Opinión
Locolombia
Nuestro paÃs siempre se ha caracterizado por ser alegre, optimista y solidario. A pesar de las adversidades que nos han golpeados, hemos sabido levantarnos y salir adelante, pero muchas veces nuestro jolgorio nos ha llevado a hacer de este paÃs un lugar incomprensible, de doble moral que no permite buscar la solución definitiva a nuestra problemática, sino que, al contrario, nos conformamos con los pañitos de agua tibia que nuestros gobernantes tratan de poner a nuestras necesidades.
¿Cómo es posible que los grandes medios de comunicación del paÃs se pasen horas, mojando prensa y recordándonos la difÃcil situación de escasez de alimentos que padecen nuestros hermanos Venezolanos, para demostrar el mal gobierno del señor Maduro, pero callan con una mirada cómplice el padecimiento del pueblo wayuu donde sus niños mueren de hambre y desnutrición?
Es inaudito que después de padecer más de 50 años de dolor, desolación y sufrimiento por una guerra fratricida y sin sentido que solo nos ha traÃdo muerte, sigamos polarizados en la consecución de la paz, algunos partidarios de la solución militar y otros de la solución negociada, no permitiendo con ello la construcción de un paÃs en paz, donde florezcan las ideas y no las balas, o que la guerrilla ahora pretenda seguir trabando más el proceso solicitando una constituyente y no aceptando el plebiscito, donde lo que realmente debe importar no es el mecanismo de refrendación sino lograr y firmar la tan anhelada y soñada paz.
Parece paradójico que atravesemos una crisis ambiental y el fenómeno del niño golpee gran parte del territorio nacional, poniendo en riesgo el suministro de agua potable a los colombianos, pero el gobierno nacional en su plan de desarrollo permita que las empresas mineras adelanten sus actividades en nuestros paramos, o que la inmensa mayorÃa de los municipios por donde recorre nuestro rÃo más importante, el Magdalena, le viertan sus aguas residuales contribuyendo con su contaminación y muerte.
Es ilógico que el gobierno nacional incremente el salario mÃnimo por debajo del Ãndice de inflación, y a su vez incremente las tarifas de los servicios públicos, las tasas de intereses o los impuestos, condenando a la clase trabajadora a mal vivir, no poder proveer a sus familias de las comodidades necesarias para garantizarle un bienestar y mejoramiento de la calidad de vida.
Ni que decir que el servicio militar sea obligatorio, para que nuestros jóvenes vayan a la guerra pero que los servicios de educación y salud cada vez sean más inaccesibles a la gente menos favorecidas, permitiendo de esta manera que la desigualdad y la pobreza se acrecientan cada dÃa más.
Por esto y mucho más es que estoy de acuerdo con mi amigo Abimael Sánchez quien me brindó la génesis para escribir este artÃculo, Colombia es un paÃs conformista y de doble moral, lo cual no le ha permito construir un mejor futuro y que el verdadero progreso y desarrollo llegue a cada rincón de su geografÃa.
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Diógenes Armando Pino SanjurÂ
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Sanjur
Tamalamequeando
Diógenes Armando Pino Sanjur, más conocido como May Francisco, nació el 24 de junio de 1976 en un pueblo mágico lleno de historia, cultura y leyendas situado en la margen derecha del Río Magdalena llamado Tamalameque. Hijo de los docentes Diógenes Armando Pino Ávila y Petrona Sanjur De Pino, tiene 2 hijos, May Francisco y Diógenes Miguel, los cuales son su gran amor, alegría, motor y mayor orgullo. Abogado de Profesión, despertó su interés con la escritura de su padre quien es escritor e historiador, se declara un enamorado de su pueblo, de su cultura (la tambora) y apasionado por la política como arte de servir.
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