Opinión

Una palabra enorme

Diógenes Armando Pino Ávila

02/06/2017 - 06:30

 

 

Hay palabras cortas que encierran una infinitud de sentimientos y sensaciones, amor, por ejemplo, es una de las palabras con una amplitud de acepciones, y sin embargo difícil de definir por lo sencilla y paradójicamente compleja ya que cada ser siente el amor de una manera diferente y lo transmite o demuestra de maneras muy particulares.

La palabra cariño, es una palabra tierna, tal vez se pueda decir coloquialmente que es un amor suave, un sentimiento que los seres sentimos hacia las otras personas o cosas muy al interior de nuestra alma, en forma apacible sin los borbollones ruidosos del amor, sin el estropicio de la pasión y sin la calentura de nuestros sentimientos. El cariño es suave, es una estufa a fuego lento donde se cuece y pone a punto de sazón lo mejor del ser humano.

Dedicación, es otra de las palabras que denotan una condición del ser humano cuando quiere hacer bien las cosas, cuando entrega toda su atención a la labor a su cuidado. Es la entrega total de la persona a la realización de lo que está haciendo, por tanto, el que se dedica a una tarea tiene necesariamente que poner altas dosis de amor y una porción desmesurada de cariño para dedicarse a ella.

Hay otras palabras preciosas y sonoras que todos los seres humanos anhelamos tener, sentir y de alguna manera ser lo que ellas definen, son muchas: honesto, imaginativo, creativo, padre, guía, amigo, consejero; en fin, son tantas que sería dispendioso mencionarlas todas, por ello el hombre, en su afán de comunicarse y definirla, la creó, tal vez tuvo muchas dificultades para ello, pues unir en una sola palabra el cúmulo de sentimientos, saberes, actitudes y deberes que mencioné y las que dejé de mencionar, no era una tarea fácil, por eso la buscó con sumo cuidado, observando el quehacer del hombre, los diferentes oficios y profesiones. Me imagino que fue acucioso y, con un filtro riguroso y una lupa potente, miró los pormenores particulares y generales de tantas palabras y oficios hasta dar con el que buscaba.

Después de esa búsqueda tenaz, se dio cuenta que muy pocas palabras reunían los requisitos exigidos por la rigurosidad de sus pretensiones, sí muy pocas. Tuvo que reducir su lista a padre, amigo, protector, faro, vida, valor, cariño y entrega; y por más que intentó reducir la lista, no pudo. Y entonces se hizo la luz y gritó como el sabio deslumbrado por su hallazgo: ¡Eureka!

Tras tremenda exclamación, como un rayo vino a su mente una imagen de un hombre o mujer rodeado de niños inquietos que caminaban por una senda del saber descubriendo a su paso lo dulce de la vida y los sinsabores del día a día, y de su mente pasó a su lengua la palabra que reunía todas estas otras palabras y gritó: ¡Maestro!

El maestro es ese cúmulo de sentimientos y sensaciones, el maestro es amor, es cariño, es dedicación, es entrega, es valor, es honestidad, es el ser que se entrega al cuidado de los hijos de los demás con el sentimiento diáfano de que son sus propios hijos. Es el que hace el mayor esfuerzo para que esos niños sean como él quiere que sean sus hijos: honestos, prístinos y merecedores del respeto y la consideración de la sociedad donde les toque vivir.

El maestro es claro ejemplo de bondad, es el hombre o mujer que da de sí todo lo que tiene sin reserva alguna, siempre con la esperanza altruista de que sus alumnos le superen y cosechen frutos en esta sociedad donde nos tocó vivir

No es gratuito pues que haya sido designado con la palabra que los apóstoles llamaron a Jesús, o con la que sus discípulos llamaron a Sócrates, Platón, Aristóteles y tantos otros pensadores que nos dejaron como legado la filosofía. No en vano así llaman a los grandes poetas, escritores, músicos, pintores y demás hombres de las artes.

MAESTROS ustedes son merecedores del respeto, el cariño y la consideración de la sociedad. ¡Viva el justo paro de los maestros!

 

Diógenes Armando Pino Ávila

@Tagoto 

Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

@Tagoto

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Sobre el plagio en el vallenato

Sobre el plagio en el vallenato

  Esta semana he iniciado la lectura del libro titulado “El Plagio y el Derecho de autor en la música caribeña”, del periodista...

El año de Jorge Oñate

El año de Jorge Oñate

  Después de cincuenta años de vida artística, cualquiera pensaría que un músico ya no debe tener sobresaltos y tantas emocion...

De taxistas y funerales

De taxistas y funerales

Asistir a un funeral y tomar un taxi no tendrían nada en común de no ser porque, con raras excepciones, siempre termina uno enteránd...

Del cóndor legendario al cóndor herido

Del cóndor legendario al cóndor herido

  La casualidad nos atrapa de muchas maneras. Parece macondiano, que alguien de nombre Iván, R. Duque, tenga como alias, Ernesto Bá...

Editorial: Alientos para la integración entre costa Caribe y Pacífico

Editorial: Alientos para la integración entre costa Caribe y Pacífico

Anclada en una posición privilegiada del continente sudamericano, Colombia es el único país en disponer de dos miradas al mar. Dos c...

Lo más leído

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados