Opinión
La Noche del río
La hospitalidad que la ciudad de Barranquilla le da a la cultura del Caribe colombiano demuestra que es una ciudad poblada de ciudadanos de mente abierta. Una urbe cosmopolita que desea conocer y degustar las manifestaciones culturales de la región. En el Carnaval de Barranquilla, sí, ese carnaval con mayúscula, se derrocha alegría, cultura y entusiasmo. Los barranquilleros abren las compuertas de sus almas para exorcizar sus pesares y ahuyentar sus tristezas y en esos días el goce es pleno y total.
Dentro del marco del carnaval hay un espacio cultural llamado La Noche del Río, donde se dan cita los barranquilleros para paladear la cultura ríana, esa cultura variada y rica que nace y se regodea en la ribera del Magdalena, esas manifestaciones culturales creadas y preservadas por nuestros pescadores y campesinos, cultura ésta, con variedad de matices, toques, cantos y bailes que hacen de nuestros pueblos, territorios de tradiciones, costumbres ancestrales y sobre todo de una alegría desbordada, donde se canta, se toca y se baila la vida.
La noche del río es un evento que lleva doce años ininterrumpidos de realizaciones, donde han asistido las cantadoras del Caribe, los grupos de comparsas y demás expresiones del río Grande de la Magdalena, hermanados con Barranquilla a través de la cultura. En la versión 2017 se homenajeó La Tambora como manifestación cultural de la subregión denominada “La depresión momposina”. Tuve la suerte de ser invitado a participar en el conversatorio y compartí la palabra con el profesor Alvaro Mier de San Martín de Loba y con el doctor en Etnomusicología Guillermo Carbó, ante un público selecto, conformado por estudiantes universitarios de pregrados y post grado, y profesores de arte de diferentes universidades atlanticenses, integrantes de grupos folclóricos y culturales, aficionados a la danza y al canto y un grupo de personas que aman la tambora.
Fue un conversatorio fluido donde se expuso la historia de los festivales de tambora de San Martín de Loba y Tamalameque y sobre todo se expuso la importancia de nuestro folclor riano, lo que significa para nosotros como identidad, como tradición y como esencia misma del alma de nuestras gentes. En el conversatorio se interactuó con los asistentes, se respondió a las preguntas e inquietudes y se hizo hincapié en la necesidad de preservar la cultura vernácula de estos pueblos.
Al finalizar la tarde se dio inicio al espectáculo lleno de alegría y colorido en la Plaza Santodomingo del Parque Cultural del Caribe con la presentación de unos espléndidos grupos representantes de nuestro folclor, los grupos El Chandé de Gamarra, La Llorona de Tamalameque y el grupo de Delcy Gil de San Martín de Loba, estas agrupaciones pusieron la nota cultural de alegría luciendo la tambora en todo su esplendor y compartieron tarima con grupos como el de Timbiquí, Tambores de Cabildo de Cartagena, y otros. Este evento puede ser inspirador para que las capitales y gobernaciones de departamentos piensen en algo similar.
La gobernación del Cesar está en mora de realizar un evento en grande que recoja la cultura de todo el Departamento, un evento donde se pueda mostrar nuestra cultura, donde se haga un espectáculo variado y colorido con la participación de los diferentes pueblos indígenas con sus cantos y ceremoniales, la música de cuerda de los cesarences con ascendencia de los santanderes, el acordeón del norte del departamento, los cantos de vaquería y las décimas que conservan algunos de nuestros pueblos, las tamboras y demás manifestaciones de este Cesar pluriétnico y multicultural.
Ya lo propuse en una columna anterior, este evento podría ser El Festival de la Cultura del departamento del Cesar y podría realizarse en las poblaciones grandes del departamento: Valledupar, Curumaní, Aguachica y rotar su sede año tras año. Este sería un evento único con potencialidades de turismo y de empresa cultural que mostraría a propios y extraños un Cesar grande, próspero y culto.
Diógenes Armando Pino Ávila
@Tagoto
Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila
Caletreando
Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).
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