Opinión

Juventud vs Cultura popular

Diógenes Armando Pino Ávila

10/06/2016 - 06:50

 

En casi todos los pueblos del Caribe colombiano se viene dando una acelerada pérdida de las costumbres ancestrales  y de las tradiciones, y cada día la historia local suena extraña a la población joven de nuestros pueblos.

La cultura popular de nuestros municipios está en peligro de extinción, los jóvenes y los niños desconocen las tradiciones, las costumbres, las leyendas, los cantos y aires musicales autóctonos. A éstos le suenan desconocidos los nombres de los personajes que han hecho historia o que por sus logros tienen connotaciones especiales en el colectivo local. No conocen al fundador de sus pueblos y no saben las fechas de fundación o fechas especiales de sus localidades.

A todas éstas, la familia, núcleo central de la formación de niños y jóvenes, asiste pasivamente a esta acelerada pérdida de valores, pareciera que los padres, los mayores hubieran perdido también la conexión con su propia historia, la de su pueblo y la de su familia extendida. Hay niños que no conocen los nombres de sus abuelos y tíos, que no saben de dónde es originaria su propia familia. Son niños y jóvenes sin historia, que viven (si es que la viven) una vida insulsa sin anclaje con la tierra y con el pasado familiar y comunitario. Son jóvenes sin identidad que consumen un presente sin afanes, sin metas y sin responsabilidades con su propio futuro, son una generación que por no conocer su pasado no piensa en el futuro, son inmediatistas que viven el momento actual, que se conforman con un presente fugaz y cambiante y que transitan por la vida sin preocupaciones y sin intereses vivenciales.

Nuestros niños y jóvenes, por no conocer nuestra cultura vernácula no les interesa, no valoran nuestro folclor, no les llama la atención nuestros sones, nuestras leyendas y tradiciones. Son pobladores de nuestros pueblos que no son tocados por el cúmulo cultural que heredamos de nuestros mayores, por eso corren deslumbrados por formas culturales foráneas y amantes del esnob se hacen fanáticos, sin razón, de formas modernas de la cultura urbana que viene de las grandes urbes.

Esta generación se gomeliza irremediablemente y se debate dubitativamente entre las formas identitarias de sus conglomerado social y esa neo-cultura invasiva y enajenadora que llega de las capitales a través de la Tv y las redes sociales. Gastan horas de Internet viendo videos de Youtube y contraponen estas expresiones culturales ante las expresiones de su propia cultura y por supuesto la cultura de los pueblos sale perdiendo, pues no puede competir contra la masiva divulgación de la neo-cultura.

Esto debería llevar a plantearnos interrogantes, tal como: ¿Qué estamos haciendo los padres para enseñarles a nuestros hijos el valor de lo nuestro? ¿Qué hacemos los mayores para transmitir nuestra herencia cultural? ¿Qué hacen la escuela, el colegio y nosotros los educadores para impregnar amor por lo propio en nuestros alumnos, en nuestro entorno? ¿Qué hacen las alcaldías para impulsar proyectos, planes y programas que incentiven el amor por la cultura local? ¿Tienen financiación y recursos logísticos los grupos culturales de los municipios para desplegar una labor de difusión y resignificación de nuestro acervo cultural? ¿Las gobernaciones de los diferentes departamentos, cumplen con el cometido de respaldar y financiar las diferentes manifestaciones culturales de estos entes territoriales que se caracterizan por ser pluriétnicos y multiculturales?

Mientras estos interrogantes no sean resueltos positivamente seguiremos irremediablemente asistiendo a la extinción de nuestra propia cultura, seguiremos siendo testigos impotentes de la globalización y de la pérdida de valores identitarios que nos presenten como pueblos con historia.

Si no intervenimos positivamente, nuestra memoria colectiva será borrada del mapa cultural de nuestra patria y asumiremos culturas foráneas de tribus urbanas con todo lo que ello implica (Violencia, drogadicción, prostitución y demás males que contiene esa caja de Pandora que la juventud quiere abrir).

 

Diógenes Armando Pino Ávila

 

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

@AvilaDiogenes

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