Opinión
Editorial: El dinamismo cultural de las ciudades del Caribe colombiano
El desarrollo de una ciudad no se valora únicamente por su dinamismo económico, sino también por su actividad cultural. El Sector de Cultura es, de hecho, un barómetro importante a la hora de evaluar la proyección y la capacidad de planeación de un municipio.
En la costa Caribe de Colombia, los últimos años han permitido resaltar tendencias, ver cómo ciertos proyectos se consolidan y al mismo tiempo ciertas ciudades se beneficiaban de la vialidad y atracción que generan. De la misma forma, otras ciudades se han empantanado por falta de determinación y visión.
En la costa Caribe de Colombia se observan tres grupos de ciudades que describiremos a continuación:
1-. Las “ciudades-estrellas”: entran en esta categoría Barranquilla, Cartagena y Mómpox. Son ciudades reconocidas a nivel nacional e internacional que se esfuerzan por tener una actividad cultural a lo largo de todo el año y un calendario de eventos bien conocido.
Los eventos que destacan en esas ciudades suelen ensalzar la historia de la ciudad, recuperan tradiciones y expresiones antiguas, y buscan quedar en la memoria a través de un trabajo profundo de memoria y visibilización. Se encuentran festivales, muestras o encuentros muy variados que permiten una retroalimentación en las audiencias (teatro, literatura, cine, gastronomía, etc…).
Estas ciudades consolidan su imagen y posicionamiento gracias a grandes atractivos patrimoniales. Su centro histórico reluce por su especial cuidado o por monumentos de gran valor, protegidos y puestos al alcance del gran público. También se impulsa la actividad de museos y muestras permanentes.
2-. Las “ciudades que vuelan”: entran en esta categoría Santa Marta, Riohacha y Montería. Son ciudades que se benefician de un buen posicionamiento, y que, tras un leve tiempo de adormilamiento (debido en grandes medidas al conflicto o crisis políticas), han claramente planeado su desarrollado a través de la Cultura.
Son ciudades que saben compaginar su legado histórico con su posición geográfica. Sus eventos culturales van dirigidos a un aspecto importante de su identidad (un elemento natural como el agua o el río, sus etnias, etc…) y cubren una buena parte del año.
La vitalidad de estas ciudades se percibe en el esfuerzo de equilibrar su oferta: no solamente optan por defender y conservar una oferta popular (como un festival de música), sino que apuestan por festivales literarios, de teatro, cine, ambientales…, que les da mucha visibilidad y vigor.
Tienden a recuperar sus centros históricos, construir y planear parques, y cuidar el tema de la sostenibilidad. Son ciudades que aspiran a ser conocidas a nivel nacional e internacional, y que han definido claramente el valor turístico de su oferta turística.
3-. “Las ciudades que reman”: entra en esta categoría Valledupar. Son ciudades con muchísimo potencial, mucha riqueza sonora, muchas ideas, muchas ganas, pero con serias dificultades para estructurar un proyecto y continuarlo.
Estas ciudades tienden a la nostalgia, a revivir momentos mejores, y sólo concentran sus esfuerzos en un evento que funciona y que es la razón de vivir cultural de la ciudad (el miedo a perder ese evento es, por cierto, un limitante que les impide pensar en crear otros eventos y crear un calendario anual).
Son ciudades que no arriesgan. No han elaborado un plan de promoción con otras ciudades (como “las que vuelan” o las ciudades-estrellas). Las “ciudades que reman” tienden a encerrarse sobre sí mismo, no dedican un presupuesto claro a la Cultura, y para consolarse, piensan que lo que está ya creado es lo mejor que pueden hacer.
El mejor reflejo del estado de ánimo de las “ciudades que reman” está en sus centros históricos. A menudo abandonados. Casas coloniales que se derrumban tras una lluvia, y además, ninguna infraestructura que permita ostentar una exposición artística de gran calidad o una obra de teatro para el gran público.
Son ciudades que pueden pasar a ser ciudades que vuelan, y si se lo proponen, puede llegar a ser ciudades-estrellas (todo lo tienen), pero la falta de visión, de transparencia y de consenso las estanca.
Las ciudades del Caribe colombiano deben iniciar su camino para ser –por lo menos- “ciudades que vuelan”. No faltan los recursos. El tiempo histórico lo permite y existen las ambiciones. Sólo es una cuestión de voluntad y de visión.
PanoramaCultural.com.co
1 Comentarios
Excelente articulo, muy objetivo, pone el dedo en la llaga, en lo relacionado con Valledupar y tiene toda la razón porque los Centros Históricos y el espacio público son medidores del comportamiento de un pueblo.
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