Opinión
Los Odebrechts de los entes territoriales
El caso de los sobornos y coimas pagadas por la multinacional Odebrecht, para lograr acceder a los grandes contratos de la nación y los posibles aportes a las campañas presidenciales, han causado revuelo político, judicial y, en la opinión pública nacional, permitiendo reafirmar cómo los tentáculos de la corrupción han infiltrados las altas esferas del país.
El acontecer diario de la nación se ha visto sorprendido, al conocer las grandes sumas de dinero que esta empresa ha tenido que pagar a políticos e intermediarios, para obtener la ejecución de mega obras con multimillonarias inversiones y que generan jugosos dividendos para ellos.
La historia de entrega de coimas y sobornos en Colombia para la adjudicación de contratos no es una práctica nueva, es una artimaña que se viene ejecutando hace bastante tiempo, a tal punto, que en los corrillos políticos de las entidades públicas se afirma que el pago del 10% por contratos adjudicados solo le falta ser refrendado por una Ley de la República, pero que es de común y obligatorio uso y aplicación.
Es por eso que, en los entes territoriales, encontramos que la inmensa mayoría de licitaciones se adjudican con un solo proponente, se aprovechan las prerrogativas legales otorgadas a las ONGs y fundaciones para adjudicar de forma directa los principales y mayores contratistas dentro del cuatrienio del gobernante.
En la gran mayoría de municipios, podremos encontrar gran cantidad de obras inconclusas, de contratos con elevados costos, monopolios en la contratación, acomodo de los pliegos de condiciones, licitaciones con único proponente y hasta adjudicaciones a dedo, que no han tenido gran resonancia y publicidad por la complicidad de los mismos entes de control territoriales, que en muchos casos se convierten en cómplices y organismos legalizadores de los procesos de contratación que van en contravía de la legislación.
Por eso, creo necesario que aprovechemos el escándalo desatado por los sobornos de Odebrecht, para que pongamos en práctica políticas efectivas de lucha contra la corrupción, la combatamos y erradiquemos de raíz, desde los entes territoriales, donde muchos gobernadores y alcaldes administran sin ningún control, dilapidando el erario, invirtiendo de acuerdo a sus caprichos, olvidándose de las necesidades colectivas de su comunidad.
Es una verdad a gritos, que muchos gobernadores o alcaldes se hacen elegir como trampolín para ascender y realizar una carrera política que les aba lal congreso o altos puestos del nivel nacional, pero para ello requieren aprovechar su gobierno en los entes territoriales para amasar grandes fortunas y un musculo político que le facilite su cometido.
Siendo los municipios o departamentos los más perjudicados con este proceder, puesto que las necesidades insatisfechas no son solucionadas, sus finanzas son saqueadas, el bienestar y mejoramiento de las condiciones de vida de sus habitantes quedan estancadas, cohibiendo que el progreso y desarrollo llegue a sus comunidades.
Para evitar que estos corruptos lleguen a las altas esferas del estado, necesitamos combatirlos desde su génesis, realizando un seguimiento y control a la contratación en municipios y departamentos, judicializando a funcionarios corruptos, garantizando un buen manejo administrativo y financiero, de lo contrario estaremos condenados a que muchos casos como los de Odebrecht sigan repitiéndose a través de la historia.
Diógenes Armando Pino Sanjur
@mafranpisa
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Sanjur
Tamalamequeando
Diógenes Armando Pino Sanjur, más conocido como May Francisco, nació el 24 de junio de 1976 en un pueblo mágico lleno de historia, cultura y leyendas situado en la margen derecha del Río Magdalena llamado Tamalameque. Hijo de los docentes Diógenes Armando Pino Ávila y Petrona Sanjur De Pino, tiene 2 hijos, May Francisco y Diógenes Miguel, los cuales son su gran amor, alegría, motor y mayor orgullo. Abogado de Profesión, despertó su interés con la escritura de su padre quien es escritor e historiador, se declara un enamorado de su pueblo, de su cultura (la tambora) y apasionado por la política como arte de servir.
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