Opinión
No podemos retroceder a prácticas superadas
En ésta campaña política se ha visto de todo. Se ha vuelto a prácticas que se creían superadas desde hace años. Los de izquierda rechiflan a Uribe y le arman coro gritándole: “¡Paraco, paraco!”, cuando no le cantan el corito angelical que los junioristas le cantaban al árbitro que se parcializaba contra Junior de Barranquillas y que le gustaba tanto a don Edgar Perea (Qepd). Los de derecha levantan a piedras a Timochenko gritándole: “¡Asesino, asesino!”. Es una práctica peligrosa que atenta contra la imperfecta democracia colombiana.
El caso de Cúcuta subió los niveles de agresividad al punto de que llovieron piedras y hubo tiros en contra del candidato presidencial. El mismo candidato y sus acompañantes transmitieron en directo el atentado y lo narraron responsabilizando a nombre propio al señor Cesar Omar Rojas Ayala alcalde de Cúcuta. Este señor alcalde autorizó desmontar la tarima y las vallas de seguridad donde se iba a realizar la manifestación de Petro. La soberbia de este alcalde, tal vez envalentonado por los precedentes de los alcaldes de Cartagena, Medellín y Barranquilla, quienes olvidaron que son servidores públicos en un país regido por la Constitución del 91, carta garantista de derechos que obligan al cumplimiento de leyes jerarquizadas muy por encima de los Decretos locales. Estos alcaldes olvidaron que son administradores y no dueños o tiranos de una satrapía, se abrogaron poderes omnímodos superando la majestad del Estado.
En lo de Cúcuta se dio lo que se veía venir desde los otros departamentos, dicen los directivos de la campaña de Petro y el mismo Petro, que arribaron a la plaza tres buses con desplazados pagos a fomentar el caos y la agresión, lo raro es que, en este caso, la Fiscalía General de la nación no haya dado resultados claros y contundentes a no ser las tibias declaraciones de que se adelanta investigación y salen a decir que el impacto lateral al carro de Petro fue una piedra.
Las redes sociales han reventado en videos de pruebas contra blindados tipo 3 similares al del carro de Petro, donde le dan al vidrio con enormes rocas, luego les dan con un formón, pasando a darles con un martillo y luego con un mazo de hierro sin que el vidrio explote. Por último hacen la prueba con una pistola disparando una bala de 159 granos expansivo y el efecto de esta bala en el vidrio, que se ve en el video, es igual o similar a la famosa piedra en el carro de Petro.
El dictamen pericial de la Fiscalía ha sido objeto de chistes, bromas y memes irrisorios en las redes sociales donde se dice que: “El carro de Petro fue impactado por una piedra disparada por un arma de fuego” o esta otra que dice: “Última hora, el CTI descubre nuevo tipo de piedras con súper poderes, capaz de romper un blindaje Nivel 3” Es decir, nadie le cree a la Fiscalía en su peritaje y dictamen controversial.
Aquí, en Cúcuta, se da otro caso, el del agente de la policía Eduardo López que publica en su muro de Facebook una amenaza contra Petro. En la foto se ve que es un agente muy joven, tal vez influenciado por la propaganda y el adoctrinamiento institucional que les mete en la cabeza que son “Hombres de acero” y que “todo el que tenga una idea de que el país debe cambiar de rumbo es un guerrillero”. El muchacho se creyó ese cuento y, tal vez, ingenuamente lo publicó, quizás su intención fue la de bravuconear, la de ganar puntos ante sus lanzas o sus jefes, pero fue una salida en falso y un desafuero imperdonable para un agente del orden.
¡Notaron la agresiva propaganda televisiva de Cambio Radical, en donde muestran a Chávez y, después, de mala leche y con saña muestran a Petro? Hay otra donde muestran a Timochenko y después a Petro. Este tipo de propaganda ofensiva y subliminal siembra entre el elector ignorante unos sentimientos de odio e inducen a la violencia de todo tipo, la que comienza con un insulto tipo uribista furibundo y termina con lo que sucedió en Cúcuta.
Ojalá estas prácticas desleales, cobardes y agresivas que incitan a la turba hacia la violencia, tengan su fin este domingo en las elecciones parlamentarias. Y ojalá el gobierno nacional meta en cintura y sancione a los alcaldes que se salieron de madre, los que confundieron sus municipios con fincas de su propiedad o se creyeron los capataces de las mismas. Colombia no puede retroceder a esa oscura época en que los colombianos se mataban por un trapo rojo o azul. Colombia es un país que debe superar los odios y sobre todo respetar el disenso y la libre opinión de los ciudadanos, respetando el querer de las mayorías sea cual sea el resultado electoral que se dé.
Diógenes Armando Pino Ávila
Sobre el autor
Diógenes Armando Pino Ávila
Caletreando
Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).
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