Opinión
Reflexión sobre las interpretaciones de mi columna ¿Y las garantías?
Comienzo esta columna aclarando que soy responsable de lo que escribo, pero no de las interpretaciones que hacen de ello. Desde hace varios años he escrito sobre las Garantías para las mujeres en diversas áreas: política, cultural, social, económica, entre otras.
Reconozco que hablar de perspectiva de género es un acto de valentía en contextos marcados históricamente por paradigmas patriarcales, entre muchos aspectos que no alcanzó a mencionar en totalidad en este escrito, refiero el tema de las interpretaciones que hacen, las cuales van marcadas por resistencias o negaciones al cambio de dichos paradigmas, y en casos extremos algunas personas afirman que es un riesgo darle oportunidad a las mujeres porque al final sino logran sus propósitos emiten acusaciones de discriminación o diversos tipos de juzgamientos propios de considerar que el tema de género y de igualdad son una necedad y no una necesidad.
De este modo, quiero hacer referencia a las interpretaciones de mi anterior columna, titulada ¿y las garantías? La cual publiqué quedando como la más leída de la semana, hubo reacciones que afirmaron que fue redactada con el mayor respeto y claridad pero por parte de algunas (pocas) personas, se interpretó como un ataque en contra de la seriedad y transparencia del festival Francisco el Hombre, lo cual, es completamente respetable en su libertad subjetiva de hacer interpretaciones y sin ninguna intención de parecer altanera pero si argumentativa, afirmo que dicha interpretación no tiene nada que ver con lo que pretendo exponer, cuando hablo de las garantías me refiero a todo un sistema, una historia, un proceso que no busca transitar por la invasión directa a una entidad o personas, pues eso sería ir en contra de la misión de la causa social con perspectiva de género que lidero.
De esta manera, considero importante mencionar que siempre me he definido como una eterna aprendiz, consideración en la cual, no aplica ninguna premisa de altivez, en este sentido, no uso mis columnas para atacar sino para inspirar reflexiones y transformaciones desde la libertad de cada persona, el respeto por las diferencias y la convicción de que la igualdad, equidad e inclusión no corresponden a favores que se hagan a las mujeres, por ejemplo, el favor de invitarla a participar de eventos, a hacer ejercicios políticos o a cargos de poder público o privado; en eso quiero ser enfática pues cuando hablo de garantías me refiero precisamente a un escenario de derechos y reivindicación de los mismos, para mujeres y hombres, situación que minimizaría las brechas sociales que existen y que generan violencias e involuciones e impiden re-humanizarnos.
Es por esto que dejo claro que no ataco a ningún evento o personaje, y si estos pretenden exponer respuestas públicas bienvenidas sean pues eso es tejer democracia, valdría la pena aclarar que en medio digital fue leída por más de 10.000 lectores de varias partes del mundo y ningún comentario fue encaminado a interpretar mis letras como ataque a un evento cultural que respeto y admiro como guajira que soy, teniendo en cuenta, que dichos procesos dignifican mi tierra.
Es la primera vez en los (varios) años que llevo de ser columnista me doy a la tarea de emitir este tipo de explicaciones pero siento que vale la pena, porque siempre he cuidado mi imagen sobre la objetividad y el respeto que estructuren mis letras, para que estas no resten sino que sumen a la causa social.
Finalizo afirmando que sería paradójico que una eterna aprendiz como yo que no pertenezco a ninguna élite y que no es mi fin hacerlo, pretenda generar dudas en la buena imagen de un evento de tanta magnitud como lo es el festival Francisco el Hombre y sobre todo de su equipo de directivas o jurados, que no en vano tienen títulos de maestros, en este sentido, pienso que nadie se atrevería a dudar de dichos maestros por letras que escribí desde mi libertad responsable de opinar; de igual manera no pretendo ninguna explicación por parte de nadie, pues los concursos se tratan de competencias donde hay ganadores y perdedores, y lo más importante es el respeto por dichos veredictos; pues el valor agregado que le incluyo a dicho concurso corresponde a obtener aprendizajes y eso trasciende a cualquier noción cuantitativa.
Mientras tanto continuaré generando espacios de transformación social sin resignarme a ninguna zona de confort y desde esa orilla activista seguiré preguntando sobre las garantías, mientras vivamos en un sistema desigual que no es un problema exclusivamente de La Guajira o el Caribe colombiano sino del mundo, y si bien dicha problemática no se resolverá por medio de columnas, considero importante continuar en la misión pedagógica que poco a poco flexibiliza paradigmas, pues confío plenamente que no es por fuerza que la gota de agua pueden hundir la piedra sino por constancia. Hago mi cierre del tema y sigo en la causa pues como dice Séneca: " no es que tengamos poco tiempo es que perdemos mucho" y realmente no hay tiempo que perder y hay mucho por hacer en la intención de aportar a las transformaciones sociales.
Fabrina Acosta Contreras
@Facostac
Sobre el autor
Fabrina Acosta Contreras
Evas&Adanes
Nieta de Rita Contreras, leyenda viva de 109 años. Escritora e investigadora Guajira, psicóloga, Magister en estudios de género, Magister en Gestión de Organizaciones y Especialista en Alta Gerencia. Creadora de la Asociación “Evas&Adanes” desde la cual lidera diversas iniciativas ciudadanas como los foros “La Mujer en el vallenato”, “Tejiendo esperanzas por la Guajira”, el programa radial Evas&Adanes, entre otras.
Ha recibido reconocimientos por la causa que lidera tales como: Joven sobresaliente de Colombia TOYP 2018 (JCI Colombia), máxima distinción del departamento de La Guajira medalla Luis Antonio Robles, personaje diez en el departamento de Amazonas, medalla a Mujer extraordinaria con proyección social otorgada por la Asociación de Mujeres de la Guajira.
Ha sido columnista por más de 10 años de varios medios puntualizando temas de género y derechos de las mujeres, así como las causas por la guajira. Es autora de los libros “Mujer Sin Receta: Sin Contraindicaciones para hombres”, “Evas culpables, Adanes inocentes”, “De esas costumbres que hay en mi tierra: una mirada a los imaginarios sociales de la violencia de género”, “Mujeres sin receta: Más allá de los mitos”.
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