Opinión
El limbo de las serpientes
Desde el punto de vista jurídico, no deben existir dudas ni miedos. La Corte Constitucional a través de la Sentencia C-379 de 2016 estableció la solución: “la decisión negativa del electorado inhibirá dicha implementación del Acuerdo Final, aunque sin perjuicio de la vigencia de las facultades que la Constitución confiere al Gobierno para […] la suscripción de acuerdos de paz”.
Después de la victoria del No, Santos está imposibilitado jurídicamente para implementar el acuerdo de La Habana, pero mantiene la facultad constitucional de renegociar lo concertado o suscribir un nuevo acuerdo con las FARC. En efecto, el resultado de una nueva negociación puede ser sometido o no por el Presidente a una refrendación: hay que recordar que no es obligatorio consultarle al pueblo este tipo de decisiones. Ahora bien, si se decide conducir al país al laberinto artificioso de otro plebiscito, dicho instrumento democrático tendrá las mismas reglas que el certamen del pasado 2 de octubre, expresa la Corte.
De manera que lo jurídico está nítido como un cristal, no hay que enredarse tanto con interpretaciones despistadas o amañadas que solo causan desconcierto, el país requiere respuestas concertadas, sensatas y sobre todo expeditas, pues no se puede desconocer que existe mucha incertidumbre ante esta situación política. Ahora estamos en un limbo político que a muchos les causa desesperanza y hasta angustia. El Gobierno, cuya legitimidad ha sido cuestionada con los resultados del domingo 02 de octubre, tiene que mostrarse generoso y llegar rápidamente a un acuerdo conciso con los líderes del No, hay que establecer una agenda con fechas puntuales que haga posible iluminar el camino, que para los ojos de muchos está sombrío.
Los líderes del No (Uribe, Pastrana, Marta Lucía, Jaime Castro, los pastores cristianos…), tienen la enorme responsabilidad de exponer ante el país humildad, intención de paz y propuestas realizables. Asimismo, deben tener la capacidad de comprender que no todo lo que pidan será aceptado por las FARC. Pacho Santos, quien ha sido el miembro del Centro Democrático más claro y amplio, ha indicado de manera acertada que el acuerdo de La Habana debe servir como borrador para consolidar entre todos un nuevo pacto: ése es el mejor punto de partida que existe en el contexto actual.
No deja de originar preocupación, la posibilidad de que las reuniones entre los distintos sectores políticos, no conlleven a nada concreto y se conviertan en un espectáculo que solo genere fotos con sonrisas hipócritas. Insisto, estamos en un limbo político, nadie sabe qué va a pasar con las FARC, por eso urge una alianza verdadera, transparente y rápida entre las diferentes corrientes. Quizás el principal estorbo son las elecciones del 2018, resultaría pernicioso que Santos siga jugando con el proceso para demostrar que es más avispado que Uribe y que Uribe impida avanzar en las negociaciones para esperar que el Centro Democrático se tome La Casa de Nariño.
Por eso, los ciudadanos del Sí y del No, quienes no estamos pendientes de las elecciones del 2018 sino de la construcción de una paz estable y duradera por medio del dialogo, tenemos que ser vigilantes y requerirle a los políticos celeridad para llevar hacia adelante la renegociación con las FARC. Como sociedad civil, no podemos desconocer que ellos, precisamente, son eso: políticos. Mejor dicho, son serpientes que mudan de piel, que sacan sus lenguas para captar las vibraciones que hay a su alrededor, que tienen sensores infrarrojos que les permiten percibir el calor de la sangre de otras criaturas. Amigos y amigas, mantengamos inmune la esperanza de paz, pero no nos quedemos quietos ni callados.
Carlos César Silva
@CCSilva86
Sobre el autor
Carlos Cesar Silva
La curva
Carlos César Silva. Valledupar (Cesar) 22 de noviembre de 1986. Abogado de la Universidad Popular del Cesar, especialista y magister en Derecho Público de la Universidad del Norte. En el 2013 publicó en la web el libro de artículos Cine sin crispetas. Cuentos suyos han sido publicados en las revistas Puesto de Combate y Panorama Cultural. Miembro fundador del grupo artístico Jauría. Cocreador del bar cultural Tlön.
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