Opinión
El eterno misterio de los whiskies
Son ridículas aquellas personas que cada vez que se toman un trago de Old Parr terminan diciendo a boca llena de que éste es el mejor whisky. Y como son unos pésimos catadores y unos legos en la materia, porque jamás han leído una línea acerca de esta bebida, afirman lo mismo si por casualidad tienen la oportunidad de saborear un Buchanan’s, un Sello Negro o cualquier otro tipo de inferior categoría. Y para complemento, suelen enfatizar que ellos se beben el whisky puro y no le echan hielo porque no le van a dañar el sabor, y rematan diciendo que si los escoceses estimaran que hay que beberlo con hielo, ellos mismos se lo hubieran aplicado. Otros, más campesinos aún, creen que cualquier botella está más añejada cuando tiene, por ejemplo, quince o veinte años de permanecer en un armario o en una vitrina de colección.
Con estas barbaridades se observa que estos ilusos no tienen la mínima idea de lo que es esta bebida y, por supuesto, desconocen el riguroso ritual que debemos cumplir cada vez que nos apostamos anímica y elegantemente a sacrificar unas cuantas botellas de un buen escocés. Ignoran, asimismo, que todos los whiskies, sean jóvenes o de mayor añejamiento, tienen sus características y esconden un misterio, que precisamente es el orgullo con que lo identifica la casa productora, y es el mismo que actúa como seductor en el paladar del bebedor para acostumbrarlo y amañarlo a los pocos tragos de estar ingiriéndolo. De ahí, que casi todas las marcas tienen como lemas: el más añejo, el más selecto, el más agradable, el más exquisito y otras expresiones por estilo.
En efecto, el whisky, considerado “el licor social por excelencia”, es una de las bebidas más antiguas y selectas de la humanidad y su origen está íntimamente ligado a la historia del hombre en todas sus manifestaciones intelectuales, culturales y artísticas. El término procede de la expresión “uisge beatha”, que en gaélico, idioma actual de Escocia, significa “agua de la vida”, razón que implicaba que también tuviera, como todos los alcoholes al comienzo, una virtud medicinal. Su nacimiento es netamente irlandés, y se presume que a comienzos del siglo XIII pasó a Escocia a través de la península de Campbeltown, donde se convirtió en el primer producto de fabricación artesanal, elaborado a mano por granjeros y agricultores, generalmente anónimos, que huían de los altos impuestos que exigía la monarquía reinante.
La elaboración, que se inició en pequeños chalets de las regiones escocesas, se fue constituyendo en marca de clanes –o familias- que iban imprimiendo su sello personal a la etiqueta, según los procesos de destilación o cereales utilizados, tales como cebada, maíz, trigo, avena, centeno o arroz. La calidad y sabor de las diferentes marcas familiares cambian de acuerdo con los manantiales que producen el agua, la región y los barriles donde se produce el envejecimiento, que normalmente dura seis, doce o dieciocho años. No obstante, como la cebada, que es el grano primario, no permitía una producción uniforme en calidad, surgió el concepto del whisky “blend”, que consiste en mezclarlo con otros cereales para equilibrar sabor, cuerpo y categoría, en otras palabras que siempre supiera igual al paladar.
Actualmente, existen en Escocia más de doscientas marcas de whiskies distintos que se distribuyen y consumen con mayor o menor entusiasmo en todos los rincones del mundo entero. Dentro del grupo de los “blended”, con doce o más años de envejecimiento, los más apetecidos por su tradición y categoría son el Chivas Regal, el Royal Salute, el Buchanan’s, el Sello Negro, el Old Parr, el Ballantine’s 12, el Glenfiddch, el Swing, el Dimple, el Glenlivet y el Grant’s Royal. Otros, de mediano añejamiento, como el Robertico, el Something Special, el Black and White, el Sello Rojo, el Vat 69, el Passport Scoth, el White Horse, el Ambassador y el Cien Pipers, son también muy consumidos.
En todos ellos, sin importar la clase, el proceso de bebida, de acuerdo con las costumbres escocesas, comienza apreciando la botella, mirando el color, oliéndolo y degustándolo en el paladar. Y en cuanto a la forma de servirse, debe hacerse en vaso de cristal con dos o tres cubos de hielo y, si se desea, con una cantidad similar de agua para quitarle el olor del alcohol. Como caso curioso encontramos que los escoceses rara vez beben el whisky puro, y algunas veces acostumbran a mezclarlo con cerveza por la exquisita afinidad que presenta con esta bebida. Todo este ritual, para ser más elegante, debe estar acompañado de un buen carro bar, una magnifica hielera, unos vasos cristalinos, una conversación agradable, unos deliciosos pasabocas y, por supuesto, una música excelente.
Eddie José Daniels García
Sobre el autor
Eddie José Dániels García
Reflejos cotidianos
Eddie José Daniels García, Talaigua, Bolívar. Licenciado en Español y Literatura, UPTC, Tunja, Docente del Simón Araújo, Sincelejo y Catedrático, ensayista e Investigador universitario. Cultiva y ejerce pedagogía en la poesía clásica española, la historia de Colombia y regional, la pureza del lenguaje; es columnista, prologuista, conferencista y habitual líder en debates y charlas didácticas sobre la Literatura en la prensa, revistas y encuentros literarios y culturales en toda la Costa del caribe colombiano. Los escritos de Dániels García llaman la atención por la abundancia de hechos y apuntes históricos, políticos y literarios que plantea, sin complejidades innecesarias en su lenguaje claro y didáctico bien reconocido por la crítica estilística costeña, por su esencialidad en la acción y en la descripción de una humanidad y ambiente que destaca la propia vida regional.
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