Opinión

Las prendas del Cristo

Diógenes Armando Pino Ávila

13/07/2018 - 08:00

 

 

Debido a la gran cantidad de Milagros que el Cristo realizaba, los feligreses en agradecimiento cumplían su "manda" (pagamento) honrándolo con prendas de oro alusivas a su favor. Esto hizo que se juntara gran cantidad de joyas, engrosando el patrimonio físico del Cristo. Entre " Las prendas del Cristo" —que eran muchas, por cierto— se contaba, con una corona pesada de oro y plata, una ballena de oro con incrustaciones de esmeralda, la figura de un pene (tal vez recuerdo de alguna impotencia o una venérea curada milagrosamente), amén de medallones, anillos, crucifijos, figurillas de vacas, toros, caballos y otros animales salvados de la peste o rescatados de manos de los cuatreros que pululaban en despoblado.

Para el tamalamequero era de conocimiento público la existencia de este tesoro de incalculable valor, como también se conocía por todos, que el custodio era don Eloy Mejía, honesto comerciante de la localidad, quien celoso guardaba "Las prendas del Cristo" en un viejo baúl de madera —más parecido a un cofre pirata— que fabricó para tal efecto el carpintero Cantillo, antes de que se envenenara en una borrachera donde tomó alcohol de carpintería a falta de ron.

Alguien —no se sabe quién— armó la alharaca por las emisoras de El Banco y Aguachica, enterando de esto a los extraños.

Ante toda ésta problemática, la junta católica, las hijas de María, las hermanas de Corazón de Jesús, los nazarenos, el cura, el Concejo municipal, las acciones comunales, el comité cívico, la defensa civil y todo organismo gremial de Tamalameque, se reunieron para debatir el caso. Primando la argumentación de que era un peligro tener tamaña fortuna, guardada en un baúl, bajo la cama de la niña Tiburcia, la esposa de don Eloy, decidiendo valorarlas y darlas en depósito a la Caja Agraria de la localidad. Poco tiempo después, el 20 de marzo de 1975, un grupo de 4 hombres armados, quienes dijeron ser miembros del ELN. se las llevaron de la caja Agraria, en un asalto sin precedentes.

Algunos maliciosamente, acusaban al cura. El cura acusaba a la comunidad, la comunidad acusaba a quien informó por las emisoras, en un "tiraquejala" que no aclaraba las cosas. En tanto, los jóvenes estudiantes de la época, parodiaban la conocidísima "Custodia de Badillo" del Maestro Rafael Escalona:

"El pueblo de Tamalameque

se ha puesto de malas,

de malas porque sus reliquias

ya se las robaron.

 

Con cuatro cuarentaicinco

En la puerta de la caja

se llevaron las prendas del Cristo

y también las empleadas. 

(Coro)

 

Se las robaron...

se las robaron,

se las robaron ya se perdieron

se las llevaron de la Caja Agraria

junto al cajero y tres secretarias..."

Nunca más nadie dijo nada. Años después, Abigaíl Palma y Edgardo Duncan, el primero, esposo de una nieta de don Eloy y el segundo nieto del honrado custodio, al heredar el antiguo caserón donde vivió don Eloy con su familia, desbarataron el cielo raso de tablas de cedro y ahuecaron el patio, buscando tesoros escondidos u otro objeto de valor, no encontrando nada.

¡Ellos nunca creyeron en el abuelo!

 

Diógenes Armando Pino Avila

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Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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