Opinión

La utopía de estudiar en Colombia

Eber Patiño Ruiz

07/09/2017 - 06:30

 

 

Estudiar una carrera universitaria en Colombia se ha convertido en un verdadero laberinto de penurias, las mismas que padecen los padres de familia, quienes se enfrentan con un dilema difícil de encontrar la respuesta, y es que, al terminar el bachillerato, el deseo de muchos jóvenes es ir a la universidad, prepararse profesionalmente y desarrollar un proyecto de vida, ser competente, innovador, soñar que se puede cambiar el mundo, pero las ganas y las intenciones se queman como el pan, al salir del horno, cuando el aspirante debe primero pasar el examen de admisión, donde se presentan miles y pasan solo un puñado, y ahí ya empezó a perder motivación y ganas de estudiar.

El costo

El precio de los estudios en Colombia, comparado con otros países, es abrumador para un padre de familia, teniendo en cuenta que las ingenierías, la salud y el derecho son las más costosas, y las relacionadas con las humanidades son las relativamente más baratas. Para un hogar de ingresos bajos, asalariada, cualquier monto es alto, y tener un hijo en la casa sentado haciendo nada, deambulando por la calle, parado en la esquina, es el otro calvario para los papás, que por no tener los medios económicos u otras oportunidades corren el riesgo de extraviarse.

¿Qué estudiar?

Es un verdadero galimatías el asunto de la educación superior. Los jóvenes egresados no tienen una sólida formación vocacional en el bachillerato, y por desgracia a muchos no les interesa seguir estudiando, pese a tener los recursos para hacerlo. No saben qué carrera es la que va a determinar su futuro, es a ciencia cierta la verdadera hecatombe de los adolescentes.

En su gran mayoría la educación impartida en los colegios es deficiente, tiene muchos vacíos y lagunas, y si se da la continuación académica, el estudiante descubre que el docente no sabe nada de lo que está hablado. El resultado es desmotivación y, por consecuente, abandono del aula de clase.

Ese círculo vicioso es común en la educación superior, pero a las universidades no les interesa en lo más mínimo que el estudiante deserte del plantel, en el primer año, saben que, al siguiente semestre, vendrán en multitud cientos de estudiantes con las mismas falencias y carencias que los anteriores, pero igual pagarán por el Pin, y si logran pasar el examen, pagarán el semestre y para el registro contable sumaron las utilidades netas para el dueño o los socios fundadores.

La trampa

En ese círculo de idas y venidas, el esfuerzo de los padres dio sus frutos, su hijo se pudo graduar, ya es un profesional, es el orgullo de la familia, pero en el fondo el recién graduado tiene una incógnita, un miedo a enfrentar la realidad, que le roba el sueño. La pregunta es clara: ¿Dónde voy a empezar a trabajar? Y la respuesta es contundente y fuerte: no tengo ninguna experiencia (y muy pocas habilidades para relacionarme). En esa incertidumbre muchos se quedan después de estudiar cuatro o cinco años.

Este deseo de estudiar en Colombia, es el pan de cada día para miles de familias que ven en la educación el mejor camino para sus hijos, pero no tienen el dinero para cumplir con ese anhelado sueño. Una muestra de ello: el sonado plan del gobierno de ser pilo paga, tiene en vilo a cientos de estudiantes para continuar con sus carreras, ahora que se anuncian nuevos ajustes fiscales para la educación.

Ojalá estos jóvenes pilos puedan continuar estudiando sus carreras y no echar por la borda sus talentos, los que serán el relevo generacional de nuestros científicos, maestros, gobernantes y hacedores de patria.

 

Eber Patiño Ruiz

@Eber01 

Sobre el autor

Eber Patiño Ruiz

Eber Patiño Ruiz

Hablemos de…

Eber Alonso Patiño Ruiz es comunicador social, periodista de la Universidad Católica del Norte Sede Medellin, Antioquia. Su gran pasión es la radio y la escritura. Tiene dos novelas terminadas y una en camino, un libro de cuentos y otro de historias fantásticas; tres libros de poesía: Huellas, Tiempos y Expresión del alma.

@Eber01

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

Defendamos nuestros símbolos

Defendamos nuestros símbolos

  Por estas épocas de polémicas, posverdad y posconflicto, no somos pocos los difusores y defensoresde la música vallenata que h...

La Noche del río

La Noche del río

  La hospitalidad que la ciudad de Barranquilla le da a la cultura del Caribe colombiano demuestra que es una ciudad poblada de ciu...

Omar Geles no tiene rival

Omar Geles no tiene rival

  En el folclor Vallenato se han dado históricas piquerias de cantautores y músicos; entre otras podemos resaltar aquella legenda...

Editorial: El hermoso diálogo de las danzas

Editorial: El hermoso diálogo de las danzas

El baile como vitrina de miles de años de mezclas y aprendizajes, como muestra de una forma de pensar y sentir. El reflejo de una sabi...

Editorial: Una maratón de sensibilidades literarias

Editorial: Una maratón de sensibilidades literarias

El regreso del Festival de las Letras en Valledupar a finales de noviembre fue un mensaje positivo para todos aquellos que desean que ...

Lo más leído

La Cultura y el laberinto del poder

Omar Castillo | Pensamiento

Los Pacabuyes: ¿un pueblo Chimila o Malibú?

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Pueblos

La magia de Escalona

Alberto Muñoz Peñaloza | Música y folclor

Vallenato clásico

Luis Carlos Ramirez Lascarro | Música y folclor

El Vallenato de Rafael Escalona

Darío Blanco Arboleda | Música y folclor

Armando Zabaleta: el fecundo compositor de “No voy a Patillal”

Eddie José Dániels García | Música y folclor

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados