Opinión
La ingenuidad de la izquierda
La llamada Izquierda política es una franja minoritaria en el espectro político colombiano conformada por grupos variopintos, que tienen en común defender los derechos humanos y la búsqueda permanente de equidad y redistribución equitativa de la pobreza, tratando siempre de mejorar el estado de vida de las clases oprimidas (por lo menos ése es el discurso).
Estos grupos, observados en forma más compleja, los podemos dividir en: Una izquierda moderada que promueve las elecciones libres (sin compraventa de votos), con la idea de promover reformas estructurales a través de leyes emitidas desde el congreso de la república. Una izquierda extrema que en principio persigue los mismos fines de la izquierda moderada, pero utilizando la lucha armada para derrocar al régimen a través de su brazo armado (las guerrillas), claro, en algunos lapsos conforman un brazo político que sale a la calle, organiza protestas y movilizaciones y que sistemáticamente el Estado ha violentado y aniquilado pasando por las armas a sus simpatizantes. Una izquierda anárquica que, igual que las anteriores busca en su discurso mejorar el nivel de vida de los oprimidos, pero que desea terminar con la democracia e instaurar del caos una nueva forma social de administrar el estado. Cada uno de estos pequeños grupos, a su vez están subdivididos en otros grupos o grupúsculos que manejan divisiones y discusiones ideológicas donde cada uno maneja una verdad revelada que no permite la unidad.
En la década de los setenta y ochenta se formó la idea del «izquierdoso» que vestía bluyines, camisetas y botas, y en su hombro colgaba una mochila. Era un intelectual que tenía una cultura general donde era común charlar entre ellos, de economía política, filosofía, evolución, ateísmo. Eran personas con un alto sentido crítico que analizaban los pormenores de la situación del país bajo una óptica revolucionaria. Eran individuos que dedicaban largas horas a la lectura de textos como El Capital (Marx), Materialismo y empiriocriticismo (Lenin), El origen de la familia la propiedad privada y el estado (Engels), Economía política (Nikitín) y en literatura se leía “Así se Templó el Acero” (Nikolái Ostrovski), El doctor Zhivago (Pasternak), Pedagogía del Oprimido (Freire), poemas de Benedetti, Neruda, entre otros.
La izquierda todo el tiempo está enfrascada en debates internos que nunca han permitido la unidad, pues cada izquierdista tiene en su cabeza una forma diferente de arreglar al país y diluyen el tiempo en discusiones y en disquisiciones sesudas que los contertulios refutan con igual sesudez, convirtiendo el ejercicio dialéctico en el cuento de nunca acabar. Siempre están ocupados criticando el actuar del gobierno y encuentran que, siempre hace falta el centavo para el peso en todas las normas, propuestas o políticas gubernamentales.
La guerrilla, es decir, la extrema izquierda, históricamente ha manejado a sectores de izquierda de acuerdo a sus pretensiones, poniéndola de mampara y carne de cañón ante las fuerzas del Estado, pues sus adeptos salen a dar una pelea sin armas, en las calles, en las universidades, en los sindicatos, terminando apresados o muertos.
La izquierda añora tomar las riendas del poder político de la nación, cada grupo a su modo en una actividad verbal y académica que queda en la teoría, pues nunca se han dispuesto a penetrar en el Estado, en las esferas del poder, para aprender cómo es el gobierno, cómo se maneja la cosa pública, y por el contrario, critican, excluyen, le cuelgan el sambenito, a cualquier izquierdista que sea llamado a las esferas del gobierno, caso Lucho Garzón, Clara López, negándose a sí misma la oportunidad de conocer el Estado y el gobierno por dentro. Creo que esta actitud retarda el proceso que lógicamente deben tener los que aspiran a asumir un gobierno, de ahí viene como resultado la improvisación, la imposición y una serie de actitudes que hacen que fracasen cuando se tiene factores de poder estatal.
Es hora de que la izquierda se ponga a tono con los tiempos y las corrientes generales de pensamiento de estos días para que así tengan la posibilidad de tener un buen desempeño cuando accedan al poder abandonando esa ingenuidad juvenil de los años 70.
Diógenes Armando Pino Ávila
@Tagoto
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Ávila
Caletreando
Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).
1 Comentarios
Bueno. Excelente artículo, sin embargo el hecho no es que la izquierda sea ingenua per se. Hay que tener en cuenta que, además de que vivimos en un país de izquierdas fútiles, también habitamos uno donde hay derechas represivas. No se puede juzgar a las izquierdas de ser inexpertas porque no han querido, sino porque no las han dejado subir a las"altas" esferas del poder. O se olvidan de lo que pasó con la UP? He ahí el detalle
Le puede interesar
La mermelada, el término con el que quieren endulzar a la maldita corrupción
La captura del senador del partido Centro Democrático, Ciro Ramírez, la noche del 14 de diciembre de 2023, por ordenes de la sala...
El espejo retrovisor
Con la llegada del año nuevo fueron muchos los que se alegraron por el cambio de las administraciones municipales, pues albergaban l...
Un costeño en Bogotá (segunda parte)
Mi día inició como planeé, a las 5:30 am con el estómago vacío y sin haber comido nada desde la tarde del día anterior. Lue...
Editorial: El valor de un taller artístico o literario
Detrás de todo arte existe un componente técnico, creativo y social. Es cierto que la destreza de un artista o de un escritor se mide...
El Paso perdió a un gran hombre
El fallecimiento de quien fuera mi gran amigo, con el que compartí en muchísimas ocasiones, con el que tenía tantas afinidades, qu...