Opinión

Escalona por un día

Edgardo Mendoza

01/09/2016 - 08:00

 

Muchas veces ha visto o leído que una persona puede ser otra por un día. Sentirse médico, enfermero, militar o sacerdote; en mi caso fue ser hijo del gran Maestro del Vallenato, Rafael escalona por un día, aprovechando un homenaje que la fundación que lleva su nombre, dirigida por su hija “La Colibrí”, hoy Taryn Escalona y sus hermanos, organizaron en Bogotá con Carlos Vives el cantante samario más famoso y otros vallenatos de prestigio reconocido.

La cosa comenzó en la primera semana de agosto, cuando Taryn, con su teléfono sin números  me llamó con la frescura de una directora de convento: Oye, dame tu número de cédula y estás listo el viernes 28 hasta el domingo.

Nadie que no sea vallenato entenderá que aquí las cosas pasan así, sin formalismos ni tanto perendengues y cositerias propias del caribe.

Un grupo de invitados, entre ellos reconocidos periodistas locales, nos acompañaron. Gaira GML, es un lugar, donde  los cachacos se sienten vallenatos, que abrazan, lloran y recuerdan las canciones, como  si hubieran nacido en la plaza Alfonso López o fueran vecinos del barrio Cañaguate, incluso de las tradicionales familias vallenatas, Castro, Araujo o Villazón, por solo poner ejemplos, aunque esta última tenga fama de tener corazón de acero. Por lo dura.

Ya con pasajes y hoteles en pleno norte capitalino, con reservas y puestos especiales, comienza la cosa de la estratificación de lugares, personas y cosas.

Los periodistas y  otros invitados estaban en un lugar perfecto, pero sin poder estar en la tarima donde el homenaje, “Recordando  a Escalona” estuviera al alcance de su mano.

Noté que los hijos del maestro tenían ubicación perfecta y casi media logística dispuesta a atenderlos a todo taco.  Pude ver cómo Nando, Rafa y Pachín destapaban whisky y picadas de todos los contenidos, mientras que los otros saboreaban lo mismo  pero con pausas largas de tiempo y tamaño y cantidad reducidos, de manera que copié como Taryn con el gesto de una ministra inglesa ordenaba cosas. Los cachachos que en vainas de atenciones son expertos en sobar chaqueta, entendieron mal la jugada, mientras Taryn trataba de indicarme el lugar donde realmente me correspondía, ellos me hicieron pasar a la mesa de al lado, donde la madre de Vives y unas tías disfrutaban la fiesta. Y ahí fue Troya, ya yo era Escalona por toda la noche. Escondí como pude mis reales documentos y miraba los movimientos de mis hermanos  para ir captando sus gestos, formas de hablar y caprichos heredados. Pachín poca sonrisa, Nando a veces como ido y Rafa atento a todo. Entonces cogí lo mejor de los tres y olvidé a los Mendoza Guerra por un rato.

Cuando ya me aceptaron de manera rápida como Escalona oficial, una tía conversona de Vives, me inaugura con una sarta de preguntas que resumo a continuación.

María Teresa (la tía preguntona), a  mi lado, curiosamente una canción del gran autor nacional, lleva ese nombre. De entrada me soltó la primera…

M. T/ ¿Podrías contarme cómo fue tu infancia al lado del gran maestro?

Edgardo Escalona. R/ Como toda infancia inolvidable, mi madre que es de Fundación lo esperaba en el tren cuando era estudiante del Liceo Celedón, allí se conocieron, yo tenía algunos tres años y recuerdo que me hablaba de las guerras pasadas con coroneles incluidos, lo recuerdo con botas y sombrero elegante, después dejé de verlo mucho tiempo, pero mis abuelos siempre me recordaban que mi padre era grande y famoso.

M.T/  Y en cuanto a la música, ¿heredaste algo? ¿Imagino que todos cantan y componen como los hijos de Diomedes?

E.E/  Fíjate, no tanto. Sin embargo, hacemos versos y melodías, pero nos mantenemos inéditos, incluso yo aprendí a tocar tambor, pero un día mi padre me dijo que  eran instrumentos de negros y un Escalona no tiene ese mundo, que mirara algo de guitarras, aprendí pero no me dediqué a eso, soy médico pediatra.

M.T/ Oh, qué grandioso, Dr Escalona, pero ya mis hijos están grandes, sería un honor que usted fuera su médico, tengo unos preciosos nietos que quiero los atienda. ¿Me deja su tarjeta? ¿Tiene consultorio en Bogotá o Valledupar?

E.E / No, vivo en Austria, solo vine al evento y regreso el lunes, en tres años vuelvo al país y miramos qué podemos hacer.

M.T/ Ay, qué emoción, pero cuénteme más del maestro, por favor, y puede tomarse una foto conmigo, mi familia estará feliz.

E. E/  Bueno mi padre fue un hombre cariñoso, una fila de mujeres lo seguían como a tu sobrino Carlitos, pero en aquellos tiempos era muy notable,  mira, nosotros somos 21 hermanos, aquí estamos más de la mitad por cuestiones de tiempo y vivimos lejanos. De igual forma, te dejo mi correo y teléfonos para futuras fechas…

M.T/ Ay, qué placer escribirle, Doctor Escalona! 

De inmediato le solté un correo: edgardoescalonamedico@gmail.com.au y el número 8437-0098-99645-0971-009. 17969.

Ya yo estoy en Valledupar y María Teresa debe estar gastando sus ahorros en llamarme al número que no debe existir en ningún directorio del mundo.

Gaira es lugar de fiesta, pero también de costa y cachacos vallenatizados. En su bar, y en los pasillos y paredes, cuelgan fotografías de los más grandes juglares vallenatos; Alejo, la foto más grande, Colacho, Armando Zabaleta, Carlos Huertas, Emiliano Zuleta, Escalona por supuesto aparece dos veces, mientras Luis Enrique Martínez no pude verlo. Calixto Ochoa, al contrario, aparece tres veces y, según William Rosado, su biógrafo oficial, debe haber más. Supongo que es un error para tantas fotos de Calixto, sin demeritar su grandeza. Igual en el techo del escenario están los iconos bogotanos, Pacheco Fabio Parra, Lucho Herrera, Don Chinche, Osuna, Gloria Valencia y esposo, Galán, los Lleras, López Michelsen y hasta Marbel, junto a los Aterciopelados  y otros más. Ni Pastranas y Uribe están.

Queda claro entonces, que ser hijo del maestro del vallenato por un día es una razón de peso. Queda muy claro que mientras Taryn tenga el motor prendido y la periodista rosa Rosado sea su gasolina de avión, Escalona, sus cantos e historias vivirán por siempre.

Acaba de morir Juan Gabriel, otro ídolo latinoamericano, sin pretender compararlos, ambos en su tiempo, forma y lugar, pero “Honda herida”  “La golondrina”  vivirán “Siempre en mi mente”, “Querida”, “Abrázame muy fuerte”, “Se me olvidó otra vez”, ahora estrecharán los coros de: “Había quedado ni paloma errante /cuando el muchacho va y le rompe el nido /recogiendo los pedazos perdidos /para hacerlo mejor en otra parte”. En esa parte del cielo deben estar. Hablando de un maestro y resultaron dos.

 

Edgardo Mendoza 

Tiro de Chorro 

Sobre el autor

Edgardo Mendoza

Edgardo Mendoza

Tiro de chorro

Edgardo Mendoza Guerra es Guajiro-Vallenato. Locutor de radio, comunicador social y abogado. Escritor de cuentos y poesías, profesor universitario, autor del libro Crónicas Vallenatas y tiene en impresión "50 Tiros de Chorro y siguen vivos", una selección de sus columnas en distintos medios. Trata de ser buena gente. Soltero. Creador de Alejo, una caricatura que apenas nace. Optimista, sentimental, poco iglesiero. Conversador vinícola.

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