Opinión

Política y religión

Diógenes Armando Pino Ávila

17/08/2018 - 07:30

 

Política y religión

He dejado reposar el tema de religión y política hasta que pasara todo este maremágnum electoral, dimes y diretes entre todas las tendencias, todo esto esperando aclarar mis ideas y conceptos sobre este tema sin el empañamiento de mis preferencias electorales.

Debo comenzar buscando el significado de la palabra religión, la que según la Real Academia de la lengua española es la siguiente:

1. f. Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.

2. f. Virtud que mueve a dar a Dios el culto debido.

3. f. Profesión y observancia de la doctrina religiosa.

4. f. Obligación de conciencia, cumplimiento de un deber. La religión del juramento.

5. f. orden (‖ instituto religioso).

Habría que mirar en cada una de las religiones, sectas o confesiones que pululan en la geografía del país, si encajan en estas acepciones, lo cual sería dispendioso e inútil ya que la motivación de este artículo no es hacer un estudio al respecto. Como antecedente es bueno conocer que en Colombia hay un gran número de iglesias, credos o confesiones: según El Tiempo (07/01/2017), El Consejo Evangélico de Colombia (Cedecol), que reúne a 260 iglesias, calcula en 10 millones sus seguidores (casi el 20 por ciento de la población).

Nada de mal hay en la proliferación de dichas iglesias, siempre y cuando el espíritu de las mismas sea la propagación de la fe, pero ocurre que, en muchas de ellas, ese aspecto en la práctica es secundario e incluso terciario, pues en algunas (bastante) tienen como prioridad el diezmo, la primicia, y el aporte dinerario recolectado con diferentes nombres, los cuales “se exigen” en nombre de Jesús, para lograr objetivos tan variados, que van desde agradar y agradecer a Dios, conseguir la prosperidad económica, salir de deudas, sanar de enfermedades o fortalecer la fe. Todo ello bajo la amenaza del fuego eterno, de las calderas hirvientes del infierno o la sauna del purgatorio. Siempre se juega con la psicología de los practicantes, quienes le deben obediencia ciega a “su pastor”, al cual siguen como mansa grey sacrificando el bienestar familiar y personal.

Últimamente se viene dando la mezcla tóxica de religión y política, no se sabe qué sector ha sido más astuto, si los pastores que incursionan en la política y requieren el aval de los partidos políticos, o son, los siempre astutos y mentirosos, políticos los que han incursionado en la religión, tras la cauda y sumisa masa electoral que representan dichas iglesias. Lo cierto es que cada día se nota más de bulto la mixtura sincrética de religión y política.

Nos hemos acostumbrado a ver a políticos cuestionados, compartir tarima con los que sus iglesias llaman “ungidos”, “profetas” y otras nominaciones bíblicas y, como siempre, el político sale blanqueado de pecados, pues “dios” le ha revelado al Pastor que ese es el de las preferencias del señor y esto hace obligatorio el voto de los fieles, so pena de freírse en las pailas del infierno por desobedecer a Dios.

Los rumores pueblerinos, de los que no obtienen el favor electoral de esos Pastores y su grey es, que por debajo de la mesa corren grandes sumas de dinero que garantizan que el Pastor al comunicarse con su dios, recibirá el mensaje cifrado, que solo él escucha, de que hay que votar por tal candidato y tal partido. La situación es tan evidente, que ya es difícil de ocultar y pone a uno a pensar: ¿Quién corrompe a quién? Si los políticos a los Pastores con sus mentiras y dádivas en dinero, o los Pastores a los políticos ofreciendo el manso rebaño de su iglesia con su voto.

Lo que sí está claro es la utilización descarada de la biblia y preceptos religiosos con fines políticos y económicos que pervierten con fanatismo a personas que por ignorancia, miedo o ilusión de vida nueva obedecen ciegamente a dichos Pastores y políticos.  

 

Diógenes Armando Pino Ávila

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Sobre el autor

Diógenes Armando Pino Ávila

Diógenes Armando Pino Ávila

Caletreando

Diógenes Armando Pino Ávila (San Miguel de las Palmas de Tamalameque, Colombia. 1953). Lic. Comercio y contaduría U. Mariana de Pasto convenio con Universidad San Buenaventura de Medellín. Especialista en Administración del Sistema escolar Universidad de Santander orgullosamente egresado de la Normal Piloto de Bolívar de Cartagena. Publicaciones: La Tambora, Universo mágico (folclor), Agua de tinaja (cuentos), Tamalameque Historia y leyenda (Historia, oralidad y tradición).

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