Opinión
Un lindo cuento llamado paz
Fue el día esperado por todos, no era una ilusión vieja silenciar los fusiles y sentarnos todos a la mesa a compartir el pan de la esperanza. Era verdad y nadie podía decir lo contrario. Fue el día que todo cambió, fue un momento soñado hecho realidad, la luz que iluminó los corazones, la voz que se llevó el viento y llegó a todos los rincones del país.
Marcaba el reloj las doce en punto del medio día; sonó en la radio y en la televisión, el Himno Nacional de la Réplica de Colombia al unísono. Al fin se logró que todos nos quitáramos el sombrero, que nos pusiéramos de pie y firmes con la mano el corazón, se logró que las lágrimas rodaran por las mejillas y se diera el primer suspiro al entonar la primera estrofa del poema de Rafael Núñez ¡Oh gloria inmarcesible! ¡Oh júbilo inmortal, en surco de dolores el bien germina ya!
El odio y el rencor se esfumaron por entre las montañas al escuchar el cantico sublime de Paz. Los fusiles lloraron de pena, sintieron vergüenza de su tronador dolor que calló para siempre las voces de quienes pedían su silencio en la espesura de la selva.
Ya no se escuchará la onomatopeya del (tas, tas, tas) que representa el sonido de las detonaciones cargadas de miedo y muerte. De ahora en adelante solo se escuchara por doquier el monosílabo de (paz, paz, paz) cargado de ilusión, de amor, de vida y futuro para las nuevas generaciones.
El día que en Colombia se firmó la paz:
Ya no era un país dividido en regiones, ni en colores políticos, ni en clases sociales. Era una sola voz, un mismo pueblo celebrando la victoria sin egoísmos, sin revanchismos ni populismos por quien fue la figura, porque la paz es una idea de nación y no de intereses particulares o de gobiernos de turno.
La bandera tricolor danzaba al viento airosa y fúlgida y canta la gesta de nuestros mártires muertos en combate, porque fue fiel testigo de las lágrimas derramadas par las madres solitarias al entregar sus hijos a la patria.
Las calles estaban atiborradas de gente. Los abrazos vienen y van como gacelas libres en la sabana, no hay distingo alguno de razas, religiones, colores políticos, clases sociales, todos son uno a la luz del radiante sol del mediodía.
Vivir para contar y escribir la historia de que un día se firmó la paz, será la mejor herencia que puedan recibir los infantes que todavía no entienden la histeria de sus padres. Por fin la reina Temis se quitará la venda de los ojos y dejará tirada el suelo la espada y la balanza, ya no tiene a quien juzgar y condenar, su misión ya fue superada por los mortales.
Las campanas no dejan de repiquetear en las torres de las iglesias, es la primera vez que suenan diferente, con un tono fiestero que invita a celebrar.
Los tambores del pacífico y las gaitas ya están listos para iniciar la alegoría de la paz; los acordeones tienen listos sus fuelles para resistir la fuerza de la mano alegre que quiere sacarle la mejor tonada a la paloma blanca; los bailares del fandango en la vasta sabana se alistan para el festejo hasta el amanecer y el trovador enlaza su rima; los tiples han vuelto a ver a luz del día y afinaron sus cuerdas para recordar los bambucos, los pasillos y las guabinas, y el arpa llanera retumba en el corazón indomable del joropo para zapatear y enterrar lo que un día se llamó guerra; y en las crestas blancas de la sierra nevada los Mamos elevan sus recesos a la pacha mama.
Fue un día que todo cambió:
A partir de hoy, ya nadie será diferente, ni atacado en la esquina, salir al campo será volver a encontrar las raíces de las familias perdidas y desplazadas, recorrer los caminos libres de minas quiebra patas nos dará la riqueza turística de mostrar nuestros páramos y cordilleras y decir con alegría que somos el mejor vividero del mundo, una esquina de américa no perdida, sino una esquina de américa no descubierta.
Firmada la paz, para que las armas, las balas y los tanques de guerra si ya no hay quien las use, y no sirven para intimidar al que piense distinto. Solo serán usadas por los saldados de la patria como adorno en sus hombros para los desfiles del 20 de julio y celebrar ¡que viva la independencia!
Ya no seremos más la patria boba, sino la gran Colombia, como muchos de nuestros mártires la soñaron hace más de doscientos años. Ya no estaremos en el limbo de la democracia, ahora si podríamos decir que somos un estado social de derecho, participativo, con cohesión social y multicultural.
La palabra —guerra— ya no significará nada para quien la nombre, es solo un sustantivo que puede ir acompañado de una guerra de almohadas, de besos, abrazos de caricias etc. Ya no infundirá miedo, temor, horror, dolor, sangre y muerte, porque la paz tiene blindado el espíritu y nunca más será corroído por la infamia y la miseria.
Ahora que se ha firmado la paz, ya no habrá desigualdad, abra equidad, oportunidad y desarrollo para todos, ya las escuelas serán templos de enseñanza y no refugios de paso de la mano negra; los hospitales serán utilizado para el cuidado del cuerpo y no lugares donde se cercenan las extremidades de los soldados y morían los niños por falta de cuidado. Las cárceles serán universidades donde se enseña a no repetir la historia. Los ríos serán cristalinos y puros donde se pescan ilusiones y no mercurio. Los bosques respiraran un nuevo aire y no el de las bombas y ametralladoras, y curaran las heridas de la minería y la tala indiscriminada. La gran Orinoquia y amazonia volverán a ser la despensa y pulmón del mundo y reserva natural de la flora y la fauna, y nunca más saldrán de sus tierras los animales para ser vendidos como exóticos.
Cuando se firme la paz en Colombia, seguro que lo que escribo y mucho más, pasará en nuestras vidas, ojala podamos contar la historia y no que la historia nos cuente lo que no pasó.
Eber Patiño Ruiz
Sobre el autor
Eber Patiño Ruiz
Hablemos de…
Eber Alonso Patiño Ruiz es comunicador social, periodista de la Universidad Católica del Norte Sede Medellin, Antioquia. Su gran pasión es la radio y la escritura. Tiene dos novelas terminadas y una en camino, un libro de cuentos y otro de historias fantásticas; tres libros de poesía: Huellas, Tiempos y Expresión del alma.
0 Comentarios
Le puede interesar
A la próxima me invitan a...
Una noche me fui a conocer un salón de arte en la capital, hacía frio como todos los días o tal vez un poco más porque las nube...
Reflexiones desde los territorios
Todo comienza en aquellas épocas remotas, en que la historia, la cultura, el poder y la comunicación se centraron en Bogotá. Con...
El deber de no botar
La mayoría de los ciudadanos somos unos reclamadores permanentes de derechos. Cuando nos afecta cualquier situación que surge de nues...
Reelección presidencial y el grillo
La historia de la reelección presidencial en Colombia es un libro abierto donde se puede leer, sin mayor esfuerzo, que las reeleccio...
Hasta los festivales se virtualizaron
Ya hemos hablado en esta columna de conciertos virtuales, de serenatas virtuales, de parrandas virtuales, y sólo nos faltaba escribir ...