Opinión

El espejo de las frustraciones

Carlos Cesar Silva

13/11/2017 - 06:05

 

Las maras o pandillas de El Salvador / Foto: Time Magazine

 

Después de haber terminado con el conflicto armado, a través de un acuerdo de paz que cautivó al Comité Nobel Noruego, el país está divagando en un laberinto de infortunios: se atrancó el crecimiento económico, las desigualdades sociales no dejan de aumentar, el crimen luce imparable, la justicia está politizada y los partidos políticos son unas sectas en donde reina la mediocridad, la corrupción y el enojo.

El ego transformó una esperanza en un desconcierto. Hoy los líderes políticos usan la estigmatización y el miedo como sus principales armas. Sus discursos solo buscan destruir al otro, no hay consenso. Para ellos solo existen dos posibilidades: estás en la derecha o estás en la izquierda. No valoran la diversidad de ideologías, de sueños.Están coartando la capacidad crítica, pues muchas personas temen ser encasilladas en algo que no son, así que prefieren guardar silencio.

La sensatez perdió valor, ahora las emociones y las mentiras nutren el debate público. Los actores políticos siempre están buscando revolver el río para pescar el poder, para alimentar su “yo”. La extrema derecha considera a todo adversario, así sea alguien moderado, un comunista empedernido. Además, convirtió a la guerrilla, ya desmovilizada y transformada en partido político, en un símbolo para intimidar y encasillar a sus otros rivales. No querían tener un competidor elegible, pero al final lo único que consiguieron fue fortalecer al otro extremo.

Al comenzar la implementación del acuerdo de paz, la derecha usó la injuria y la calumnia para vencer al centro. Sí, insistió en la idea de seguir metiendo miedo con el comunismo, logrando deslucir a los moderados y fortalecer a los radicales (a ellos y a los del otro lado). Así que sobrevino un efecto mariposa: ¡el anticomunismo solo sirvió para conducir a los ex guerrilleros a la presidencia! Ahora el país vive su propia patria boba, la venganza política es el pan de cada día, las injusticias sociales arrasan con las esperanzas y las pandillas dominan amplios territorios.

No, no estoy hablando de Colombia, sino de El Salvador, que veinticinco años después de haber culminado con una dolorosa guerra civil (a través de los Acuerdos de Chapultepec), hoy está sudando odio, avaricia, crimen, pobreza y hambre. Miren, el enfrentamiento intenso entre los partidos ARENA (derecha) y FMLN (ex guerrilla), hizo que los movimientos de centro perdieran adeptos, opción de poder. De manera que ahora el equilibrio y la prudencia no tienen vigor, mientras que el radicalismo es el fuego de moda, el lenguaje que se utiliza para neutralizar a los otros.

Claro, Colombia está corriendo el mismo riesgo que El Salvador, una derecha radical está desprestigiando a los moderados, haciéndolos ver como candidatos de las FARC: blanco o negro, amor u odio. Hay que abrir los ojos, este país no va hacia la venezolanización, sino hacia la salvadoreñización. El pueblo tiene que comenzar a mirar más hacia el centro (el auténtico centro), ya que los extremos, aunque tienen derecho a jugar, están empeñados en incendiar al país con una narrativa repleta de rencor, de mentira.

Nota: Escribí este artículo a partir del ensayo Del miedo a la ingobernabilidad: La salvadoreñización de Colombia, cuyo autor es Joaquín Villalobos. El análisis fue publicado en agosto 2017 con el apoyo de la Fundación Ideas para la Paz (FIP).

 

Carlos César Silva

@CCsilva86

Sobre el autor

Carlos Cesar Silva

Carlos Cesar Silva

La curva

Carlos César Silva. Valledupar (Cesar) 22 de noviembre de 1986. Abogado de la Universidad Popular del Cesar, especialista y magister en Derecho Público de la Universidad del Norte. En el 2013 publicó en la web el libro de artículos Cine sin crispetas. Cuentos suyos han sido publicados en las revistas Puesto de Combate y Panorama Cultural. Miembro fundador del grupo artístico Jauría. Cocreador del bar cultural Tlön.

@ccsilva86

0 Comentarios


Escriba aquí su comentario Autorizo el tratamiento de mis datos según el siguiente Aviso de Privacidad.

Le puede interesar

El ídolo, otra falta de respeto

El ídolo, otra falta de respeto

Los medios de comunicación  en el afán mediático de vender lo que producen, aprovechando los valores de la cultura, le hacen un da...

Nuevas generaciones: ¿Transformación o continuidad?

Nuevas generaciones: ¿Transformación o continuidad?

  “El objetivo principal de la educación es crear personas capaces de hacer cosas nuevas, y no simplemente repetir lo que otras ...

La verdadera amenaza viene del campo

La verdadera amenaza viene del campo

  Colombia cuenta con una extensión territorial de 1.141.750 km2 y una población estimada en 51,6 millones de habitantes para el a...

El papel que deben cumplir los Festivales Vallenatos

El papel que deben cumplir los Festivales Vallenatos

El pasado fin de semana participé de forma activa en el Festival de Canciones Samuel Martínez, celebrado en el corregimiento de La Lo...

Nostalgia por el vecindario

Nostalgia por el vecindario

  El territorio se compone de imágenes, paisajes, olores, colores, sabores, costumbres, tradiciones, dichos, rezos, creencias… En ...

Lo más leído

El conocimiento y la felicidad

Antonio Acevedo Linares | Pensamiento

Débora Arango, la huella de una gran artista colombiana

Marta Elena Bravo de Hermelin | Artes plásticas

La Navidad en la literatura

Antonio Acevedo Linares | Literatura

El origen del pesebre

Redacción | Ocio y sociedad

El poema que inspiró a Nelson Mandela en la cárcel

José Luis Hernández | Literatura

Lo que oculta la infidelidad

Maira Ropero | Bienestar

Síguenos

facebook twitter youtube

Enlaces recomendados