Opinión
La política y la oposición hecha por Twitter
La tecnología llega y no pide permiso para entrar. Solo llega a invadir nuestra privacidad, alterar la calma, la cordura y la sensatez. Esos mismos artilugios conque los niños juegan todos los días, hacen tareas y queman sus retinas por excesos de exposición sin control de los padres, son precisamente los mismos aparatos donde hoy se hace la política, o se promueve la oposición.
Atrás quedaron la retórica y la argumentación, la palabra hecha verbo, y la dialéctica quedó confinada en las aulas de clase.
El Ágora fue en la época romana la manera libre y locuaz de hablar y discutir en consenso con el pueblo y donde justamente el pueblo se pronunciaba y denunciaba los arbitrios y los desmanes del gobernador de turno, y había quienes tenían seguidores y detractores, pero toda la sociedad estaba invitada, y era una decisión libre si quedarse en el debate y participar o seguir su camino.
Hoy el Ágora de la discusión se llama Twitter, donde todos aparecen como fieras salvajes encubriendo su rostro, despotrican, vilipendian, calumnian, desdicen, desinforman y señalan sin que haya un moderador presente que regule la discusión.
Se perdió el debate político, los argumentos coherentes y las pruebas fehacientes, para pasar a un discurso de solo rumores, sospechas amañadas, dudas metódicas y rebuscadas formas de hablar entre dientes balbuceos e incoherencias que solo tratan de confundir a la sociedad.
El nuevo escenario de la discusión ya no es el desprestigiado Congreso de la República, donde se perdió el respeto por las ideas y la defensa de los intereses de los colombianos, sino que ahora es el lugar donde cada partido legisla en interés de bancada, mientras el pajarraco azul que representa a Twitter está cargado de miles de mensajes y contradicciones del ponente de control que está en el estrado.
Esa es la realidad de la política en Colombia, ya es más importante lo que venga de Twitter y volverlo tendencia, que pararse en el atril con la pruebas en la mano y hacer el control político que le corresponde y legislar para bien de todos.
Si la tecnología llega para cambiar los paradigmas del debate público y control institucional, es mejor retroceder en el tiempo y ver donde fue que se perdió el rumbo del uso racional de la tecnología para ayudar a la humanidad y no para destruirla.
Lamentable es decir, que por culpa de una aplicación mal utilizada, como lo es el Twitter, hoy es más importante las opiniones de los seguidores, que el criterio propio, creándose el ambiente propicio de la ambigüedad y dictámenes sin fundamento nacidos de los apasionamientos viscerales por partidos o movimientos políticos que no dan la cara, sino que se escudan en el pájaro azul, como si este fuera el adalid y supremo rector que todo lo puede y nadie está obligado a retractarse.
Pero a este control no se salvan los medios de comunicación donde muchos periodistas -así hagan la salvedad de que sus opiniones son personales y no comprometen el medio donde trabajan-, se convierten con sus 140 caracteres en balas mortíferas que destruyen vidas.
No es sino ver los mensajes minados de los mal llamados opositores del gobierno, que se han convertido en especialista en difamar, y hacerse los perseguidos políticos para justificar sus malas conductas y no reconocer sus errores.
Esa política hecha desde otras voces, desde un celular abierto y con conexión al mundo, ha desdibujado la representatividad del poder.
No es lo mismo mirar a los ojos al que me ataca de frente, que tratar de defenderme de un fantasma mientras el otro está escondido detrás del polluelo azul.
No es correctamente político, hacer política desde una aplicación, y menos hacer oposición atrincherado en la tecnología presente.
Ya los diarios y los editoriales parecen cosas del pasado, son muy pocos los que se interesan en leer medio pliego del periódico dominical para entender en profundidad lo que pasa en el entorno, ya es más fácil coger el celular, ver unos cuantos mensajes y darles compartir, para creer y pensar que sabemos lo que pasa en el país, y muy lamentable decir que quienes supuestamente se las dan de intelectuales o doctos en temas coyunturales, solo hablan de sus propios sentimientos y esos sentimientos encontrados por querer dar una justificación, se lanzan a escribir la primera impresión de sus miedos, odios, y resquemores, que la otra persona al leer las perdidas conclusiones solo infundadas y no confrontadas, comparten el mensaje, con el agravante que ni siquiera se toma la molestia de ver otros puntos de vista y se quedan anclados en la más baja de las emociones que no le permiten ver más allá de lo que siente y pretende después que los demás lo interpreten o entienda con la misma facilidad con que creen haber entendido.
La oposición está mal concebida:
1-. Porque para hacer una oposición, lo primero que hay que dar es la cara y no la espalda, y segundo, tomar el toro por los cachos y no poner el pájaro azul a cacarear sandeces.
2-. Los grandes oradores motivan a la acción, a la toma de conciencia y al cambio pragmático en la sociedad, pero hoy solo hay parlanchines, gritones y vociferadores que encarnan odios y polarizan la sociedad sin proponer una cambio sustancial.
La política y la oposición hecha por Twitter, es como darle rienda suelta a un ciego para que corra detrás de unos lentes oscuros que solo le servirán para adornar su rostro y no para hacerle el desquite a los rayos del sol.
Eber Patiño Ruiz
Sobre el autor
Eber Patiño Ruiz
Hablemos de…
Eber Alonso Patiño Ruiz es comunicador social, periodista de la Universidad Católica del Norte Sede Medellin, Antioquia. Su gran pasión es la radio y la escritura. Tiene dos novelas terminadas y una en camino, un libro de cuentos y otro de historias fantásticas; tres libros de poesía: Huellas, Tiempos y Expresión del alma.
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