Opinión
Cuando venga el veinte de enero
Este ocho de noviembre, con la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, se completó una trilogía de votaciones que han planteado, de distintas maneras, la sensación y casi certeza de que el principio sagrado occidental de la democracia está en una crisis sin precedentes difícil de salvar.
La trilogía pasó por el plebiscito del dos de octubre en Colombia e inició con el del veintitrés de junio en Inglaterra. El Brexit, el No al Plebiscito y la elección de Trump, sorprendieron al mundo y refrendaron una nueva y estrepitosa derrota de los grandes medios dominantes y de las firmas encuestadores que, cada vez, parecen estar más perdidos de la bola.
Las tres elecciones se caracterizaron por apelar a las emociones básicas de muchos electores, invocando miedos o enemigos colectivos que fueron personificados en Inglaterra y E.E.U.U. por los inmigrantes, en reacción a quienes se exacerbó el nacionalismo, buscando reivindicarlo y recogiendo un sentimiento antiglobalización que podría impulsar otros proyectos ultranacionalistas que oscurecen más el horizonte si se recuerda a Rusia y Corea del Norte, por no abrir más el abanico.
En el caso Colombiano fueron tantas las falacias que se propagaron y los miedos que se invocaron, que no vale la pena volver a revolcar aquí esas vergüenzas.
Dejándonos llevar por esos mismos miedos uno no se pregunta tanto por la forma cómo Trump consiguió invertir una tendencia que lo daba perdedor y terminó imponiéndose en la recta final de la campaña, sino por a dónde vamos a parar, si el sistema político dejará suelta esa rueda que parece venir a rebarajar los naipes de la geopolítica global, si esa arquitectura mundial que se definió, más para mal que para bien, luego de la segunda guerra mundial, será derrumbada o remodelada en medio de una ventisca inclemente.
Esta última elección da pie para pensar que ya nada es igual en ninguna parte, pero no da la certeza de que los ciudadanos estén realmente desencantados profundamente con el estado actual de las cosas. Si parecen estar desencantados de sus líderes o gobernantes, pero cambiarlos por otros menos malos no garantizará un cambio de paradigma en el sistema económico, político y social tan desigual que impera y es criminal con las mayorías de la población mundial y con el planeta mismo. Sistema que nos está llevando a la debacle, al agotamiento de los recursos y más temprano que tarde a la extinción, a la autodestrucción como especie.
Las actitudes previas a la mudanza del nuevo habitante de la Casa Blanca llevan a preguntarnos si este 8-N superará en importancia al tristemente recordado 11-S, que definió este siglo XXI y probablemente el milenio en curso, si el aprendiz de presidente realmente abrirá las puertas a la demencia sin consecuencias previsibles y allanará los caminos para un apocalipsis nuclear que parece inevitable al dejar salir los más oscuros y pestilentes sentimientos del alma gringa, que no son nuevos ni estaban enterrados bajo kilómetros de tierra, pero que se controlaban o disimulaban con una diplomacia tantas veces poco efectiva. ¿Terminará siendo el desastre descomunal que, también, predijeron Los Simpson?
El señor Trump cree que el Cambio climático es un cuento Chino y prometió cancelar el Acuerdo de París que, si bien no es la solución a todos los problemas medioambientales, no hacer algo de manera efectiva desembocará en resultados terribles. Es indudable que levantará un muro contra los extranjeros, sin importar si es físico o virtual, ideológico o económico, pero lo construirá o lo terminará de construirlo o quitará las barreras que han tenido más o menos reprimido al demonio de racismo y xenofobia que siempre ha ondeado sobre las cabezas y en los corazones del gigante del norte.
¿Qué puede esperarnos al tener a la cabeza del Gran Hermano, del Policía Universal, a un misógino evasor de impuestos, grandilocuente, desfachatado y frívolo?
Ojalá ninguno de nuestros miedos se materialicen y esta inestabilidad y desconcierto no pasen de ser una mera impresión. Ojalá nos equivoquemos quienes consideramos que lo que viene es el Apocalipsis zombie y los Juegos del Hambre.
Amanecerá y veremos…
Cuando venga el veinte de enero, serán menos los que estén celebrando la fiesta de Sincelejo, que los que estemos esperando ver arrellanarse en la silla de Lincoln al excéntrico y polémico magnate Trump, cruzando dedos y apretando nalgas para que no se caigan, esta vez, las barandas ya golpeadas de la gran corraleja del mundo.
Luis Carlos Ramírez Lascarro
@Luiskramirezl
Sobre el autor

Luis Carlos Ramirez Lascarro
A tres tabacos
Luis Carlos Ramírez Lascarro (Guamal, Magdalena, Colombia, 1984). Historiador y gestor patrimonial, egresado de la Universidad del Magdalena y Maestrante en Escrituras audiovisuales en la misma universidad.
Autor de los libros: Confidencia: Cantos de dolor y de muerte (2025); Evolución y tensiones de las marchas procesionales de los pueblos de la Depresión Momposina: Guamal y Mompox (en coautoría con Xavier Ávila, 2024), La cumbia en Guamal, Magdalena (en coautoría con David Ramírez, 2023), El acordeón de Juancho (2020) y Semana Santa de Guamal, Magdalena, una reseña histórica (en coautoría con Alberto Ávila Bagarozza, 2020).
Ha escrito las obras teatrales Flores de María (2020), montada por el colectivo Maderos Teatro de Valledupar, y Cruselfa (2020), monólogo coescrito con Luis Mario Jiménez, quien también lo representa. Su trabajo poético ha sido incluido en antologías como: Quemarlo todo (2021), Contagio poesía (2020), Antología Nacional de Relata (2013), Tocando el viento (2012), Con otra voz y Poemas inolvidables (2011), Polen para fecundar manantiales (2008) y Poesía social sin banderas (2005), y en narrativa, figura en Elipsis internacional y Diez años no son tanto (2021).
Como articulista y editor ha colaborado con las revistas Hojalata, María mulata (2020), Heterotopías (2022) y Atarraya cultural (2023), y ha participado en todos los números de la revista La gota fría (No. 1, 2018; No. 2, 2020; No. 3, 2021; No. 4, 2022; No. 5, 2023; No. 6, 2024 y No.7, 2025).
Entre los eventos en los que ha sido conferencista invitado se destacan: Ciclo de conferencias “Hablando del Magdalena” de Cajamag (2024), con el conversatorio Conversando nuestra historia guamalera; Conversatorio Aproximaciones históricas a las marchas procesionales de los pueblos de la Depresión Momposina: Guamal y Mompox (2024); Primer Congreso de Historia y Patrimonio Universidad del Magdalena (2023), con la ponencia: La instrumentalización de las fuentes históricas en la construcción del discurso hegemónico de la vallenatología; el VI Encuentro Nacional de Investigadores de la Música Vallenata (2017), con Julio Erazo Cuevas, el juglar guamalero; y el Foro Vallenato Clásico (2016), en el marco del 49º Festival de la Leyenda Vallenata, con Zuletazos clásicos.
Ha ejercido como corrector estilístico y ortotipográfico en El vallenato en Bogotá, su redención y popularidad (2021) y Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020), donde además participó como prologuista.
Realizó la postulación del maestro cañamillero Aurelio Fernández Guerrero a la convocatoria Trayectorias 2024 del Ministerio de Cultura, en la cual resultó ganador; participó como Asesor externo en la elaboración del PES de la Cumbia tradicional del Caribe colombiano (2023) y lideró la postulación de las Procesiones de semana santa de Guamal, Magdalena a la LRPCI del ámbito departamental (2021), obteniendo la aprobación para la realización del PES en 2023, el cual está en proceso.
Sus artículos han sido citados en estudios académicos como la tesis Rafael Manjarrez: el vínculo entre la tradición y la modernidad (2021); el libro Poesía romántica en el canto vallenato: Rosendo Romero Ospino, el poeta del camino (2020) y la tesis El vallenato de “protesta”: La obra musical de Máximo Jiménez (2017).
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