Opinión
Un mundo posible
“Estamos conectados, en la condición de seres humanos”.
Es parte de la condición humana buscar el propio bienestar y perseguir los objetivos particulares. Ser egoísta, pensar en sí antes que en otros, buscar primero el provecho individual, es sin duda propio de quienes somos y, de hecho, algo necesario, pues de no ser así, la subsistencia se vería amenazada.
Aplica en este caso la lógica de las emergencias aéreas: debe una persona aprovisionarse de oxígeno y garantizar la continuidad existencial, para poder disponerse a brindar apoyo a quien tiene a su lado.
Sin embargo, debe hacerlo, y en excelencia; con la genuina intención de mejorar la vida de otro, contribución a la satisfacción de sus necesidades y ser partícipe en la consolidación de sus sueños. Ir más allá del egoísmo y pensar en colectivo, constituye un elemento esencial para que las comunidades puedan progresar y todos estemos mejor y seamos más felices.
Se trata de crear un mundo posible, que funcione para todas las personas, donde el acceso a las oportunidades no esté reservado solamente para unos pocos y se superen para siempre las grandes falencias que como humanidad tenemos: hambre, miseria, exclusión, violencia, maltrato, abandono…
Ello requiere líderes comprometidos, conscientes de estas situaciones, decididos a poner su alma en la generación de condiciones diferentes para todos – no solo para sí mismos –, que encuentren en la sonrisa de un niño o la mirada grata de un anciano, un motivo de felicidad y alegría.
Se necesitan en todos los rincones del mundo, personas de un talante especial, que busquen su propio desarrollo –sí– y, además de prodigarse buenas condiciones para ellos mismos y los que aman, tengan grandeza, para apoyar a quienes los necesitan y que tal vez, cuentan con condiciones menos ventajosas o pocas opciones para superarse.
Existen quienes lo hacen, optan por el servicio, no como ocupación, sino como un llamado y se dedican a él con mística en incontables escenarios, haciendo del amor por los demás un propósito y buscando dejar a su paso, algo mejor que aquello que encontraron cuando llegaron a la vida.
Es viable crear este mundo posible, con menos dolor y más alegría, menos desesperación y mayor esperanza, menos dificultades y más caminos; uno donde en verdad nos ayudemos los unos a los otros, donde muchas manos se extiendan para dar y ofrecer, nos miremos como hermanos y sintamos consideración por la sed del otro, la angustia ajena, el hambre de quien padece la pobreza y todo lo que duele al alma de la humanidad.
Hacerlo depende de una decisión y convoca toda la fuerza de lo que somos, porque estamos conectados, en la condición de seres humanos y haciendo de la solidaridad una decisión cotidiana, podemos hacer mucho más por crear juntos… un mundo posible. (Gracias Efraín Forero Patiño, por ser inspiración para muchos).
Ángela María Alzate Manjarrés
0 Comentarios
Le puede interesar
Carta de una wayuu al presidente de Colombia
Doctor Juan Manuel Santos. Respetuoso saludo: Le escribo desde Pancho, una aldea wayuu con casas de barro y techo de zinc, que se leva...
La mirada del mosquito
Ahora viene a mi cabeza un minicuento de Yalal Al-Din Rumi: “Te pareces a un mosquito que se cree importante. Al ver una brizna...
El regreso al recuerdo
Si recordar es vivir, ayer viví momentos de alegría, de nostalgia, pero con lágrimas que encendían mis mejillas de arrebol y gestos...
“Ni emboscada cibernética ni percepción, es inseguridad”
Opté por escribir esta columna no con el ánimo populachero de fastidiar al alcalde de la ciudad de Valledupar, Augusto Daniel R...
El Vallenato y la Universidad
El maestro Rafael Escalona se quejaba a menudo de tener que viajar de Valledupar a Santa Marta para estudiar su bachillerato, y del h...