Opinión

Ya nadie baila pandiao

Edgardo Mendoza

19/06/2017 - 06:45

 

 

Siempre he tenido un especial cariño por las palabras. Incluso la palabra cariño me parece genial. Como el idioma es cambiante y vivo cada día, algunas palabras se mueren sin su respectiva despedida, es decir sin sus nueve noches tradicionales.

Todos los días nacen o renacen nuevas palabras, esta semana “trieja” fue la más comentada, y resiliencia a pesar de ser muy vieja volvió a ponerse de moda por los políticos de turno, muchas veces sin saber qué significa, inicialmente era término de la psicología, pasó a la ingeniería, ecología y ahora a la política, de ahí no sale viva.

En el lenguaje vallenato, después de aquel 18 de abril de 1994, cuando apareció el Lexicón del Valle de Upar, de la Cacica Consuelo Araújonoguera, no hemos rescatado más palabras, a pesar de algunas intenciones de los letrados nuestros.

Antes, alguien iba a la fiesta de carnaval con un pantalón “marrosongo” y “cogepuerca”, se ponía una camisa amarillo pollito, se tomaba un ron para tener “cañaña”, buscaba la posibilidad de encontrar en el baile una jopona de labios escarlata, bajar y  la “pantaleta” y darle su chacarera hasta el amanecer.

Simplemente eran palabras vallenatas del pueblo, sin importar que chacarera sea un baile argentino, aquí chácaras significaba otra cosa y punto.

No es que parezca vulgar, es la pérdida de palabras nuestras que ya no utilizamos, por desconocimiento, tecnología o la llamada civilización. En días recientes, Juan Gossain en  El Tiempo, y Piedad Bonett ( Tal como en sí) en El Espectador, trataban el tema, incluso un libro del español Virgilio Ortega, titulado “Palabratologia” nos pone al tanto de las palabras que consideramos obscenas en este mundillo de angelitos del infierno que es la hipocresía en muchos casos y profesiones incluyendo el periodismo.

Ya nadie hace algarabía en un taburete por algo raro o no tan común, como los tres caballeros que se casaron esta semana en Medellín, si juraron amor eterno ya nadie forma cantaleta por eso. Antes cualquier mujer que se casara luego de haberle conocido algunos novios, inmediato le endilgaban la frase: “Aja se casa Anita, una mujer que ha quebrado más huevos que la esquinita de la estufa”. Mejor dicho era la gallina de Ramona, al decir del gran filósofo Juancho Polo.

Un pencazo solía aquietar a los muchachos traviesos que hoy llaman hiperactivos. Ayer a las mujeres que, por motivos antiguos fallaban por “cachito amoroso”, les daban una panga y regresaban al hogar, los hombres comían jamanar y algarroba con leche y llegaban con más fuerza de machotes a seguir aumentando la pelaera. Escuchen la “Negra Felipe” y lo comprueban.

Escribía Gossain la frase: tiene uebos? Para empezar, lo consideraría obsceno y grotesco. Vulgar. Pero, además, agregaría usted, es un ignorante que ni siquiera sabe que huevos se escribe con h inicial y v corta.

Lamento informarle, querido amigo, que el equivocado es usted: uebos, así como se escribe, es una de las palabras más antiguas del idioma, solo existe en plural y hasta procede de noble familia, porque viene del latín. Hace cientos de años se le usaba para indicar que se tenía necesidad de algo o urgencia de alguna cosa. Por ejemplo: “Tengo uebos de dinero para pagar el arriendo”. O este otro: “En la ciudad tenemos uebos de buenos dirigentes”.

Aquí, si algo raro se dice, de inmediato se grita: Mandas huevo, o peor, si algo te disgusta, vale huevo.

Las palabras cambian; las olvidamos, en La Guajira sur cuando los cardonales daban sus frutos -la higuaraya-  (que no biznaga o guamiche), al conseguir una de color solferino, era una suerte, los jóvenes de hoy, no conocen ese color. Los modernos le llaman magenta, rosado, rosavieja, morado y lila, los más románticos. Los intelectuales recuerdan la batalla de Solferino, incluso de allí, por tanta sangre derramada salió la idea de fundar la Cruz Roja internacional por el señor Henri Dunant, pero esa es otra cosa.

Hace algunos pocos meses, la profesora Margarite Aurora de un pueblo italiano, un chico de 8 años, Mateo, inventó la palabra “petaloso”, para referirse a la flor, como la palabra no estaba en el diccionario fue noticia nacional. Aquí las palabras se mueren y nadie dice nada, para remate el profesor Palencia Caratt, un solitario historiador nuestro se marchó solitario, era nuestro Heródoto, el padre universal de la historia.

En el Valle de antier, “Cabirol”, un personaje nuestro que se fumaba sus porros libremente, al preguntarle por un compañero de andanzas nocturnas, solo decía: ¡Se lo tragó la aurora! No sabía que hacia un homenaje a la profesora italiana. Hoy con tantos fluri-fluri  en las redes, la cosa se perratió.

Con tanta “cumbería” por todas partes, alguna colicontenta me salvará el puente. Antes un porro era música de bandas, hoy las bandas fuman cachos de marihuana y las llaman porros. ¡Ya nadie baile pandiao!

P.D. Cuando terminaba este chorro, me llama mi amiga informada para decirme que la parejita “cachifamosa” de Becerril, ahora demandarán, y que los paisas de la “trieja” adoptarán muchachos, preferí colgar para dejar la columna como lo había pensado.

 

Edgardo Mendoza Guerra

Tiro de chorro 

Sobre el autor

Edgardo Mendoza

Edgardo Mendoza

Tiro de chorro

Edgardo Mendoza Guerra es Guajiro-Vallenato. Locutor de radio, comunicador social y abogado. Escritor de cuentos y poesías, profesor universitario, autor del libro Crónicas Vallenatas y tiene en impresión "50 Tiros de Chorro y siguen vivos", una selección de sus columnas en distintos medios. Trata de ser buena gente. Soltero. Creador de Alejo, una caricatura que apenas nace. Optimista, sentimental, poco iglesiero. Conversador vinícola.

@hashtag/TiroDeChorro

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

El Festival Vallenato nos espera

El Festival Vallenato nos espera

  Estamos exactamente a un mes de la justa folclórica y musical más importante de Colombia, el Festival de la Leyenda Vallenata, qu...

Mi meta para lo que queda de año: vender dos mil libros

Mi meta para lo que queda de año: vender dos mil libros

  Sé que no es tarea fácil, pero es preferible hacerlo personalmente que entregar un treinta por cientos de las ventas a expendedor...

Editorial: Valledupar, tierra de poetas

Editorial: Valledupar, tierra de poetas

La semana pasada, la capital del Cesar fue el escenario de un encuentro inédito. Poetas del mundo, en plena gira por los lugares más ...

El eterno problema del jurado

El eterno problema del jurado

En pleno apogeo del 47 Festival de la Leyenda Vallenata, hablar de este tema resulta de gran utilidad, así como de especial y palpitan...

Cultura patriarcal: causa de feminicidios en el Cesar

Cultura patriarcal: causa de feminicidios en el Cesar

Los últimos hechos de violencia contra las mujeres en el departamento del Cesar, nos pone nuevamente a pensar que la cultura patriarca...

Lo más leído

El origen de la deliciosa tres leches

Verónica Machado | Gastronomía

Las tuquecas de cualquier lugar

Rodrigo Rieder | Medio ambiente

Un paseo por el cementerio San Miguel de Santa Marta

Joaquín A. Zúñiga Ceballos | Turismo

La narratividad en las canciones de Luis Enrique Martínez Argote

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Música y folclor

Poética de Carlos Vives en el Canto vallenato

José Atuesta Mindiola | Música y folclor

Contiendas en la música vallenata

Luis Carlos Guerra Ávila | Música y folclor

La crónica en el Caribe colombiano

Lina Vega-Estarita y Marta-Milena Barrios | Periodismo

Aquella “Sombra perdida” que encontró El Binomio de Oro

Juan Rincón Vanegas | Música y folclor

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados