Opinión
En este pueblo no hay ladrones
Registro con mucha tristeza los hechos del pasado jueves, 17 de agosto, donde mi familia fue víctima de un hurto en el corregimiento de Guacoche, Valledupar, Cesar. Varias personas ingresaron a nuestra vivienda, con total conocimiento del terreno y con una muy ordinaria destreza se llevaron una motocicleta. De no creer, pero nadie se dio cuenta cómo la sacaron del pueblo, o mejor dicho nadie está dispuesto a denunciar los hechos. -Algo que registro con aun más tristeza. -
Increíble que la constante que uno escucha entre paisanos es la parábola mágica, de autoengaño, que parece sacada del cuento corto de García Márquez que da título a esta columna. Cito: “-No se sabe, dicen que fue un forastero.
-Tuvo que ser. En este pueblo no hay ladrones. Todo el mundo se conoce con todo el mundo.”
Ese principio de justificación es el que ha llevado, no solo a Guacoche, sino a otros pueblos a caer en las garras de la delincuencia y la drogadicción; flagelo que en los últimos años va creciendo de forma alarmante, y que para la cual la solución más cercana está es en las manos de los habitantes, como comunidad se debe articular con las autoridades y así contrarrestar los nichos que hoy en día son pequeños, por decirlo así, pues; ya están ubicados en un grado de peligrosidad alta.
El parentesco, amistad u otro vinculo que, por lo general en estos pueblos nos liga a todos con todos, no debe ser una excusa para no denunciar los malos actos, por lo contrario, la omisión es complicidad y por lo tanto un delito en el cual estarían incurriendo muchas personas, los robos se han convertido en el pan de cada día, hablar de consumo de drogas y señalar a quienes la consumen se ha vuelto común y a la vez aterrador. Pueblos a los que se había llegado a una sana convivencia después de haber vivido muchos años de violencia infundada por los paramilitares y otros grupos al margen de la ley. Vuelven al desorden.
Los rateros que con el silencio de las comunidades se sentirán apoyados, hasta no creerán que son rateros y andarán campantes con la moral alta y con autoridad de señalar a quienes, si son rateros, según ellos. Estarán en un trance mágico como al que llegó Dámaso -El ratero del cuento corto. - Cito: “La policía buscaba un forastero. – Dicen que llegó el jueves y que anoche lo vieron dando vueltas por el puerto -dijo-. Dicen que no han podido encontrarlo por ninguna parte. -Dámaso pensó en el forastero que no había visto nunca y por un instante sospecho de él con una convicción sincera.
-Puede ser que se haya ido – dijo Ana*. *que muy bien sabe que el ratero es Dámaso”
Lo más increíble de todo, es la falta de interés por analizar nuestra historia, somos una zona golpeada por el paramilitarismo el cual no llegó por azares del destino, es ideal tener presente nuestro pasado para que no se repitan los mismos errores. El llamado es al compromiso de todos para recuperar nuestras comunidades, estos casos no son ajenos de los demás pueblos, sé que la similitud es mucha. El primer paso puede ser traumático, pero es el más responsable, tanto con uno mismo, como con los demás, porque “hoy nos toca a nosotros, pero mañana a ustedes”, hay que dejar de apoyar esos actos y Denunciar.
Nota: la motocicleta es una Suzuki Best, de color rojo de placas kvk 99c
Andy Romero Calderón
@Andy_RomeroC
Sobre el autor
Andy Romero Calderon
Vallenato de Guacoche
Vallenato de cédula, guacochero de nacimiento. Ingeniero de sistemas de la Universidad Popular del Cesar. Me gusta la buena crítica y política, sin caer en sus vicios y hasta donde los argumentos me dejen llegar. Amante de la buena música y no de un género en específico. El silencio es, después de la palabra, el segundo poder del mundo.
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