Opinión
Ilfred: 82 días de libertad
“La libertad no es un fin,
es un medio para desarrollar nuestras fuerzas”,
Giuseppe Mazzini
Esta columna representa un acto de afecto genuino, hablaré de un amigo de esos que la vida de manera sorpresiva nos regala, a veces conocemos personas que no planeamos conocer pero que llegan para quedarse y se convierten en grandes consejeros y aliados; en tiempos de caos mundial y particularmente guajiro, hoy me inspira hablar de la fe, la esperanza y la resiliencia sintetizadas en la historia de 82 días de “medida de aseguramiento con detención domiciliaria” que estoy segura fueron más de libertad (espiritual, mental y del ser) que de restricción.
Hoy hablaré de Ilfred Carrillo, el hombre guajiro amador de su cultura, de su familia y de su historia; basta con verlo en diferentes escenarios para saber que es un hombre “sentipensante” al que no le da miedo expresar emociones, ni reprime las más excelsas reflexiones. Por ello, inspira verle en compañía de su amada Alicia a quien eligió como su socia de vida y con la que forma a dos hermosas hijas Daniela Rosa y Sara Alicia en fundamentos de amor. Ilfred es un eterno enamorado de esas tres mujeres y cuando habla de ellas solo se escuchan adjetivos como: “son valientes, inteligentes, dulces y capaces”; es así como, su rol de padre y esposo se complementan de manera sublime con la dulzura que se observa en él, cuando se encuentra con su madre Emelina, sus hermanas Inirida Yamile, ingrid, Yolima y su hermano Isaac. Eso devela lo que es Ilfred, un eterno creyente de los afectos genuinos, de que las cosas pueden ser mejores y que cada situación pasa para algo.
Y es precisamente eso lo que quiero resaltar como aprendizaje de vida que me regaló el amigo Ilfred, un hombre que por esas incomprensibles paradojas de la vida estuvo durante 82 días en detención domiciliaria; no es mi interés enfatizar en temas judiciales sino en los existenciales, porque me atrevo a afirmar que Ilfred durante esos días liberó la fe, el amor propio, los sueños, hizo las pausas que el trajín cotidiano impide, se regaló un tiempo especial con la gente que lo ama y a quienes el también ama, leyó, abrazó, sonrió y hasta lloró en dosis sanadoras y revitalizantes, es decir, tuvo 82 días para ser el registrador de su vida y sus emociones, hizo las mejores autenticaciones de sueños por cumplir y sacó la escritura de su valentía; lloraría algunos días (seguramente) pero jamás perdió la fe, incluso daba los mejores consejos en esa “detención” liberadora de todo su ser, de ese ser que sin darnos cuenta se esconde entre el estrés laboral, el ruido mental de las preocupaciones y el afán de cada día.
Generalmente, escuchamos la frase: “Todo sucede para algo”, pero una cosa es escucharla y otra es vivirla, sentirla y cuestionarse ¿Para qué me está pasando esto? Pudieron ser muchas madrugadas que en silencio o en diálogos con su esposa se habrá preguntado ¿Y para qué o por qué a mí? Las respuestas a este tipo de preguntas no son pocas ni sencillas, son muchas y complejas pero Ilfred supo convivir de manera valiente con dichas complejidades, fueron 82 días de profundos aprendizajes y cambios, sé que después de ese episodio de su vida recibimos a un Ilfred contundentemente transformado, más enamorado de la vida, consciente del valor del tiempo, sensible a escuchar y comprometido con seguir sirviendo a la sociedad desde donde corresponda, pero eso sí, con transparencia y valentía propias de un guajiro de esos bien criados con esencia humanizada.
Todas las veces que visité a Ilfred aprendía lo valioso de la verdadera libertad (la del alma transparente y responsable de cada acto), la que no se limita a lo físico sino a lo espiritual e integral, jamás le escuche decir “yo soy inocente” y realmente él no necesitaba afirmar eso, él solo él, su esencia misma convencían y de manera contundente que la libertad más valiosa es la de saberse inocente aunque los señalamientos arremetan, es vivir el poder de saber que nada hay por temer y que por adversas que sean las situaciones, la horrible noche cesa y se encienden las luces de nuevas cosas que no en vano traen la recompensa de asumir aquellos días difíciles con la clara convicción que no serían eternos.
Por esta razón, aunque la realidad (jurídica) nos diga que fueron 82 días de no “libertad”, yo vi otra realidad y sé que los que estuvieron cerca estarán de acuerdo conmigo, vimos a un Carrillo libre y convencido al natural de que el que nada debe no solo nada teme, sino que todo cuanto le pasa es ganancia existencial. Porque como dice el escritor italiano Arturo Graf: “Si no tienes la libertad interior, ¿qué otra libertad esperas poder tener?”.
Adelante, Ilfred. No olvide que a los seres valientes y esforzados cuando le lanzan piedras las recogen, las pulen y con ellas construyen nuevas realidades, y en ese sentido, cualquier momento es el perfecto para reinventarse y demostrar cuán resiliente somos. Brindemos por 82 días y una eternidad de aprendizajes y libertad.
Fabrina Acosta Contreras
@FAcostaC
Sobre el autor
Fabrina Acosta Contreras
Evas&Adanes
Nieta de Rita Contreras, leyenda viva de 109 años. Escritora e investigadora Guajira, psicóloga, Magister en estudios de género, Magister en Gestión de Organizaciones y Especialista en Alta Gerencia. Creadora de la Asociación “Evas&Adanes” desde la cual lidera diversas iniciativas ciudadanas como los foros “La Mujer en el vallenato”, “Tejiendo esperanzas por la Guajira”, el programa radial Evas&Adanes, entre otras.
Ha recibido reconocimientos por la causa que lidera tales como: Joven sobresaliente de Colombia TOYP 2018 (JCI Colombia), máxima distinción del departamento de La Guajira medalla Luis Antonio Robles, personaje diez en el departamento de Amazonas, medalla a Mujer extraordinaria con proyección social otorgada por la Asociación de Mujeres de la Guajira.
Ha sido columnista por más de 10 años de varios medios puntualizando temas de género y derechos de las mujeres, así como las causas por la guajira. Es autora de los libros “Mujer Sin Receta: Sin Contraindicaciones para hombres”, “Evas culpables, Adanes inocentes”, “De esas costumbres que hay en mi tierra: una mirada a los imaginarios sociales de la violencia de género”, “Mujeres sin receta: Más allá de los mitos”.
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