Opinión
Editorial: La ciudad resiliente, el gran objetivo
El Día Mundial del medio ambiente nos permitió “reabrir” los ojos y apreciar la naturaleza que nos rodea, entender que la gran riqueza de la costa Caribe, y de toda Colombia, es su biodiversidad.
En ese abrir (y cerrar) de ojos, surgieron términos tan interesantes como los de “ciudad resiliente”. En este concepto -tan usado últimamente- se concentra la idea de cómo y hacia dónde deben desarrollarse las ciudades, pero ¿qué significa?
Según la Real Academia Española, la resiliencia se define como la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límites y sobreponerse a ellas. En otras palabras, es la capacidad de adaptarse al entorno y seguir llevando una vida satisfactoria y equilibrada.
Como suele suceder con los temas técnicos, la definición de ciudad resiliente varía entre instituciones y especialistas pero tiene como común denominador: la sostenibilidad. Las ciudades deben integrarse en su entorno natural y buscar limitar en lo máximo el impacto cotidiano.
Trasladar la definición de resiliencia al campo urbanístico implica varios retos: primero entender la ciudad como un cuerpo con conciencia y capacidad de planeación. Luego, como sistema con memoria capaz de sentir y pensar para el bien de todos.
Según el portal Onu Habitat (UN-Habitat en inglés), las ciudades resilientes son aquellas que están preparadas para el cambio y cuentan con medidas adecuadas para recuperarse de alguna crisis. Esta definición concibe la urbe como un sistema de sistemas, un ente complejo que -a similitud del cuerpo humano- requiere el buen funcionamiento de los distintos órganos para gozar de buena salud.
Las ciudades de Colombia deben prepararse para encarar los grandes desafíos que les acechan: el cambio climático, los desastres derivados del cambio climático, la dependencia energética, la acumulación de deshechos, la fracturación social, la creación de empleos, etc...; y para eso deben encontrar un modelo en acorde con su situación y sus oportunidades.
Desde la óptica de una asociación ambientalista como ProArbol –que ha asumido un liderazgo notable en la ciudad de Valledupar- la resiliencia implica el uso suficiente de las energías y del agua. Es preservar los árboles para mantener el aire limpio, y garantizar un hogar a las otras especies animales. En resumidas cuentas, vivir en una ciudad resiliente también es entender que sólo tenemos un planeta y que debemos compartirlo con otras especies animales y vegetales con el mismo derecho que los humanos a vivir en él.
PanoramaCultural.com.co
0 Comentarios
Le puede interesar
Romantizar, una palabreja de moda
Se ha puesto en boga el término “romantizar” y lo aplican en el sentido de satanizar algo, temas sensibles en la política col...
Medio año y de aquello nada
Es medio año, han pasado seis meses y 8 días desde el momento en que se posesionaron los alcaldes del país, el día de su posesió...
Semana Santa, propicia para diferenciar entre Semillas y Etiquetas
Arrancó la Semana Santa en esta tierra macondiana, comenzó con el Domingo de apellido Ramos y finalizará con ese Domingo que ...
El enigma del mañana
Las libertades civiles son cosa del pasado, hoy rigen corporaciones Los humanos tendemos a crear ilusiones a partir de nuestras ca...
Las opiniones más impactantes del 2014
El debate es esencial en una democracia, y más cuando se trata de fomentar la pluralidad y la tolerancia. En PanoramaCultural.com....