Opinión
Desagravio para el Nando Marín
Desde que se anunció que el artista vallenato Silvestre Dangond realizaría el lanzamiento de su nuevo trabajo musical en el sector de las torres del Nado Marín se ha desatado una serie de memes a través de las redes sociales que van acompañados de agravios, estigmatización y hasta denigración de los moradores de esta parte de Valledupar.
La dignidad de los habitantes de esta urbanización ha venido siendo ultrajada, la honra pisoteada gracias a los calificativos de la peor calaña que han expresado, afirmando que el sector es guarida de delincuentes, zona roja y peligrosa, convirtiéndolo en el barrio más popular de Colombia, debido a la mala imagen desplegada en las redes sociales.
Es cierto que esta urbanización fue concebida para dar solución de vivienda a personas desplazadas, reinsertadas y de escasos recursos, que a falta de inversión social que propenda por el mejoramiento de sus condiciones de vida y mayor presencia de la fuerza pública han causado problemas de inseguridad, drogadicción y violencia, pero no deja de ser menos cierto que la mayoría de sus habitantes son personas honestas, con ganas de salir adelante y forjar un mejor futuro a sus hijos.
Por eso he decidido hacer un llamado a la comunidad en general y en especial a las autoridades civiles y policivas de la ciudad para que en vez de denigrar y estigmatizar a estas personas realicen las gestiones para garantizar la inversión y obras que permitan la satisfacción de sus necesidades básicas, el bienestar, progreso y desarrollo en este sector para edificar una mejor ciudad.
La inseguridad reina en toda la ciudad, la violencia y corrupción es un mal que ha carcomido nuestra sociedad, debemos combatirla con acciones y políticas sociales, no trasgrediendo a un sector específico con cuestionamientos imprudentes y reprochable, lo cual, no genera más que propender por la segregación social que por décadas han soportado estos humanos, generando la vulneración de su dignidad y además contribuyendo con enlodar la imagen de Valledupar, empañar nuestro folclor, generando miedo y desconfianza a los turistas que anhelan visitar la Capital Mundial del Vallenato en el marco del Festival.
Evitemos ver lo negativo de esta iniciativa y por el contrario exaltemos lo positivo, como es la decisión de un cantante de la envergadura de Silvestre de compartir en un lugar significativamente humilde sus logros, llevando un rato de alegría y esparcimiento a personas que a lo largo de su vida han padecido sufrimiento, necesidades y dolor.
Es fácil criticar y mancillar la dignidad de las personas, desde la tranquilidad de nuestras casas, en el ocio de navegar por las redes sociales, sin analizar y conocer su difícil situación, sus padecimientos y necesidades, lo difícil es sobrevivir con el estigma, rechazo social, pobreza, falta de oportunidades e inclusión, pero sin embargo los habitantes del Nando Marín no se rinden y cada amanecer encuentran una oportunidad para salir adelante y buscar el bienestar de sus familias.
El alcalde debe garantizar la seguridad y tranquilidad todos los días no solo por el evento, así mismo debe realizar las gestiones necesarias que sean el punto de partida de obras de infraestructura que permitan mejorar el entorno y satisfacer las necesidades que padecen los habitantes del sector, solo así podemos pensar en un mejor Valledupar, sin delincuencia, incluyente, seguro y brindando bienestar a sus habitantes.
Diógenes Armando Pino Sanjur
@mafranpisa
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Sanjur
Tamalamequeando
Diógenes Armando Pino Sanjur, más conocido como May Francisco, nació el 24 de junio de 1976 en un pueblo mágico lleno de historia, cultura y leyendas situado en la margen derecha del Río Magdalena llamado Tamalameque. Hijo de los docentes Diógenes Armando Pino Ávila y Petrona Sanjur De Pino, tiene 2 hijos, May Francisco y Diógenes Miguel, los cuales son su gran amor, alegría, motor y mayor orgullo. Abogado de Profesión, despertó su interés con la escritura de su padre quien es escritor e historiador, se declara un enamorado de su pueblo, de su cultura (la tambora) y apasionado por la política como arte de servir.
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