Opinión
No se aprovechen de la paz
Recién salidos de la alegría que generó en muchos colombianos el anuncio del fin del conflicto entre el Estado y las FARC, el presidente Juan Manuel Santos ordenó por medio de un decreto que a partir del pasado 28 de Junio y con carácter retroactivo al primero de enero del presente año, todos los congresistas deben recibir un jugoso salario de $27.929.064 al mes, más de dos millones de pesos que antes.
A este monto hay que sumarle tres primas, plan de telefonía móvil, vehículo blindado y varios otros privilegios que desde antes de la salida del decreto ya hacían parte del sueldo de los legisladores. Como era de esperarse (y con justa razón), diferentes líderes sociales, políticos y hasta el mismo colombiano de a pie se han mostrado en desacuerdo con el nuevo agasajo que ha tenido el presidente con los legisladores.
Sí tomamos el aumento desde lo porcentual, el reajuste en el salario de los parlamentarios fue de un 7,7%. Aunque mayor, no muy distante del aumento al salario mínimo que fue del 7 %. Lo que realmente indigna no es el porcentaje, sino la suma. Mientras este año los congresistas gozan de un reajuste de $2.013.629, el colombiano que gana el salario mínimo solo recibió un aumento de $45.104 pasando de $644.350 a$689.454. No hay que ser un gran matemático para darse cuenta que el polémico reajuste es casi tres veces un salario mínimo, hecho contradictorio para un presidente cuya principal bandera política es acabar con un conflicto armado con más de 50 años de duración y que encontró en la desigualdad una de sus principales causas, aunque después mutó a un narcoconflicto lleno en delitos de lesa humanidad.
Continuando la comparación entre el sueldo de los congresistas y el recibido por cualquier persona que gana el mínimo, hay que decir que los parlamentarios sólo deben ir a sesionar los días martes y miércoles en jornadas que comienzan en promedio a las 9 de la mañana y rara vez se extienden hasta altas horas de la noche. El número de sesiones semanales sólo aumenta al final de cada periodo legislativo, en los cuales los parlamentarios sesionan tres y hasta cuatro días por semana. En una semana promedio (sin grandes debates o proyectos de ley), un congresista pasa unas 20 horas entre su comisión y la plenaria, lo que serían unas 80 horas el mes, eso en caso de cumplir con todas sus responsabilidades y sin caer en el ausentismo que siempre es moda en la rama legislativa. Un colombiano que gana el mínimo debe trabajar en promedio unas 8 horas diarias, que a la semana son 40 y al mes 160, el doble que cualquier congresista por un sueldo 43 veces menor.
No hay mayor índice de paz que la igualdad, los países menos violentos son aquellos donde la riqueza está en manos de muchos y no de unos cuantos. Estoy de acuerdo en que se ha dado un paso gigante para el fin de un conflicto que parecía eterno, estoy de acuerdo en que debemos empezar a perdonar para que el dolor de una guerra sangrienta sea sólo un mal recuerdo, así como estoy en desacuerdo con que en un país donde el 84% por ciento de los trabajadores ganan menos de dos salarios mínimos el reajuste salarial anual sea menor a $50.000.
Si realmente queremos una paz real y duradera, no puede continuar dando contentillos a sus caciques políticos y menos con dineros públicos, señor presidente, no puede valerse de la alegría del fin del conflicto para apuñalar al pueblo. No se aproveche de la paz.
Edgar Camargo
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