Opinión

Cuando las mujeres cambian

Edgardo Mendoza

07/06/2017 - 07:20

 

 

Por fin Bob Dylan acepta el premio nobel de literatura, casi al mismo tiempo que muere Juan Goytisolo Gay, el intelectual de las dos orillas o el Rulfo español como llaman a este gran escritor europeo. En la misma semana se cumplen los 50 de los “Cien años de soledad” del laureado Gabito del caribe y la nostalgia de Miguel Ángel Bastenier, el gran periodista,  español que se fue en esta quincena.

Contar, por ejemplo, por qué John Locke es el profeta de la mancomunidad comercial inglesa, ahora que su país sufre otro atentado, incluso explicar algo de Kalidasa, el “Shakespeare indio”,  cuando escribió sus dramas y poemas y mundo occidental ardía. Así iba a terminar esta columna, para darle un poco de oxígeno a los temas nacionales que son los mismos. Santos, Timochenko, Uribe, Peñalosa y Petro, sin olvidar a Diana Fajardo la nueva magistrada de la Corte Constitucional, pero nuestras mujeres provincianas no dan chance, ellas merecen nuestra máxima atención, es obligación, porque ignorarlas significa morirnos. Dejemos entonces los temas iniciales planteados para otra ocasión, las mujeres mandan y ya.

Nos acabamos de despachar con el caso Dayana Vs Patri, por nuestro querido Martin Elías, cuando estalla el caso de “Mama Beatri” en la call. “Casi un carrobomba”, me dijo mi amiga informada, y comienza a contarme la historia que les cuento y  como notan, acabo mi columna con pretensiones académicas.

-¿Viste las redes Mendoza?

-Ni idea –le dije-. Nunca he sido pescador para usar redes ni atarrayas, el rio de mi pueblo solo dura un mes con agua al año y escoge las semanas en que no estoy. Entonces, escucharé tu historia interminable. ¡No queda más!

Te resumo: lo de Patri y Dayana, el bonchinche es por plata, ya que la suegra nunca gustó de ella, sino de la mamá de Martincito y la cosa también es por brujería, ese pelao´ estaba loco por pura brujería, lo rezaban y lo hacía venir de donde estaba con una velocidad de rayos!

Velas negras por todas partes, oraciones, perfumes, baños tibios, agüita de lo que sabemos.

-Ombe, amiga querida, yo no creo en pendejadas -le dije.

-¿Y entonces no me vas a creer lo de “Mama Beatri” y Roberto?

-¿Cómo así? Suéltala. ¿Acaso no era Churo?

-Te resumo otra vez- dijo-. Imagínate “Mama Beatry” era una viuda algo viejona, pero con plata, se enamoró del cantante “Churo”, que no había despegado a pesar de tener talento, pero le faltaba llenarle los bolsillos de la gente de emisoras FM, programadores y otros “payoleros” de todos los tamaños y en todas las ciudades del país.

-¿Cómo así? -le dije-. Ya veo que estás viejo o retirado de la música. Mira -siguió contando-, “Mama Beatri” regalaba casas, apartamentos, carros lujosos y becas a todos, para que su muchacho, que es un “churro” se pegara como chicle en las estaciones radiales, las revistas de farándulas y en los canales de televisión tenían la obligación de pasar sus videos cada 15 minutos y, además, aparecer en radio en todas las listas de éxitos con dos o tres canciones en primeros lugares.  ¡Lo único que no utilizaron fueron las becas!

-¿Y entonces? -pregunté.

-Ay papá, la bulla trae empresarios de espectáculos y “lavadores” que se cuelan como empresarios y eso mueve fama, novelería, billete, viajes, nuevos gustos, nuevos amigos y treinta etcéteras...

Entonces “Mama Beatri” repartió carros, cadenas, televisores, celulares con sus planes, consignaciones, a mucha gente, y le descubrieron un tremendo lio, como que de fraudes o estafas, algo así y la zamparon presa…

-¿Y ya salió o qué? –pregunté.

-¡Salióoooo!

Desde la cárcel hoy la cantante es ella, ¡se ganó a Churo! Ahora tiene una larga lista de “recibidores” y como la dejaron limpia quiere reponer sus “chavos” y dijo a quien se los había entregado, dónde, cómo y cuándo y anotó que todos sabían de dónde salía la plata, que precisamente no era de Roberto…

¿Quién era Roberto? -pregunté- un parapeto de brujería que ella cargaba, solo había que pedirle plata como a los cajeros automáticos y zuas, zuas... ¡Millones!

Ahora resulta que Churo, el Mono, Doble F, Triple B y otros calanchines no la conocen y tienen rabo de paja, después que recibieron sopa y seco.

-Ok, amiga querida. Después hablamos. Oye, ¿y Becerril qué?

-¿Qué fue que hizo Kiko su alcalde?

Lo de Kiko te cuento después. Imagínate que la fama de los mineros por cacho viene desde la edad del hierro. Un pobre carbonero joven, después de tener como a una reina a su mujer Mariana, sus cuñadas acostumbradas a pescar con cogollo, una antigua tradición del pueblo, armaron su casa, cercana de la de ella, porque la “Mudanza” también es tradición allá, pero con cámaras en mano la pillaron con el instructor de yoga, dándole yogo yogo y ahí fue el tropel. Las cuñadas montaron todo por las redes con el infractor debajo de la cama y ahora todo el Becerril y la costa muestran al par de tortolitos asustados e infieles como si eso fuera nuevo. ¿Qué tal?

Y al pobre minero cansado lo trajeron de su empresa en ambulancia con psicóloga a bordo, cuando le dijeron que su esposa tuvo un accidente, el desmayado muchacho está en UCI sin respiración, pero las redes siguen dándole duro, duro, duro.

Y te tengo otra, del nuevo grupo de periodistas en las redes. No ya está bueno por hoy.

Lo que parecía una columna seria, incluso educativa, resultó con chismes de provincia. Qué pena con mis lectores, otro día será.

 

Edgardo Mendoza Guerra 

Sobre el autor

Edgardo Mendoza

Edgardo Mendoza

Tiro de chorro

Edgardo Mendoza Guerra es Guajiro-Vallenato. Locutor de radio, comunicador social y abogado. Escritor de cuentos y poesías, profesor universitario, autor del libro Crónicas Vallenatas y tiene en impresión "50 Tiros de Chorro y siguen vivos", una selección de sus columnas en distintos medios. Trata de ser buena gente. Soltero. Creador de Alejo, una caricatura que apenas nace. Optimista, sentimental, poco iglesiero. Conversador vinícola.

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