Soy un convencido, como todos nuestros compatriotas, que no se trató de ningún error, que fue una decisión premeditada, donde no solo nuestra beldad fue ridiculizada y humillada sino toda nuestra nación, por lo que repudio este robo y burla por parte de los organizadores de un certamen que año tras año pierde importancia y relevancia a nivel mundial.
Este incidente me remonta al episodio del gol anulado a Mario Alberto Yépez en el Mundial frente a Brasil, donde el pueblo colombiano olvidó por unos dÃas la polarización polÃtica que se ha apoderado de nosotros, para adelantar nuestro rechazo a las decisiones tomadas en contra de la selección Colombia a tal punto que llegamos hasta amenazar con iniciar acciones judiciales ante el robo acontecido, asà mismo ocurre en la actualidad con el caso de Ariadna.
Lo paradójico de la vida es que los colombianos nos preocupamos más por los atropellos, injusticias que nos suceden en certámenes de belleza o competencias deportivas, que los abusos, infamias e ilegalidades que se cometen en contra de nuestros derechos o que atentan contra nuestra integridad o vida; es doloroso apreciar como nuestros niños wayuu mueren por desnutrición y sufren por falta de agua ante la mirada silenciosa de todos los habitantes de nuestro paÃs.
Cómo es posible que el salario mÃnimo en Colombia se estipule en una cifra irrisoria, atentando contra la calidad de vida y bienestar de la clase asalariada mientras que el costo de vida se eleva de manera desproporcional, sin que nos pronunciemos o exijamos un salario mÃnimo digno que nos permita garantizar y satisfacer nuestras necesidades básicas y la de nuestras familias.
Nos acostumbramos a presenciar a diario el paseo de la muerte, los centros hospitalarios abarrotados de pacientes, las EPS evadiendo la atención adecuada a sus afiliados, negando el suministro de los procedimientos y medicamentos que se requieren para garantizar el derecho fundamental a la salud, pero ante estos hechos callamos y no adelantamos las acciones necesarias que permitan que los colombianos gocemos de un sistema de salud eficiente, adecuado y efectivo.
Nuestra educación se encuentra en precarias condiciones donde las instituciones educativas no tienen instalaciones adecuadas, los docentes son mal recompensados, no cuentan con las ayudas didácticas idóneas que permitan brindar una mejor educación a nuestros hijos, por eso los resultados de las pruebas estatales y de las pisa son deficientes, pero como ya es costumbre los colombianos asumimos esta problemática lo más normal, por ello no protestamos y mucho menos exigimos una mejora educativa.
El robo del gol de Yépez me indignó, la humillación a nuestra reina me llenó de coraje y como todos nuestros compatriotas elevó mi rechazo y mi voz de protesta ante estos atropellos, pero también es cierto que los Colombianos debemos indignarnos y protestar hasta ver solucionado un cumulo de situaciones que atentan contra nuestro bienestar y no permiten que el mejoramiento de nuestra calidad de vida sea una realidad, es hora de despertar, de lo contrario seguiremos sumergido en el universo mágico plasmado por nuestro gran nobel Gabriel GarcÃa Márquez.
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Diógenes Armando Pino SanjurÂ
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Sanjur
Tamalamequeando
Diógenes Armando Pino Sanjur, más conocido como May Francisco, nació el 24 de junio de 1976 en un pueblo mágico lleno de historia, cultura y leyendas situado en la margen derecha del Río Magdalena llamado Tamalameque. Hijo de los docentes Diógenes Armando Pino Ávila y Petrona Sanjur De Pino, tiene 2 hijos, May Francisco y Diógenes Miguel, los cuales son su gran amor, alegría, motor y mayor orgullo. Abogado de Profesión, despertó su interés con la escritura de su padre quien es escritor e historiador, se declara un enamorado de su pueblo, de su cultura (la tambora) y apasionado por la política como arte de servir.
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